A 100 años de la Rosario–Santa Fe: la epopeya ciclística que unió camino, historia y leyenda
El periodista corondino Alfredo Ceballos reconstruyó, desde el mismo tramo original del Camino Real —actual Ruta 11—, la historia viva de la prueba ciclística más emblemática del continente sudamericano. Un recorrido que cumple un siglo y que vuelve a poner en valor el paso por Coronda, sus arenales y sus protagonistas, entre ellos dos hijos de la ciudad que marcaron época: Luis Juan Malisani y Carlos Bagilet.
La competencia que terminó convirtiéndose en la prueba ciclística más importante.
La Rosario–Santa Fe de Ciclismo cumple 100 años y el aniversario encuentra a deportistas, dirigentes y memoriosos con la mirada puesta en aquel primer desafío de 1925, cuando un puñado de corredores se lanzó a unir dos ciudades santafesinas por el antiguo Camino Real de la ciudad de Coronda.
Fueron los inicios de una competencia que terminó convirtiéndose en la prueba ciclística más importante del continente sudamericano, tanto por su nivel deportivo como por el carácter épico que adquiere al revisitar sus orígenes.
El Litoral, presente en el Camino Real
Parado sobre ese mismo trazado histórico, en el distrito Coronda, el periodista local Alfredo Ceballos revivió para El Litoral lo que significó aquella travesía pionera.
Vista aérea del actual trazado. Crédito: Fernando Nicola.
No fue casual que eligiera ese sitio: la ciudad y su zona rural representaban uno de los tramos más exigentes del recorrido, marcados por los profundos arenales que desafiaban la resistencia física y mental de los ciclistas.
“Así reza la historia —recordó—: los competidores, con llantas de madera en sus bicicletas, muchas veces debían cargarlas sobre los hombros para superar los arenales de Coronda”. Aquel detalle, casi improbable para el ciclismo actual, retrata la dimensión de sacrificio que caracterizó a los corredores de la primera mitad del siglo XX.
Esos arenales, que todavía hoy persisten en ciertos sectores, fueron testigos de incontables hazañas y de la determinación de los deportistas por completar el trayecto.
La Rosario–Santa Fe fue moldeando su identidad a partir de esas dificultades naturales: un camino agreste, un clima cambiante, la convivencia entre tramos firmes y superficies inestables.
Para los participantes, atravesar Coronda no era solo avanzar unos kilómetros más hacia la meta; era, en muchos casos, la prueba que definía la carrera.
Homenaje a dos destacados
En ese contexto emergieron figuras que quedaron grabadas para siempre en la memoria deportiva de la región. Ceballos destacó especialmente a dos ciclistas corondinos que aportaron jerarquía y espíritu competitivo a la tradicional competencia: Luis Juan Malisani y Carlos Bagilet.
El desafío entre Rosario y Santa Fe, sobre caminos de arena. Crédito: Fernando Nicola.
Ambos protagonizaron momentos de alto rendimiento y dejaron su sello en diferentes ediciones, contribuyendo a que la ciudad tuviera representantes a la altura del desafío.
La celebración del centenario no solo invita a repasar nombres y cronologías; también permite comprender cómo esta competencia fue construyendo identidad, conectando generaciones y manteniendo viva una tradición deportiva que forma parte del patrimonio cultural de Santa Fe.
Hoy, por la Copa Sana Fe
Por eso, la edición conmemorativa propone un recorrido inverso —Santa Fe–Rosario— en el marco de la Copa Santa Fe, como un gesto simbólico para honrar a aquellos primeros héroes que hicieron posible la leyenda.
Cien años después, el Camino Real —transformado en la Ruta 11 pero aún cargado de historia— vuelve a ser escenario de emociones y recuerdos.
La Rosario–Santa Fe sigue siendo más que una carrera: es un puente entre tiempos, un homenaje al esfuerzo y una voz que, desde cada arenal y cada pedalazo, continúa contando la historia grande del ciclismo argentino.