Queridos Amigos. ¿Cómo están? La fiesta de Corpus Christi que celebramos hoy, es una de las fiestas más importantes para los cristianos, pues la Eucaristía es el corazón palpitante de la fe católica.


Queridos Amigos. ¿Cómo están? La fiesta de Corpus Christi que celebramos hoy, es una de las fiestas más importantes para los cristianos, pues la Eucaristía es el corazón palpitante de la fe católica.
Pero… ¿se puede celebrar alegremente la fiesta de Corpus Christi en el contexto actual de Argentina, donde casi el 40 por ciento de la población es pobre? ¿Se puede ser cristiano sin sentirse preocupado, cuestionado, interrogado por las dramáticas realidades que nos tocan vivir, y que en muchos casos las hemos creado nosotros?
El Evangelio de hoy no deja dudas sobre nuestra misión. Nos dice: "En aquel tiempo, Jesús hablaba a la gente del Reino y sanaba a los que tenían necesidad de curación. Al caer la tarde, se acercaron los Doce y le dijeron: 'Despide a la multitud, para que vayan a los pueblos y caseríos de los alrededores en busca de albergue y alimento, porque estamos en un lugar desierto'. Él les respondió: 'No necesitan irse. Denles de comer ustedes mismos' (…)". Palabra del Señor. Gloria a ti Señor Jesús.
Ante los innumerables problemas de tantos hermanos nuestros, hambrientos y abandonados, se pueden tomar distintas actitudes, señalo solo dos. Una, representada por los Apóstoles.
Su filosofía era simple y parecida a lo que pensamos muchos de nosotros: "Sálvese quien pueda". Piden a Jesús diciendo: "Despide a la multitud, porque estamos en un lugar desierto". Sin lugar a dudas los Apóstoles manejaban muy bien los principios neoliberales, basados en el egoísmo e individualismo.
La segunda actitud, es la de Jesús. Su afirmación es contundente: "No necesitan irse. Denles de comer ustedes mismos". De este modo, Jesús afirma que proveer el pan para todos es nuestra responsabilidad. No podemos lavarnos las manos, liberándonos de un compromiso que nos compete.
Bregar por el pan, símbolo de todas las necesidades humanas -como ser la vivienda, el trabajo, la educación, la salud y demás-, no es solo tarea de los dirigentes y de los políticos, también es la tarea de todos nosotros. El problema de la crisis económica en nuestra sociedad no se arregla con paros permanentes, con huelgas o con manifestaciones. Alguien tiene que trabajar y producir bienes.
El entonces arzobispo de Buenos Aires, Jorge Mario Bergoglio, en el año 2001, durante la grave crisis económica nacional, afirmaba: "No alcanza con golpear las cacerolas, hay que llenarlas". El problema que nos afecta tampoco se arregla con la emisión de billetes, como lo hacían algunos ministros de Economía.
La Biblia es clara al decir: "Con el sudor de tu frente ganarás tu pan". Dios no regala las cosas como lo hacen "nuestros gobiernos".
El país necesita cambios profundos. Es urgente crear genuinas fuentes de trabajo; es urgente ocuparnos de la seguridad, de la salud, de la educación. Subrayo el tema de la educación. Pues... ¿puede haber otro tema más importante que la formación de futuros ciudadanos, cristianos y profesionales?
El ministro de Educación de la provincia de Santa Fe, José Goity, desde hace tiempo nos viene hablando de la "catástrofe educativa", teniendo en cuenta la pobreza en los resultados de las evaluaciones de materias troncales: matemática y lengua.
Sin embargo, me asombra, por lo menos a mí, la cantidad de días feriados que tenemos. Sin alumnos en las aulas, sin profesores dando clases, con tantos largos "fines de semana"... ¿qué futuro nos espera?
Todos hablamos de la crisis económica y es verdad, pero el mayor daño causado por los gobiernos de turno a los argentinos es ético y moral. La crisis económica se pude revertir rápido.
En un año hemos reducido la inflación, y esto es un hecho grandioso que hay que celebrar, pero la recuperación de los valores éticos y morales, el cambio de actitudes y de paradigmas, nos costará muchos años más. Recuperar estos valores llevará largo tiempo y varias generaciones.
Para ir concluyendo, me permito citar al filósofo y escritor francés Benjamín Constant (1767-1830), que en cierta oportunidad dijo: "Cada generación hereda de sus antepasados un tesoro de riquezas morales; es un tesoro invisible y precioso que entrega a sus descendientes.La pérdida de este tesoro es para un pueblo un mal incalculable".
Invito, en esta Fiesta de Corpus Christi, a pensar por unos minutos sobre lo que dice Jesús: "Denles de comer ustedes mismos".
Que Dios nos bendiga.
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