La “Pumita” Carabajal: “La Locomotora nos dejó un legado: disfrutar el hoy sin temerle a la vida”
Boxeadora, campeona del mundo, vivió muchos años en El Carmen, la ciudad donde nació la Locomotora Oliveras y allí la conoció cuando era muy jovencita. Tiene una historia de vida durísima, porque a los 14 años se fue de su pueblo y se hizo cargo de dos de sus hermanitos.
La Pumita Carabajal fue campeona mundial y hoy es concejala electa en Jujuy. Foto: El Litoral
Tiene 34 años y una historia de vida durísima. Se le nota en esos ojos que se le ponen vidriosos en varios momentos de la entrevista. Brenda Carabajal fue campeona del mundo de boxeo, es jujeña igual que la Locomotora Oliveras, nació en un pueblito del interior profundo de Jujuy pero vivió desde muy chica en El Carmen, la ciudad en la que nació Alejandra Oliveras, haciéndose cargo de dos de sus hermanitos con apenas 14 años. Tiene razones para dejar bien en claro que detrás de esa persona que eligió el boxeo como su medio de vida, hay una mujer muy sensible y que tuvo que pelearle a la vida desde muy chica. Tiene un gimnasio en San Salvador de Jujuy y también da clases en una escuelita. El boxeo le permitió trascender en lo económico y también en lo social, al punto que fue elegida concejala. Habla con mucha tranquilidad, pero recordar su historia la pone en un plano de sensibilidad profunda. Y lo agradece, porque sabe de dónde viene, de cuánto tuvo que sufrir y su actualidad es el premio para tanto esfuerzo desde muy chica.
-¿Por qué elegiste el boxeo como medio de vida?
-El boxeo me atrapó y mi historia de vida tiene que ver con el boxeo. Eso de buscar la superación, la ambición de ser alguien y de revertir la situación que me tocó vivir desde muy chica.
-Imagino una historia de privaciones, sacrificios…
-A los 12 años me tuve que ir de Palma Sola, el pueblito donde nací, que es del interior de Jujuy. A los pocos años empecé a entrenar de manera recreativa. En ese momento no estaba bien visto que la mujer sea boxeadora, se puso de moda la famosa novela La Monita y allí arrancó esta ambición de superarme. Al estar en el interior, no conocía la ciudad. Mi mamá era muy joven y quería un mejor futuro para sus hijos. Soy la mayor de los cuatro hermanos y nos vinimos a vivir a El Carmen, que es la ciudad en la que nació la Locomotora. No me quedaba otra que buscar mejores oportunidades.
-¿Fuiste con el resto de tu familia?
-No, no… Quedé al cuidado de dos de mis hermanos en El Carmen, yo apenas tenía 14 años y a mi mamá se le complicaba por la distancia, porque ellos, con mi padre y el más chico de mis hermanos, se quedaron en Palma Sola. Yo estudiaba allí y vi, en el boxeo, la chance de ganarme un lugar en la sociedad. La Locomotora y Marcela Acuña eran mis referentes.
“El boxeo me salvó”, dice Carabajal, que se crió sola y a cargo de sus hermanos desde los 14. Foto: El Litoral
-¿Y cómo se dio?
-Empecé con un señor que se llama Marcelo Domínguez, porque iba al gimnasio de día y me llamó la atención un par de bolsas que colgaban. Le pregunté de qué se trataba y me explicó que, de noche, se entrenaba boxeo. Y un día me acerqué a esa hora. Fue un impulso. Y dije para adentro mío: “Esto es para mí”… Me sentía una “adulta” de 14 años, porque tenía a mis hermanitos a cargo.
-¿Pasaste hambre?
-Pasé momentos difíciles, pero más que hambre tenía necesidad de apoyo, de contención y tener a mis padres tan lejos fue complicado. Pero el deporte me fue guiando y viendo dónde estaba el horizonte.
-¿Y cómo aparece la Locomotora Oliveras en tu vida?
-Me acuerdo que era una fiesta patronal en El Carmen, más o menos para esta fecha. Y la Locomotora vino. Era el boom del momento y en la zona de la Iglesia, la gente hacía cola para verla y saludarla. Yo era la única chica que practicaba boxeo en El Carmen. La veía tan cerca, pero tenía vergüenza y no sabía cómo me podía acercar a ella. La veía imponente, avasallante, como todo el mundo la conoció…
-¿Y entonces?
-Un profe me puso al lado de ella y me presentó como boxeadora. Yo era muy chica todavía y cruzamos un par de palabras, me saqué una foto y luego, cuando fueron pasando los años, ella siguió ganando títulos, yo llegué también a conseguirlo y ya tuvimos la posibilidad de relacionarnos de forma diferente. Nos volvimos a encontrar varias veces, vino a pelear a Jujuy, estuvo en el gimnasio donde yo entrenaba y para mí fue un honor habérmela cruzado.
-¿Peleaste en el Madison Square Garden?
-Estuve a punto de pelear allí, pero por razones de organización se tuvo que suspender la pelea. Pero me consagré campeona del mundo en Nueva Jersey.
Brenda conoció a la Locomotora Oliveras de adolescente, en una fiesta patronal en El Carmen. Foto: Gentileza
-¿Qué sentiste cuando te enteraste de su muerte?
-No fue solo Santa Fe sino un país entero que sintió la pérdida. A veces la vida es tan fina que nos pasa algo y no sabemos si nos quedamos o nos vamos… Era una mujer fuerte y lo que le pasó invita a que se reflexione… No importa la fortaleza física que uno tenga y a la vida hay que disfrutarla, su mensaje era ese, el de disfrutar el hoy, el no tener miedo. Y deja una gran tristeza y, a la vez, mucha emoción porque ella luchó mucho en la vida. Ella fue pionera del boxeo femenino en Argentina y no es poco el gran esfuerzo que hizo. Fue una gran mujer que marcó un antes y un después en el boxeo femenino.
-¿Sentiste en algún momento que te marginaban por ser boxeadora?
-Sobre todo al principio, era una especie de bullying… Yo lo sentía como la subestimación y marginación de decir: “Che, sos mujer y no podés practicar este deporte, no servís para este deporte”… Y hoy tengo el orgullo de decir que se puede y que no importa de dónde uno viene. Se pueden lograr los objetivos y ese es el mensaje para todas las mujeres, porque hay muchas mujeres campeonas del mundo y a mí eso me pone muy feliz.
-¿Cuáles te dolieron más: los golpes de la vida o los que recibiste arriba del ring?
-La vida pega fuerte y mejor que arriba del ring. Los golpes de la vida son enseñanzas y si uno sabe canalizarlas, terminan siendo un aprendizaje y logra evitar también que otras personas se choquen contra la misma pared.
-¿Qué cambiarías de tu vida?
-¡Nada…! Quizás te sorprenda esta respuesta por todo lo que viví… Pero sin el sufrimiento, uno no aprende y sin esos golpes tampoco habría sentido la satisfacción de todo lo que conseguí. El boxeo me ha dado aprendizaje, valor, la posibilidad de vivir de mi carrera y de mi esfuerzo, lo disfruto y es lo que me gusta. Alguna vez estuve del otro lado, del lado de las necesidades y del dolor. Y veía todo cuesta arriba y difícil. Hoy ya no. Y siento que puedo ser un pedacito de legado para la gente que viene.
-Detrás de esa personalidad avasallante de la Locomotora Oliveras, había una mujer sensible sin dudas. ¿Y detrás de la Pumita Carabajal?
-Detrás de toda mujer que sube al ring, hay una batalla personal que viene ganando… Detrás de cada una de nosotras, hay una mujer que es sensible, pero que tiene fortaleza. Una cosa no puede separarse de la otra. Fortaleza y sensibilidad, aunque parezca paradójico. Por eso también me emociona volver atrás y contar mi historia de vida.
-¿Qué te impulsó a meterte en la política y a ser elegida concejala?
-Me impulsó mi historia de vida, saber que me costó mucho ser vista y tomada en cuenta. Yo vengo de un pueblito que capaz que nunca sentiste nombrar. Al no tener las posibilidades, me las tuve que buscar. No podía quedarme sentada y esperando. Así que trabajé para eso. La vida me fue moldeando y lo social me atrapa y por eso quiero devolver todo lo que de alguna manera logré. Sé que entro, a partir de diciembre, a un mundo que no es mío pero me siento capaz, desde mi lugar, para fomentar el deporte, para que la mujer se puede ganar un lugar en un mundo que es difícil si no se viene desde un lugar conocido o con un apellido conocido. El hecho de no ser la “hija de...” me da más fuerzas todavía para trabajar y ayudar a tanta gente a la que se le dificulta el día a día. Y que se sepa que el deporte es el vínculo, muchas veces, para conseguirlo.
-¿Cuál es la bandera que elevás como norma de vida?
-La de levantarse todos los días a entrenar, tengas o no tengas ganas, porque es la gran enseñanza que le da el deporte a la vida misma.
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