Pocos recuerdan el primer paso de Osvaldo Piazza por Colón, cuando todavía el equipo estaba luchando por el ascenso. Fue después de Miguel Angel Juárez y antes de la llegada de Hugo García. Hubo un partido en San Juan que terminó con incidentes. Si la memoria no falla, fue el último partido de Piazza después de aquella derrota por 3 a 1 ante San Martín. Varios años después, ya Piazza llegó a Santa Fe con otro cartel. Fiel ladero de Carlos Bianchi en los años de gran éxito de Vélez (llegaron a ser campeones del mundo), también inscribió su nombre, ya largándose solo, como técnico campeón y le llegó el momento de la revancha en Colón. Volvió en la temporada 99-2000. Y su retorno fue excelente y recordado. El descenso amenazaba, se armó un equipo para salvar la categoría y peleó el campeonato. Hay una frase famosa de Piazza, en medio de ese Clausura 2000 (fue tercero por diferencia de goles, compartiendo el segundo lugar con Independiente y San Lorenzo, los tres detrás de River campeón), que fue la siguiente: “Les pido a los hinchas de Colón que le saquen una fotocopia al Diario porque están viendo a Colón primero”. Fue el mismo año del 4 a 0 en el clásico y de una victoria espectacular en cancha de Independiente, ante el Rojo que dirigía en ese entonces el Gringo Trossero, por 3 a 2, quitándole a Independiente la posibilidad de pelearle el título a River. Faltaba poco para el final y esa noche, Piazza puso a Fuertes de titular y en medio de una gran polémica. “Osvaldo, ponélo, nosotros nos hacemos responsables”, le dijeron Vignatti e Hilbert. El Bichi, tal cual era su “costumbre”, lo abrochó a Independiente en el final y convirtió el tercer gol en una corrida memorable para recibir un pelotazo largo de Delgado, dejando en el camino a Mondragón y desatando el delirio de los hinchas sabaleros y la desazón de los del Rojo.
—Hace como cinco días que estoy arreglando la puerta de entrada de mi casa, tengo que arrancar temprano para poder cerrarla con llave al mediodía. La pinto y por ahí no me gusta tanto, así que ando en esos menesteres... Es la vida del jubilado (risas)... Por ahí me pongo a ver partidos de fútbol y me quedo dormido (más risas)...
Hace poco cumplió 73 años y se nota que Colón le trae recuerdos que permanecen en su memoria. Y así lo expresó en una larga charla en La Primera de Sol.
—¡¿Cómo?!... Se vive el fútbol de una manera muy especial... El pueblo colonista me atrapó. Sinceramente, yo desconocía esa pasión por defender los colores del club, casi hasta el límite de una disputa de poderes en una ciudad entera...
—Mirá, Vélez es un club europeo... Así de simple... Cada fecha que se cumple, tienen un recuerdo hacia mí. Mi carrera como futbolista fue más exitosa en Francia que en Argentina, pero imagináte que cada vez que se cumple un aniversario de la Intercontinental o de la Libertadores o de la Supercopa, me mandan algo. Es como en Inglaterra, que a Villa y Ardiles lo llaman del Tottenham por aquello que hicieron. Y con Saint Ettiene pasa lo mismo, quizás no tanto de parte del club pero sí de los amigos y de los ex compañeros... Pero lo de Colón fue algo extraordinario...
—Te cuento algo: yo realmente no sabía si estaba en condiciones de dirigir a un club grande... No lo sabía, no me lo imaginaba... Esa posibilidad me la dio Colón y me fui a dirigir a Independiente... Hasta que fui a Colón, todos se preguntaban si Piazza podía dirigir a un grande.
—¿Lo que más te sorprendió fue la pasión de la gente?
—La frutillita del postre hubiese sido ser campeón, pero le ganamos a ese Independiente que peleaba el título con River. Yendo a tu pregunta, esa pasión no estaba fabricada en mí, a pesar de que había sido campeón con Vélez. Era algo que a mí me sorprendió. ¿Querés una anécdota?
—El día que llegué a Santa Fe, estaba parado en la puerta del hotel y pasó un tipo y me gritó: “¡Vamos Piazza, que tenemos que levantar a Colón, eh!!!”.
—Te fueron a buscar cuando el descenso estaba más cerca que pelear un título...
—Costó armar ese equipo. Me acuerdo que estábamos en el mes de noviembre del 99 y Vignatti me refregaba que estábamos cerca del descenso. Ahí, yo aproveché y le pedí al Bichi, sabía que se podía hacer e insistí. Y lo trajimos a Delgado, que era un zurdo con buena pegada al que elegí y también se lo pedí. Un poco me metí en las negociaciones por esos jugadores, hablé por ejemplo con la gente de Danubio. Y también lo recuperamos a Rodríguez Peña, nadie sabía de él, se había ido, le pregunté por qué se había ido, con quién estaba enojado. Y con Omar Jorge pensamos que si se había ido y volvía, no era refuerzo. Y con Píccoli armaron una dupla bárbara. Era buena esa defensa con Bontemps y Unali.
—¿Qué sentiste cuando te enteraste de la muerte de Bontemps?
—No fue difundido, me enteré tiempo después... Viste que pasa que a veces le tomás un cariño especial a alguien y yo veía que para ese chico no era fácil... Lo veía en tercera, era rapidito, vivo. En ese momento estaba Hernán Díaz, se había ido Ibarra, no era fácil para él... Era un chico completamente sano, escuchaba. Y a mí me lastimó mucho. Ese chico era muy especial para mí.
—De la muerte del Huevo te enteraste al toque, ¿no?
—Con el Huevo no terminé bien...
—... Y sí... La verdad que fue una pena muy grande lo que le pasó y lo sentí muchísimo... Acordáte que faltaban uno o dos partidos para el final de ese torneo del 2000, yo trataba de alimentar a los que no jugaban y los hacía participar en los entrenamientos porque lo más difícil en el fútbol es tener mejor a los que no juegan que a los que juegan.
—Bianchi siempre decía esa frase...
—Es que es verdad... Nosotros jugábamos el domingo y el jueves o viernes paro al equipo titular y faltando quince minutos para que termine la práctica le digo al Huevo que se vaya a las duchas, que quería que juegue un rato un chico que no me acuerdo ahora el apellido... Se enojó, me preguntó que por qué lo sacaba y me miró con mala cara... Entonces le dije: “Andáte a las duchas por favor”. Y terminamos mal.
—¿Hablás seguido con Domínguez?
—Yo lo hice debutar en Vélez a Eduardo... El otro día, Brenda y los chicos me hicieron un video para mi cumpleaños porque Eduardo se quedó en Santa Fe, tengo entendido. Es una familia que quiero mucho... El aprendió muchísimo, siempre fue un pensante cuando era jugador.
—¿De qué lo pusiste cuando lo hiciste debutar?
—Para mí era más central que lateral, pero debuta conmigo de lateral y allí jugaba el hermano. En un momento, Federico se rompe los cruzados y lo puse en esa posición. Después, cuando le dije que tenía que jugar de central, lo único que le pedí es que le agregara un poco más de agresividad a su juego. Y jugó de central toda su carrera.
—Tuvo ese maestro que hace falta, que es Carlos Bianchi, el suegro, que lo rodeó siempre de gente capaz y con la que fue incorporando conocimientos. Pero siempre fue un chico pensante. A mí no me llamó cuando lo hablaron de Colón, pero sabía que yo había estado en Colón porque Carlos armaba asados e íbamos todos y charlábamos. Yo le contaba de cosas que me habían pasado en mi carrera y aquella campaña de Colón en el 2000 estaba siempre ahí, en la mesa futbolera.
—¿Hace mucho que no hablás con él?
—Brenda, la esposa, me llamó el otro día y me dijo “Osvaldo, ojo que te estamos alcanzando y vamos a llegar más alto que vos en Colón”. Tengo, además, un gran respeto por Pancho Ferraro, que estuvo de manager allí y es un hombre al que aprecio y considero muchísimo.