Respecto a las noticias que circundan en los ámbitos del periodismo, me voy a centrar en la denominada “Causa de los cuadernos”. Sabemos quiénes son los acusados y materialmente responsables de la misma. Por eso me voy a referir a los que no están nombrados en ella, algo que es muy preocupante porque fueron responsables para que un Estado pudiese hacer a su gusto acciones reñidas con la honorabilidad.
Nadie puede hacer algo de tal magnitud sin que haya terceros con la responsabilidad de custodiarlo o controlarlo. Por eso: ¿quién controlaba a "los ejecutores" del presunto pago de sobornos?
El periodista se entera de lo ocurrido por medio uno de los involucrados, el ex chofer (Oscar Centeno) de un funcionario público (Roberto Baratta), pero evidentemente hay muchos "hombres de confianza" de los "autores intelectuales", como engranajes generadores del pedido de esos "aportes paralelos" o coimas.
Si nos llevamos por los dichos y rumores, supuestamente el responsable de “los cuadernos” era la persona que debía hacer retiros en determinados lugares de valijas, las que contenían dinero para poder llevarlas a los destinos que le informaban.
Se sabe que era en efectivo y que además eran dólares, porque como todo ser humano curiosos, el chofer husmeó qué es lo que traían las valijas y -ni lerdo ni perezoso- se dijo “el que roba a un ladrón, tiene cien años de perdón”. Y entonces, limpia de toda culpa su “conciencia”, pasó a la acción.
Este personaje se dio a conocer. Pero… ¿por qué no investigamos bien a fondo a los escribanos que certificaron las compras de propiedades y no indagaron la procedencia de dicho dinero? ¿O a los que vendieron, ya que podría constatarse si recibieron la misma cifra que dice la escritura?
Además del “matrimonio político” hay otro partícipe en esta trama, el dueño de la empresa de construcción, actualmente procesado, quien adquirió cantidades de propiedades. ¿El o los escribanos habrán tomado los recaudos necesarios de semejantes negocios de compra de propiedades? ¿Los propietarios hicieron las ventas voluntariamente o fueron “invitados” a vender?
También pueden ser testigos junto a los escribanos. También hay otros testigos con responsabilidades: las amistades de los empresarios, que por su nivel de información lógicamente pueden deducir lo que hicieron estos y son allegados. Además, están las autoridades judiciales.
¿Los fiscales y jueces, aunque no tengan relaciones sociales con empresarios de fuste, será real que ninguno se haya enterado de dichas maniobras? Quedan las dudas y es muy preocupante el silencio.
Los contadores de los empresarios también conocen de estos movimientos dinerarios, porque en su contabilidad ajustan los números entre otras cosas para disminuir impuestos, o directamente para eludir esos aportes.
Conclusión: los empresarios no pagan todas las cargas impositivas, hacen movimientos de dinero en “negro” y por ende a todo este desaguisado lo termina pagando el pueblo.
Para los que vivimos otra Argentina, o sea el resto del país, llámese “el pueblo” o “los ciudadanos de a pie”, queda la sensación de impotencia y aquel viejo dicho criollo: si robás una gallina te dan dos a tres años de cárcel; si te robás un país, no pasa nada.
Pero… ¿cuántos años te tendrían que dar en este caso? Multipliquemos la magnitud de lo robado en dólares, no les alcanzaría la vida para cumplir la condena; hasta se la podría prorrogar a los herederos… y tampoco alcanzaría.
Los empleados públicos que cumplen funciones en la Justicia estarán a la altura de las circunstancias, analizando la analogía que cuento. Además de haber sido ominoso para el pueblo, que en silencio se entera de la conjunción de hechos y acciones que hubo para llevar adelante semejante organización.
Si sale a la luz esto, cuando solamente hablamos de dinero, qué se puede pensar de otros negociados que se hayan podido firmar con total desconocimiento del pueblo. En apariencia hay dos comprometidos, pero faltan muchos más. Que Dios y la Patria los demanden.