El latido azul del continente: los humedales de la Cuenca del Plata, guardianes del clima y la vida
Los ríos Paraguay y Paraná albergan el corredor de humedales fluviales más extenso del mundo y explica el 70% del PBI de los cinco países -entre ellos, Argentina- que comparten este territorio de riqueza invaluable. Son aliados naturales para enfrentar el cambio climático.
La imagen que da esperanza. Carpinchos al sol a la orilla del río en Santa Fe.
Manuel Fabatía (archivo).
En el corazón de Sudamérica, un corredor líquido de más de tres mil kilómetros respira, se hincha y se retrae. Desde el Pantanal brasileño hasta el Delta del Paraná, los ríos Paraguay y Paraná tejen el sistema de humedales fluviales más extenso del planeta, una red que sostiene la vida de millones de personas y explica el 70% del PBI de los cinco países que comparten la Cuenca del Plata, entre ellos, Argentina.
Una vista aérea del humedal del Paraná. Archivo.
En tiempos de crisis climática, estos humedales son los aliados naturales más poderosos para mitigar y adaptarnos a los impactos del calentamiento global, que ya golpea con sequías, incendios e inundaciones cada vez más severas. Gracias a su capacidad para capturar y almacenar carbono, ayudan a reducir la cantidad de gases de efecto invernadero en la atmósfera y actúan como una barrera natural frente a los fenómenos extremos.
A pesar de su papel vital, estos ecosistemas perdieron hasta un 22% de superficie a nivel global desde los años setenta y un 59% en América Latina. “Los humedales son aliados para la adaptación y mitigación al cambio climático”, afirma el nuevo informe Humedales fluviales de la Cuenca del Plata, elaborado por la Fundación Humedales/Wetlands International. El estudio, publicado días antes del inicio de la COP30 de Belem, advierte sobre la urgencia de conservar este corredor fluvial, “el último de flujo libre del mundo”, para garantizar la salud ambiental y económica de la región.
La imagen que duele. Carpinchos del humedal del Paraná contaminados con cianobaterias.
Gentileza Fundación Humedales/Wetlands International.
Filtros naturales
Los autores describen a estos ecosistemas como verdaderos filtros naturales: brindan el 40% del total de las funciones socioecológicas del planeta, mejoran la calidad del aire y del agua, albergan biodiversidad y ofrecen paisajes de una belleza única. “El ejemplo más gráfico para dimensionar sus contribuciones es su capacidad de depurar naturalmente el agua transportada por los ríos. La conectividad hídrica entre los ríos y los humedales de sus planicies de inundación es fundamental para mejorar la calidad del agua”, explicó Gastón Fulquet, coordinador regional del Programa Corredor Azul de la Fundación Humedales.
Esa agua limpia es la base de la pesca artesanal, la ganadería, la agricultura y la forestación, y también alimenta los principales polos industriales y portuarios del país. No es casual que la franja productiva más densa de Argentina se extienda a lo largo del Paraná y su delta.
En ese mapa de aguas entrelazadas, el Gran Santa Fe ocupa un lugar estratégico: está asentado en el corazón del sistema de humedales del Paraná medio, donde el río se abre en brazos y lagunas que moldean su identidad. Su geografía anfibia —una franja urbana entre el cauce principal y la planicie de inundación— la convierte en una ciudad testigo y protagonista de los pulsos del río. Por su ubicación, Santa Fe es un punto clave para comprender y gestionar los efectos del cambio climático en toda la cuenca: cuando los humedales se desbordan o se secan, la ciudad lo siente primero. Su historia, su economía y su futuro dependen de mantener viva esa conexión entre el agua, la tierra y las comunidades que la habitan.
El informe detalla cómo los humedales del corredor Paraguay–Paraná acumulan los excesos de agua durante las crecientes extraordinarias y regulan el escurrimiento en los períodos de sequía, actuando incluso como cortafuegos naturales. Sin embargo, el Litoral argentino -principalmente Santa Fe- ya padece la intensificación de los eventos extremos: sequías prolongadas, bajantes históricas, incendios y pérdida de conectividad ecológica. “Estos fenómenos demuestran que el cambio climático agrava las tensiones sobre los humedales del Litoral, exigiendo una gestión multinivel y mecanismos de gobernanza más sólidos”, señaló el ministro de Ambiente y Cambio Climático de Santa Fe, Enrique Estévez.
El rol de Santa Fe
En ese sentido, los gobiernos provinciales y locales están asumiendo un papel clave. “En un escenario de débil priorización climática a nivel nacional, los gobiernos provinciales adoptamos estrategias de integración regional e institucionalizamos el enfoque de cuenca”, añadió Estévez.
Los carayá, en Jaaukanigás. Pablo Rodas
La Fundación Humedales lleva más de dos décadas trabajando en la conservación y restauración de estos ecosistemas junto a comunidades, universidades y organismos públicos. En Argentina, el Programa Corredor Azul apoyó el avance del Inventario Nacional de Humedales, con más de 35.000 km² relevados en la cuenca media y baja del Paraná. En Brasil, colaboró en la creación del Sistema de Inteligencia del Fuego en Humedales (SIFAU), que permite prever incendios y autorizar quemas controladas, una herramienta ya adoptada por autoridades ambientales de Mato Grosso do Sul.
Un amanecer en Jaaukanigás, en el corazón del humedal del Paraná. Pablo Rodas.
Pero la protección de los humedales no depende solo de políticas. “Vivir en esta zona requiere conocimientos técnicos e información diaria sobre el humedal, las islas y el río. Nunca hablamos del territorio como algo ajeno a nosotras; lo sentimos como una extensión de nuestros cuerpos”, dice Soledad Ferrerías, de la organización Taller Flotante, en Victoria, Entre Ríos. Desde su experiencia comunitaria, advierte: “Esta última bajante nos debe hacer tomar conciencia de que no se trata solo de los pulsos naturales del agua: son cambios inéditos provocados por la acción humana”.
El llamado es claro. A pocos días de la COP30, la Cuenca del Plata se perfila como el escenario ideal para que los países del Cono Sur reconozcan a los humedales como la mejor solución basada en la naturaleza frente a la crisis climática. Cuidar estos territorios acuáticos —donde el agua sigue marcando el ritmo de la vida— es también cuidar el futuro de más de cien millones de personas que habitan y dependen de sus ríos.