Mucho más que un golpe de calor: qué efectos pueden aparecer a largo plazo
Además de lo inmediato y más conocido sobre el organismo, hay personas que tienen más riesgos de enfermar y hasta morir tras la sucesión de jornadas agobiantes.
Hidratarse. Consejo fundamental ante las elevadas temperaturas. Crédito: NA
Uno de los aspectos centrales que se analizan en este diálogo con Francisco Chesini, experto en clima y salud es, precisamente, qué otras consecuencias tiene la persistencia de altas temperaturas sobre la vida humana, un tema que cobra cada vez más relevancia y que se asocia al sistema de Alertas Tempranas que el Servicio Meteorológico Nacional utiliza desde fines de 2020.
- Además del efecto más conocido que es el golpe de calor, ¿qué otras consecuencias pueden tener las temperaturas extremas para la salud humana?
- El efecto más inmediato es el golpe de calor, estrés por calor o síncope por calor. Son distintas manifestaciones clínicas que responden a un mismo proceso que ocurre cuando la capacidad de regulación del cuerpo no alcanza a contrarrestar el ingreso de calor externo y esto se transmite en aumento de la temperatura, exceso de la sudoración o, en algún momento, suspensión de la sudoración, deshidratación con pérdida de sales y, como consecuencia de este cuadro, una descompensación general que puede derivar en desmayos y convulsiones.
Pero, además del golpe de calor existen otros efectos en la salud asociados a la población que ya tiene una enfermedad crónica preexistente como diabetes , insuficiencia renal, problemas crónicos de insuficiencia respiratoria, problemas cardiovasculares, hipertensión y obesidad. Todas esas personas tienen un cuadro de base y son más propensas a sufrir una ción por efecto de una ola de calor y a que ese cuadro pueda terminar en la muerte.
Otro grupo que presenta una vulnerabilidad incrementada son los lactantes, niños y niñas, personas mayores y trabajadores que desarrollan sus actividades en ambientes externos como la construcción, la venta ambulante, el agro. Y algunas personas que realizan actividades que generan mucho calor metabólico como los deportistas de alto rendimiento.
- ¿Estas condiciones impactan por igual en el área rural y en la urbana?
- En el ambiente urbano, que es el que ha sido más estudiado, ocurre que la ola de calor se monta sobre otro fenómeno que es la isla de calor que caracteriza a espacios con mucha presencia de hormigón, un material que almacena calor y lo libera durante la noche; a esto se suma poca cantidad de espacios verdes y todo eso genera que la temperatura sea de un par de grados más altos que en la periferia rural de esa misma ciudad.
Si observamos lo que ocurre con la temperatura nocturna durante un ola de calor, las mínimas no van a descender de 23 o 24 ° y eso genera que el cuerpo no logre descansar y recuperarse para enfrentar otro día de temperaturas agobiantes.
En el ámbito rural quizás refresca un poco por las noches, pero puede aumentar la vulnerabilidad debido al escaso acceso al agua potable o la distancia a los centros de atención de la salud. Pensemos que una persona que se durante una ola de calor en la ciudad puede recurrir fácilmente a la guardia de un hospital, mientras que en una población rural donde a lo mejor hay un centro de atención primaria que funciona en un horario acotado, quizás cueste más acceder a una atención médica y esa demora puede aumentar el riesgo de complicaciones.
- ¿Hasta qué punto significó un avance el sistema de alertas tempranas que el Servicio Meteorológico Nacional puso en marcha en noviembre de 2020?
- Aún no hemos podido analizar su impacto; creemos que fue bien recibido por la comunidad y los medios de comunicación que lo hicieron propio por el hecho de que se informan con una escala cromática, fácil de comprender, las distintas posibilidades para temperaturas extremas. Del sistema que estaba vigente solo para Ciudad de Buenos Aires y Rosario se pasó a otro para el centro y norte del país y hoy se emiten alertas para todo el territorio nacional, incluida la Patagonia que este año se ha visto afectada por temperaturas elevadas en la zona del Alto Valle de Río Negro y llegó a tener emisión de alertas rojas.
Un estudio que permitió analizar la efectividad del sistema en términos sanitarios se realizó en Buenos Aires y comparó la emisión de alertas tempranas con el uso de un sistema público de bicicletas de CABA: se encontró que cuando se emitía un alerta por ola de calor se reducía el uso de la bicicleta, particularmente en personas mayores de 60 años en mujeres mayores y menores de esa edad.
En definitiva, creo que el sistema de alertas fue un gran avance. Sería importante que la información que hoy llega de manera oportuna a la población general sea tomada por el sistema de salud para planificar acciones específicas. Cuando el emite un alerta amarilla en realidad no es que ya estamos viviendo una ola de calor sino que dentro de uno, dos o tres días vamos a haber transcurrido esa ola. Esa información es muy útil para planificar acciones de prevención o preparación de guardias para anticiparse a un posible aumento de la demanda.
Las personas que trabajan al aire libre y están expuestas al sol y las altas temperaturas pertenecen al grupo de mayor riesgo sanitario por olas de calor. Crédito: Pablo Aguirre
El "semáforo" del SMN
Desde noviembre de 2020 el Servicio Meteorológico Nacional opera con un Sistema de Alerta Temprana (SAT) que permiten a la población y a los organismos de decisión tomar medidas antes de que ocurran fenómenos extremos. El sistema opera con un código de colores: rojo (efecto alto o extremo para la salud), naranja (moderado a alto), amarillo (leve a moderado) y verde (sin efecto sobre la salud).
Francisco Chesini, experto en el área de salud y cambio climático
2013: Santa Fe y una ola de calor histórica
"La ola de calor en Argentina de diciembre de 2013 fue un fenómeno que se produjo desde el 11 de diciembre de ese año hasta el 2 de enero de 2014 en la zona norte y centro del país, así como también en el norte de la Patagonia. Fue la ola de calor más prolongada vivida en Argentina desde que se iniciaron los registros en 1906, afectando al menos a 52 ciudades en todo el país". Esa es la información que se encuentra si se colocan términos claves en un buscador.
Por primera vez desde la creación del sistema de alarma por calor, rigió una alerta en nivel rojo por varios días consecutivos tanto para la ciudad de Buenos Aires como en la ciudad santafesina de Rosario.
Pero hay datos específicos, sobre todo para Santa Fe, que confirman los efectos de las temperaturas extremas sobre la salud. Francisco Chesini explica que cuando se analizaron indicadores sanitarios para esta provincia durante ese período de 2013, se encontró que el riesgo de morir se incrementó un 30 %.
"De esa ola de calor analizamos el incremento de mortalidad por edad, sexo y causa de defunción", anticipa el experto. En las mujeres se incrementó el riesgo de morir un 40 % mientras que para los hombres aumentó un 20%; si se evalúa por grupos de edad, se tiene que el incremento del riesgo fue en la franja etaria de 60 a 79 años un 20 % y un 50 % en el grupo de 80 años y más.
Hay más: "para ese verano en la provincia de Santa Fe se incrementó el riesgo de morir por enfermedades crónicas de las vías respiratorias y neumonías y en enero de 2014 creció el riesgo de morir para personas con diabetes mellitus, enfermedades crónicas de vías respiratorias y neumonías", concluyó.
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