Una estética clásica se renueva con toques frescos, detalles inesperados y combinaciones audaces que rompen estructuras sin perder identidad. La clave está en reinterpretar códigos tradicionales con mirada actual y actitud propia.
Un look equilibrado entre lo formal y lo relajado.
El estilo preppy, que surgió en los campus universitarios de la Ivy League y en los uniformes escolares, es sinónimo de elegancia clásica y sofisticada. Sin embargo, si se repite sin innovar, puede volverse un cliché anticuado. Hoy, la clave está en combinar esas piezas tradicionales con elementos contemporáneos que aporten frescura y un aire relajado, logrando un look auténtico y moderno.
Las prendas emblemáticas del preppy —camisas abotonadas, suéteres con cuello en V, blazers entallados, faldas tableadas y mocasines— continúan siendo la base del estilo. Pero la diferencia está en cómo se combinan.
Por ejemplo, una camisa blanca impecable puede llevarse con jeans rectos deshilachados y zapatillas urbanas, dando un aire más casual sin perder la estructura del look. Asimismo, las faldas plisadas pueden salirse de los tonos tradicionales para adoptar estampados atrevidos o texturas como el cuero o el denim. La idea es reinterpretar y no replicar sin cambios.
Toques que marcan la diferencia
La paleta clásica —azul marino, blanco, rojo y verde botella— puede complementarse con tonos más vivos o metálicos que aporten personalidad. También resulta interesante jugar con bloques de color o combinaciones poco comunes, como un suéter lila con pantalones terracota, o una camisa verde menta con accesorios mostaza.
Prendas atemporales combinadas con estilo personal.
Los accesorios siguen siendo fundamentales para el preppy moderno. Mocasines y cinturones de cuero mantienen su protagonismo, pero hoy conviven con zapatillas chunky, aros oversize o riñoneras cruzadas. El truco está en no saturar el outfit con todos los símbolos preppy, sino elegir uno o dos elementos clave y construir el conjunto con libertad y criterio.
Un preppy sin etiquetas de género
Históricamente, el preppy estaba muy marcado por el género: corbatas y pantalones para hombres, faldas y cintillos para mujeres. Actualmente, ese esquema se rompe con la moda sin género.
La elegancia puede ser también fresca y versátil.
Un blazer entallado puede ser parte de un look fluido, y una camisa de vestir lucirse abierta sobre un top y short deportivo, sin importar quién lo lleve. Esto abre las puertas a un estilo más inclusivo, adaptable a distintas edades, cuerpos y personalidades.
Diversidad y mezclas actuales
El preppy ya no es exclusivo de una élite o de un tipo corporal específico. Hoy se adapta a todo tipo de personas y se mezcla con influencias urbanas, grunge, vintage o deportivas.
Una nueva forma de interpretar lo tradicional.
Muchas marcas independientes aportan nuevas miradas, incorporando prendas cómodas y estilosas que rompen con los códigos rígidos del preppy clásico. Así, este estilo evoluciona hacia algo más auténtico y diverso.
Consejos para lograr un preppy auténtico
Mezclar prendas clásicas con elementos casuales o deportivos.
Atreverse a combinar colores y texturas poco convencionales.
Optar por accesorios que aporten un toque distintivo sin recargar el look.
Evitar la rigidez y apostar a la comodidad y personalidad.
Usar las prendas como base para construir un outfit que refleje el estilo personal.
Llevar el preppy hoy no significa disfrazarse ni parecer un estudiante de Harvard de los años 60. Es rescatar la elegancia del pasado para fusionarla con la libertad y frescura actuales, creando un estilo que es a la vez clásico y genuino.
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