Danilo Chiapello - [email protected]
Gregoria Gorosito, la abuela que fue asaltada y golpeada en el Parque Juan de Garay, permanece internada en un nosocomio privado, donde aguarda la llegada de una prótesis para reparar las lesiones sufridas.
La mañana del jueves Gregoria -que tiene 83 años- fue víctima de un incalificable sujeto que la asaltó en Roque Sáenz Peña y Naciones Unidas, esto es en el extremo oeste del parque Juan de Garay. El rufián golpeó y arrastró a la mujer por la calle para luego robarle la cartera.
Como autor del hecho se sindica a un adolescente, de 17 años, a quien en la zona todos conocen por el apodo de “Chanchi”.
Tan dramático incidente terminó con la fuga del caco en dirección a Villa del Parque y la mujer tendida en el suelo, debajo de una garita para esperar el colectivo. Fueron los propios vecinos y algunos testigos ocasionales quienes pidieron luego una ambulancia y dieron el aviso a la policía.
Con la urgencia del caso Gregoria fue llevada hasta el hospital Cullen donde ingresó con una fuerte crisis nerviosa. Se le diagnosticó fisura en clavícula, en cadera, además de múltiples contusiones por los golpes. Tras una primera asistencia en el hospital público, la mujer fue derivada hacia un nosocomio privado de nuestro medio.
Sin perdón
Esta mañana Gregoria tuvo la gentileza de recibirnos en su habitación. No deja de llamar la atención su buen ánimo y simpatía, característica que no declinó pese a los malos momentos vividos y que hasta contagió a su compañera de cuarto.
Con franqueza se prestó al diálogo. Así supimos que la abuela se gana el sustento diario “desde hace más de 40 años” como empleada doméstica de una familia. “Lo que ellos valoran en mí (por sus patrones) no es tanto mi capacidad de trabajo, porque imáginense que yo no tengo el ritmo de una piba de 20 años, sino la absoluta confianza que me tienen. Y eso es hoy algo muy difícil de conseguir. Ellos me quieren mucho y yo a ellos”, remarcó.
Puesta a revivir el triste episodio del jueves, la mujer indicó que “todo fue muy rápido e inesperado. Yo bajaba del colectivo y me disponía a cruzar la calle. En eso veo que un muchacho viene corriendo, pero no pensé que venía hacia mí. Cuando reaccioné ya lo tenía encima tironeando de mi cartera. Nos caímos al suelo y comenzamos a forcejear porque yo quise defender lo mío. Así fue como me golpeó y me arrastró hasta que logró su objetivo.”
Más adelante Gregoria recordó que “hace unos días a este chico ya me lo había cruzado. Fue uno de esos días de calor insoportable. Me dijo: “Tía deme una moneda para comprar naranja que tengo sed”. Yo le contesté: “¿Por qué no vas a trabajar, por qué no le pedís a otro?” Entonces me contestó: “A vos vieja te voy a meter un tiro...” Y se fue.
En otro tramo la mujer se lamentó: “No sé qué pasa con estos pibes. Por qué son tan malos. No hay que robar. Más vale antes que traten de conseguir trabajo. De hacer cualquier cosa, limpiar veredas, cortar yuyos, pintar en las rutas, hay tanto para hacer...”
Consultada sobre qué le diría si se encuentra cara a cara con el ladrón, la mujer fue contundente. “Ojalá que eso no ocurra nunca porque no sé cómo reaccionaría. Creo que lo mataría. No puede haber tanta maldad. Cómo va a atacar a una mujer de mi edad. No tiene perdón”.
Por último Gregoria reclamó que quiere la devolución de sus pertenencias. “El poco dinero que había más vale que no lo voy a recuperar. Pero quiero recuperar mis documentos personales, mi carné de pensionada. Mis papeles del Pami. Por favor, eso no le sirve a nadie excepto a mí.
Y como para dejar en claro el real espíritu que contiene a esta mujer, Gregoria nos despidió con una amplia sonrisa diciendo “apenas me recupere vuelvo a trabajar con todo.”
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