El año lectivo 2017 se inició con problemas en la ciudad de Santa Fe. Y no fue sólo por las medidas de fuerza de los gremios docentes, sino por un fenómeno que poco a poco se fue extendiendo de una escuela a otra. Se trata de una seguidilla de amenazas de bomba que tienen a maltraer a las autoridades de los establecimientos, a los bomberos y a las fuerzas de seguridad. Tan sólo en la escuela Almirante Brown se produjeron más de 20 amenazas. La última se registró hace apenas una semana. Como sucediera en cada uno de los casos, se produjo una situación de caos no sólo dentro del establecimiento ubicado en 25 de Mayo 3762, sino también fuera y en los alrededores del edificio, debido a los cortes de calles y desvíos que debieron realizar las fuerzas de seguridad para asegurar la zona, hasta confirmar que nuevamente se trataba de un bromista. Los llamados no se realizan a la escuela, sino que se producen directamente a la central de emergencias 911. Aun bajo la sospecha de que se trata de una nueva broma, a las autoridades no les queda otra alternativa más que activar los protocolos de actuación. El martes de esta semana, el problema se planteó en la escuela Mariano Quiroga, ubicada en Aristóbulo del Valle al 6300. Poco después de las 15, recibieron un llamado telefónico con la amenaza de la colocación de un artefacto explosivo. Las autoridades del establecimiento escolar desalojaron la totalidad de los alumnos por prevención. Rápidamente llegaron a la zona efectivos policiales y especialistas de la Brigada de Explosivos. Realizaron un exhaustivo trabajo de rastrillaje dentro del edificio, pero no encontraron ninguna bomba. En este caso, desde la central 911 constataron que el llamado se había realizado desde un teléfono celular que se encontraba en el interior de la escuela. De esta manera, pudieron dar con el alumno propietario del aparato, quien asumió su responsabilidad en el suceso. El jueves 18 de mayo fue, quizá, el peor de los días para las fuerzas de seguridad, pues durante esa jornada se produjeron nada menos que cinco amenazas de bombas en la ciudad de Santa Fe. El primero de los hechos se dio en el edificio central de la Empresa Provincial de la Energía, EPE, ubicado en bulevar Pellegrini al 2600 entre San Jerónimo y San Martín. Semanas después se pudo determinar que el autor de las intimidaciones era un joven despechado que buscaba atemorizar a su ex pareja, empleada de la empresa. El segundo caso fue en el establecimiento escolar ubicado en Aristóbulo del Valle al 6300. El tercero se dio en la escuela de calle Tacuarí, entre Ricardo Aldao y Ángel Cassanello, de barrio Villa Setúbal. Pasado el mediodía, la seguidilla continuó en la Universidad Católica. La última amenaza de aquel día se produjo pasadas las 21 en la escuela Moreno, ubicada en calle Ituzaingó 1814. Tan grave es la situación, que se tomó la decisión de abocar a la Policía de Investigaciones (PDI) para dar con los autores de las amenazas. En algunos casos fue posible identificarlos y rápidamente quedaron a disposición de la Justicia. Los investigadores saben que algunos llamados se producen desde teléfonos públicos. Pero advierten que es posible determinar el origen exacto de la llamada y que en gran parte de la ciudad existen cámaras de seguridad instaladas. A partir de estos elementos, evalúan caso por caso. Evidentemente los autores de estas amenazas no tienen conciencia de los inconvenientes que generan cuando bomberos, fuerzas de seguridad y sistemas sanitarios se ven obligados a movilizarse sin necesidad alguna, con el riesgo de dejar desprotegidos a quienes realmente están en problemas. La Justicia deberá investigar los hechos y dar con los responsables. Si no se le otorga a este fenómeno la importancia que merece, se podría generar una situación similar a la que se viene produciendo con la quema de autos en la vía pública.