Hace unos días, el fiscal federal Eduardo Taiano, funcionario judicial a cargo del trámite de investigación del homicidio del entonces fiscal Alberto Nisman, presentó un primer informe y algunas conclusiones del cierre de su cometido procesal. Justamente, este 18 de enero se cumplen diez años del homicidio de Nisman, quien era el responsable a cargo de la Unidad Fiscal de Investigación del Atentado a la AMIA, ocurrido el 18 de julio de 1994.
En el aludido informe, Taiano expresa de un modo contundente que "Nisman fue asesinado debido a su trabajo en la Unidad Fiscal de Investigación del Atentado a la AMIA (UFI-AMIA)", precisándose que el homicidio estuvo vinculado a su denuncia sobre el Memorándum de Entendimiento con Irán"que buscaba encubrir a los responsables del ataque a la mutual judía que dejó un saldo de 85 muertos".
En el desarrollo de estas afirmaciones, encuentro un dato que a nuestro entender es revelador de las falencias de la investigación, de la desaprensión profesional de las autoridades intervinientes y por supuesto, coincido con la afirmación del fiscal Taiano en cuanto al presunto objetivo del encubrimiento final de los responsables de este homicidio, sobre el cual estas líneas intentan ser, al menos, una reflexión ética sobre el actuar estatal. Incluyendo a los poderes Judicial y Ejecutivo que allí actuaron.
Puntualmente, aquí me refiero al desconcertante, insólito e injustificado número de 88 presencias que en la noche del 18 de enero de 2015, frente al indefenso cadáver del entonces fiscal Nisman, transitaron por el interior del departamento que el citado habitaba en el edificio Le Park de Puerto Madero.
Desagregando ese listado, encontramos que solamente cuatro (4) de ellos eran familiares y amigos de la víctima; siete (7) eran testigos ocasionales; cuatro (4) formaban parte del equipo médico convocado; más un juez y su secretario (2); una fiscal y su secretario (2) y sesenta y nueve, sí sesenta y nueve (69), presencias de representantes del Poder Ejecutivo, entre funcionarios del Ministerio de Seguridad de la Nación y miembros de las fuerzas de seguridad como Prefectura, Policía, sean oficiales y suboficiales.
Podría suponerse que la importante cantidad de funcionarios referidos, con más la intervención de un juez y una fiscal se ameritaba por el perfil y responsabilidad del fiscal asesinado, y que la premura por la investigación del caso así lo requerían y su resultado sería la pronta resolución del mismo así lo acreditaría. Pues bien, no ocurrió esta pretendida buena intención que podría suponerse.
Han transcurrido diez años que las 88 presencias en la escena del crimen transitaron el mismo piso con el yaciente cadáver del fiscal y aún no ha habido ninguna atribución de responsabilidad penal sobre la autoría de su homicidio y creo que aquel número par se ha constituido en un nuevo ícono, en una nueva referencia.
Es conocido que, a lo largo de la historia mundial, argentina y por supuesto santafesina, la nomenclatura por sí sola genere un concepto, un consenso, una aseveración, una referencia que en muchos casos refieren a valores como la libertad, la emancipación, la convicción, las creencias y que su sola referencia ubica al lector frente al hecho y a su correlativa enseñanza o moraleja.
Cito solo algunos ejemplos. Entre ellos el de los "7 Jefes" de 1580, aquellos criollos que establecieron históricamente la primera referencia de sublevación y autonomía provincial (la llamada "Revolución de los siete jefes"), como bien señalan entre otros Agustín Zapata Gollán y Ramón J. Lassaga.
El número y la mención de los "7 Jefes" es un ícono valioso, en especial para los santafesinos, acerca de la convicción y autonomía de la Corona Española que nuestra tierra siempre tuvo.
Otro caso conocido, en similar línea, podría ser el de los "33 Orientales", quienes en abril de 1825 ofrendaron sus vidas para recuperar la territorialidad de Montevideo frente al imperio luso-brasileño. Es otro número que refleja algo valioso para ellos y para la posteridad (*).
Finalmente, se puede decir que en materia de creencias y con base bíblica está la siempre vigente alusión a los "12 Apóstoles", los que, como fieles acompañantes y servidores de Jesús, acompañaron y difundieron su palabra y fueron fieles a sus creencias. Este último es sin dudas el número icónico universal más conocido y respetado, el de los doce apóstoles de Cristo.
Por supuesto que hay muchísimos más números icónicos que su sola referencia o nombramiento importan referir a la ocurrencia de un hecho o acto, o proceso, o resultado de algo valioso, positivo para el tejido social.
Los números icónicos representan, así lo consideramos, como una suerte de moraleja de las Fábulas de Esopo, pero en estos casos, basados en hechos históricos que reflejan como conclusiones la existencia y ratificación de principios, valores, honradez, convicción, transparencia, entre muchos otros.
Por estas breves razones, estoy convencido que el número "88 Presencias" "citado en el informe del fiscal federal Eduardo Taiano tiene la posibilidad histórica de abrir las puertas de la investigación penal en curso e identificar y juzgar a los autores materiales e intelectuales del asesinato del fiscal Nisman revalorizando la percepción de la baja calidad institucional que goza el Poder Judicial de hoy, o bien ser un número más que solamente sedimente y cristalice la inmovilidad actual de la Causa Amia. De ser así, el 88 será el ícono de la impunidad en la Justicia de la República Argentina.
(*) "Treinta y Tres Orientales", nombre con el que se conoce a los hombres que, liderados por Juan Antonio Lavalleja y Manuel Oribe, emprendieron una insurrección para reincorporar la Banda Oriental -territorio que comprendía lo que en la actualidad es Uruguay-, a las Provincias Unidas del Río de la Plata.
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