Cada 24 de septiembre se conmemora el Día Mundial de la Investigación Contra el Cáncer, para sensibilizar sobre la importancia de la investigación científica en la lucha contra el cáncer, una de las enfermedades más complejas y desafiantes del mundo. El cáncer continúa siendo una de las principales causas de muerte en el mundo. En 2020 la Organización Mundial de la Salud (OMS) registró más de 10 millones de defunciones asociadas a esta enfermedad, lo que representó una de cada seis muertes a nivel global.
Al día de hoy existen 200 tipos de tumores relacionados con un tipo de célula y tejido específico, pero cada una de estas muestras ha determinado que cada paciente puede sufrir 700 tipos de mutaciones genéticas muy diferentes los unos de los otros. Esto es lo que vuelve al cáncer una afección compleja y difícil de erradicar. A nivel regional, el panorama no es para nada alentador. La Organización Panamericana de la Salud (OPS), que detectó más de 4,2 millones de nuevos casos de cáncer en 2022, prevé que aumente un 60% para 2045 (6,7 millones de casos), convirtiendo al cáncer en una de las principales causas de muerte en América.
Y en el orden global los números son más inquietantes aún: para el 2022 se registraron aproximadamente 20 millones de casos nuevos, proyectándose para 2050 una cifra que superará los 35 millones de casos anuales, lo que implica un aumento superior al 75 % (OMS-Globocan 2024). Estas alarmantes estadísticas subrayan la necesidad urgente de acelerar la investigación científica para prevenir, diagnosticar y tratar el cáncer de manera más efectiva.
En este contexto extremadamente difícil, existen firmas farmacéuticas que reafirman su compromiso con el avance de la ciencia y la innovación en oncología. Recientemente, un compañía japonesa que inició operaciones en el país, empezó a promover investigaciones que apuntan a la medicina de precisión. Esta tendencia global está orientada al desarrollo de plataformas tecnológicas y estudios clínicos que permiten caracterizar el perfil molecular de cada paciente, ofreciendo soluciones más específicas, con mayor eficacia y mejor tolerancia a los efectos secundarios asociados.
La innovación científica está transformando el panorama de la oncología. El uso de biomarcadores, inteligencia artificial y el análisis de datos "ómicos" han permitido diagnósticos más tempranos, la selección de terapias específicas y el desarrollo de tratamientos personalizados que no solo mejoran la sobrevida de los pacientes, sino que también reducen la toxicidad de los tratamientos.
(*) Nota original de María Camila Sara Valencia, adaptada para su publicación en El Litoral.
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