Profesores de distintas materias reflexionan sobre cómo la inteligencia artificial (IA) está modificando la enseñanza. ¿Cómo las usan ellos y sus estudiantes? ¿Qué puede aportar y cuáles son los riesgos? ¿Es una preocupación que los estudiantes hagan un mal uso de estas herramientas? La premisa en la que coincidieron es que su uso es irrefrenable y hay que integrarla a las clases. Advierten que la clave está en cómo la utilicen los estudiantes: como herramienta y no como sustituto del pensamiento.
Ernesto Peroche, docente de Introducción a las Ingenierías en la Facultad de Ingeniería Química de la Universidad Nacional del Litoral (UNL), lleva 9 años enseñando en el ciclo inicial de la carrera. "Todos los docentes somos pro-herramientas como ChatGPT", explica. En su cátedra, utiliza la IA para armar trabajos prácticos, revisar contenidos y generar consignas creativas y actualizadas. "Literalmente generan un banco de ideas: sirven para hacer más interactivas las clases y generar nuevas propuestas para los estudiantes", dice.
En cuanto al uso por parte del alumnado, Peroche afirma que "la utilización por parte de los estudiantes es plena y van a estar integradas a su futuro laboral", y destaca el trabajo de una alumna-ayudante que diseñó una actividad específica para enseñar el uso correcto del ChatGPT. Sin embargo, advierte que la utilización sin criterio puede tener consecuencias. "Si usan la IA y no usan la cabeza, en el futuro, cuando tengan problemas reales y complejos, no van a poder resolverlos", considera.
El docente señala que el enfoque debe estar en fomentar el pensamiento crítico, el desarrollo cognitivo y la toma de decisiones. Por eso, las consignas de sus trabajos prácticos buscan evitar respuestas genéricas que se puedan resolver con IA. "Les pedimos que planteen problemas de su casa o de la facultad, que la IA puede responder pero solo de forma superficial, por lo que si no lo bajan a su realidad, no estará bien el TP", indica.
Con respecto a la posibilidad de plagio, el docente adopta una postura de responsabilidad compartida: "Si el estudiante, que es mayor de 18 años, no entiende que está en la universidad para aprender, él mismo se perjudica. Cuando hacen los exámenes se ve la verdad porque son todos casos reales. Si resolvieron todo con IA y no entendieron en clases, eso se ve en el examen y no pueden avanzar".
Desde su cátedra ya elaboraron guías sobre cómo citar y validar la información generada por IA. "Lo que antes enseñábamos a buscar por Google, ahora le enseñamos que busquen fuentes confiables con ChatGPT. Esto vino para quedarse y como docentes tenemos que adaptarnos a nuevas formas de enseñanza, porque el conocimiento ya está disponible, lo importante es darles criterios a los estudiantes para que puedan evaluarlo".
Soledad Ardiles, docente de Física y Termodinámica Básica en la UNL y la UTN desde hace 20 años, incorporó la inteligencia artificial de manera original e interdisciplinaria. A través del proyecto "Diálogos (im)posibles", utiliza DALL-E, un generador de imágenes basado en IA, para crear representaciones visuales que estimulan conversaciones imaginarias entre personajes históricos como Isaac Newton y figuras actuales sobre conceptos científicos.
"Este enfoque fomenta la participación activa de los estudiantes, generando una red de interacciones con el contenido y la tecnología que facilita la comprensión de conceptos complejos", detalla Ardiles.
Fuera de las actividades planificadas, la IA también se utiliza de manera autónoma por los estudiantes, sobre todo para resolver problemas. Pero la docente advierte: "La IA no debe sustituir el proceso de resolución. Es fundamental que el estudiante interprete los resultados, analice su validez y entienda el razonamiento detrás".
Ardiles insiste en que las herramientas tecnológicas no reemplazan las capacidades humanas esenciales: "El pensamiento crítico, la creatividad y la toma de decisiones fundamentadas no pueden ser sustituidos por algoritmos. La capacidad de conectar ideas de manera innovadora y aplicar el conocimiento en situaciones inéditas, requieren juicio humano, intuición y sensibilidad".
El mal uso de estas herramientas, como el plagio o la falta de verificación de datos, es una preocupación creciente. "El uso inapropiado afecta el desarrollo del pensamiento crítico. Por eso, es clave establecer estrategias educativas que promuevan su uso ético y reflexivo", indica.
En la universidad ya se están desarrollando lineamientos para la implementación de IA en la docencia y la investigación. "Hay instancias de debate con la comunidad académica para establecer criterios que permitan integrar estas herramientas sin comprometer la calidad educativa", destaca.
Luis Córdoba es profesor de Matemática General y Análisis Matemático en la Universidad Católica de Santa Fe (UCSF) y de Cálculo y Geometría Analítica en la Fich de la Universidad Nacional del Litoral (UNL), además de formar futuros docentes en la Escuela Normal Superior Nº 32. Con una trayectoria de 31 años, sostiene que la IA representa una oportunidad, pero también una encrucijada para la enseñanza de la matemática.
"La incorporación de la IA no se realiza de forma aislada, sino que se articula cuidadosamente con los contenidos y enfoques conceptuales propuestos en la bibliografía de la cátedra. Esto actualmente es un foco de tensión, pues en el caso de Matemática, la IA es muy potente para enriquecer consignas, pero hay días que responde bien, otros mal, y otros peor. Si ajustás bien las instrucciones, responde bien, pero el problema no es tecnológico, es pedagógico y didáctico", considera.
Córdoba permite el uso libre de estas herramientas, especialmente aquellos casos donde surjan dificultades para comprender conceptos clave. "Sin embargo, esta posibilidad no reemplaza el trabajo autónomo ni el acompañamiento docente, sino que es a modo de recurso complementario para favorecer la apropiación de contenidos. Su incorporación apunta a que los estudiantes puedan explorar explicaciones alternativas, generar ejemplos o visualizar procedimientos, de los temas abordados en clase. El ChatGPT es el más usado", detalla.
Asimismo, el profesor de matemática dice que el uso de la IA para los trabajos prácticos está contemplado. "Ya no es posible pedir actividades con papel y lápiz. Fue importante, pero en otro momento histórico y contexto", añade.
No obstante, opina que "la preocupación por el mal uso de herramientas de IA en contextos académicos creció significativamente. El problema aparece en asignaturas con alta carga de escritura académica o para hacer ensayos. ChatGPT puede comprometer la veracidad de ideas propias. Sin embargo, las empresas ya promueven el uso de IA por su potencial de productividad. Resistirse ya no es una opción. El desafío docente es cómo integrarlas al saber".
Actualmente no existen lineamientos institucionales estrictos. "Las decisiones se toman por acuerdos entre docentes y estudiantes. Hay libertad, pero también responsabilidad compartida. En mis clases, el uso de IA a través de celulares es libre".
Sebastián Cagliero es docente de las materias Morfología 2 y 3 en la Facultad de Arquitectura y Diseño de la Universidad Católica de Santa Fe (UCSF), sede Rafaela. Enseña allí desde 2018, y tiene 8 años de trayectoria en el aula. "La materia Morfología tiene que ver con la teoría de las formas, pero también con el pensamiento", explica.
"El objetivo principal es que los alumnos aprendan a pensar sobre las formas arquitectónicas, tanto las que ya existen como las que ellos mismos crean". Para lograrlo, el enfoque pedagógico se apoya en múltiples estrategias y herramientas, entre ellas la IA, que comienza a incorporarse como recurso formal.
Aunque Cagliero por el momento no la emplea para preparar clases o diseñar consignas, sí las usan los estudiantes como herramientas para resolver procesos. "La IA permite trabajar en la creación de formas y en la mejora de su representación y presentación. Es una herramienta posible frente al desafío de enseñar a pensar con formas que son cada vez más complejas y cambiantes. Sin embargo, los programas que se utilizan, por el momento, son difíciles de controlar en esos procesos", asegura.
Sobre cómo se regula este uso, el docente advierte: "En caso de que los alumnos utilicen la IA, hacemos hincapié en que sean ellos quienes controlan los programas, y no al revés. La usamos como herramientas formales, no para que decidan las formas de manera arbitraria".
La preocupación por un mal uso, como el plagio o la pérdida de la sensibilidad creativa, no es un tema menor. Sin embargo, Cagliero se muestra confiado en que, con una orientación adecuada, la IA puede ser una aliada en el proceso de aprendizaje. "En algunos ejercicios planteamos explícitamente su uso; en otros es libre, siempre y cuando sea para cumplir con los objetivos pedagógicos. Limitar su uso desde las consignas me parece imposible, es una avalancha difícil de frenar. Por eso tratamos de integrarla, sin perder de vista que el valor humano en la creación debe seguir estando en el centro".
Por ahora, no existen lineamientos institucionales sobre el uso de inteligencia artificial en la carrera. Pero desde la cátedra de Morfología, y dentro del área de Comunicación y Forma, ya se están dando pasos. "Este año inicié una investigación con cinco colegas sobre el uso de nuevas tecnologías como la IA en la enseñanza de la Forma", cuenta Cagliero.
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