El Litoral
Ismael Grau - DPA
Con la instalación de un nuevo gobierno en Uruguay este domingo no se avizoran cambios sustanciales en las políticas del país sudamericano, pero sí en el estilo de la conducción presidencial.
Deja el cargo el carismático y mediático ex líder guerrillero José Mujica y la asume, por segunda vez, el médico oncólogo Tabaré Vázquez.
Vázquez llevó por primera vez a la coalición progresista Frente Amplio (FA) al poder en 2005 y ejerció la presidencia por cinco años. En marzo de 2010 lo sucedió Mujica, miembro de esa misma coalición que agrupa a sectores mayoritariamente de izquierda.
En ambos períodos la economía uruguaya fue manejada con ortodoxia y se puso énfasis en la atención a los problemas sociales y la equidad, políticas que Vázquez ha prometido mantener y reforzar en su nuevo mandato.
Entre los planes sociales más promocionados por la próxima administración está instalar un sistema de cuidados de niños, adultos mayores y personas enfermas, con financiamiento estatal, que facilite la entrada al mundo laboral de mujeres y jóvenes.
"Nuestro gobierno (...) no será más de lo mismo. Porque el Uruguay de hoy no es el de 2005 ni el de 2010. No es perfecto, pero puede ser mejor", dijo Vázquez la misma noche de su triunfo electoral, el 30 de noviembre, con casi 53 por ciento de los votos.
Aunque no se espera un giro en las políticas al mantenerse el Frente Amplio en el poder, el mandatario saliente y el entrante tienen historias de vida y estilos diferentes.
Mujica fue uno de los comandantes de la guerrilla "tupamara" que actuó en Uruguay en la década de 1960 e inicios de 1970.
Es un floricultor que, aún después de asumir la presidencia, siguió viviendo en una chacra modesta en las afueras de Montevideo y manejando un viejo coche Volkswagen.
Además, durante su mandato, donó parte de su sueldo para un plan de vivienda solidaria creado por él.
También por un alto perfil mediático, un discurso contra el consumo desmedido y en favor de la paz y del cuidado del medio ambiente, su figura llamó la atención en ámbitos internacionales.
Sin protocolo, los uruguayos lo conocen por el apodo "Pepe", y en el exterior como el "presidente más pobre del mundo".
Durante los cinco años de gestión de Mujica se aprobó una ley que reconoció el matrimonio gay y otra, todavía en fase de implementación, que involucra al Estado en la producción y distribución de la marihuana como un camino alternativo a la lucha contra el narcotráfico.
Vázquez, médico oncólogo de profesión, ha combatido el tabaquismo y no ve con gran simpatía la liberalización de la marihuana que aprobó Mujica, aunque aseguró que mantendrá la ley.
Al entrante presidente se lo vincula con la masonería y vive en un barrio residencial de Montevideo. Su esposa y uno de sus tres hijos están estrechamente ligados a la Iglesia Católica.
Con Vázquez, la primera magistratura volverá a tener la imagen de un estadista convencional.