No es que Dios esté arriba de nosotros, mandando, exigiendo, juzgando y controlando. Es el amigo, el compañero que nos comprende, que sufre y goza con cada uno de nosotros. Para encontrarlo "no vayas afuera, sino permanece dentro de tu corazón" (San Agustín). ¡Él se ha definido como Amor y se nos ha manifestado como Servicio en y con Cristo!
En realidad, Dios quiere la salvación de todos sus hijos. Y nos quiere siempre. Dios no produce los acontecimientos, pero se involucra en nuestros problemas y dificultades. Dios no está ajeno a nuestras historias de vida terrenales. Para una salida positiva, Dios nos ofrece dignidad, coraje y esperanza a pesar de las caídas o fracasos. Por eso, solo con la oración podemos seguir esperando con "esperanza", con un trato de libertad y no de necesidad.
Dios no es un enemigo del actuar del hombre o la mujer, sino del orgullo, del egoísmo. ¡De allí que la oración no termina en decirle o contarle al Padre lo que nos pasa, sino para que Dios nos cambie! Es para pensar con Dios más que pedirle solamente; es para "pedirle" fuerzas y luz para solucionar nuestros problemas. Dios nunca nos niega su Espíritu; como en Getsemaní, Jesús descubrió la claridad para enfrentar la muerte.
Dios sigue siendo el "dueño de lo imposible". Necesitamos siempre de Dios y Él actúa siempre (Juan 5, 17). Necesitamos orar y pedir para sentirnos hijos: "oración de abandono"; por eso el Evangelio es la confianza en Dios que nos dará su ayuda sin "comprarlo" con sacrificios o dolores, teniendo la certeza de que somos escuchados, perseverantes como Jesús (Juan 11, 42). De allí también que el Amor es mucho más exigente que el miedo; es paciente, es auténtico; no nos juzga después de conocernos, todo lo espera, todo lo soporta, todo lo disculpa. No calcula antes de amar, como en la parábola "del padre pródigo": lo vio de lejos, se conmovió… y lo cubrió de besos.
El pecado es una traición a un ser querido. Es negarlo a Dios. Solo el bien nos hace felices y nos ayuda a perder el miedo a Dios para no perder el respeto con Dios. Para Jesús, su mandamiento es Amar (Lucas 18, 22), en el perdón al enemigo, en compartir los bienes. Por ello el Evangelio habla de "puerta estrecha" (Lucas 13, 24). Es la "puerta de servicio de la casa" y por lo tanto también difícil de encontrar (Mateo 7, 14).
Volver a la Biblia
Para pensar: una Iglesia dispuesta a escuchar puede ser escuchada; una Iglesia que quiera evangelizar el mundo tiene que conocer el mundo de hoy; una Iglesia con Amor puede ser humilde y luchadora de un "servicio caritativo" para superar barreras; una Iglesia servidora es una Iglesia humilde; una sociedad con tantos que sufren, que desesperan, que tienen hambre y frío, con tantas injusticias y desigualdades con el "Proyecto de Dios", no podrá entender que Dios es Bueno y los cristianos no podrán multiplicar la Bondad de Dios.
Una Iglesia con una pastoral de la "Esperanza Mariana" podrá reemplazar a la "pastoral del miedo" estando muy cerca de y con Cristo (Lucas 23,43), descubriendo que el Purgatorio es obra de la Misericordia de Dios, Amor de Cristo que purifica. Por eso mismo: "Todos somos importantes para Dios". Pero el hombre, en realidad, generalmente busca a Dios ante la necesidad o las necesidades. En cambio Dios busca al hombre porque lo ama.
Lo peor, por lo tanto, para toda persona es: a) Como cristiano, no intentar "ser santo" nunca, como nos decía monseñor Vicente Zazpe; b) No procurar una conversión sincera y genuina; c) Desconfiar de Dios, en especial a través de las tentaciones. Hay que recordar y tener presente: Dios me llama por mi nombre; me ve y me comprende, tanto en las alegrías como en las penas.
Yo no sé qué imagen de Dios tienen ustedes, cómo se lo imaginan, cómo lo valoran y qué lugar ocupa en su vida… ¡Pero siento la necesidad de compartir mi fe en el verdadero Dios de Jesús, aquel que muchos, quizás demasiados, desconocen! Y lo hago en la Iglesia edificada sobre Pedro y los apóstoles elegidos por Cristo, llamados por él.
También lo hago recordando que a través del Documento de Aparecida, se nos pide misionar en todos los países latinoamericanos. Es un pedido dirigido a todos los cristianos y católicos con una misión kerigmática (proviene de kerigma, palabra griega que significa primer anuncio). Según ese documento de 2007, del que tuvo participación preponderante el entonces cardenal Jorge Bergoglio -quien sería consagrado en 2013 como papa Francisco-, es la revelación de la persona de Cristo vivo la que nos llama a seguirlo -en especial aquellos que no conocen a Jesús- y a reconocerlo como quien da pleno significado a nuestras vidas.
Hay muchas cosas que se ignoran sobre Cristo y de Dios, por lo que no puede presuponerse la fe. Porque no se trata de conocer si Dios existe, o no, si no en qué Dios creemos. Entonces es necesario volver a la Palabra de Dios; volver a la Biblia, como dijo el papa León XIV. Entender que ese primer anuncio del Evangelio (kerigma) no significa empezar a hablar de los compromisos, dogmas y mandamientos, si no del "Amor de Dios" en la cruz del Viernes Santo, como iniciativa de "Dios en Cristo".
"Saber escuchar no es cuestión de oír"
Una Iglesia cansada, que no contagia el entusiasmo de su fe en Dios, en Jesucristo, con la acción del Espíritu Santo, no evangeliza, no puede entender y asumir que Dios es bueno, nos ama y es nuestro amigo. Si leemos y meditamos el Evangelio, descubrimos a un Dios profundamente humano, más que cualquiera de nosotros, por eso debemos volver al Evangelio que nunca cambia.
"No es el Evangelio el que cambia, somos nosotros los que comenzamos a comprenderlo mejor" (Juan XXIII). El Concilio Vaticano II, desarrollado entre 1962 y 1965 con un renovado espíritu, nos llevó a un profundo acercamiento al Evangelio, al reconocer las dificultades de ciertos cristianos que con sus vidas han velado más que revelado el rostro de Dios.
¿Pero, cómo es Dios? ¿Quién es para cada uno? La imagen que tenemos de Dios-Jesucristo condiciona nuestra fe y cuestiona la credibilidad de la misma Iglesia. Y muchos, equivocadamente, tienen una imagen de Dios que no entusiasma a nadie en 2025. Las causas son muchas: las predicaciones, las catequesis sobre el infierno y la felicidad… muchas.
En una América Latina creyente, que no cuestiona la existencia de Dios, pero en la que vemos tantas injusticias y desigualdades sociales de todo tipo,… ¿cuál es el Dios verdadero? Muchos se lo preguntan. ¿Hoy, en una sociedad con tantas miserias, estamos más lejos de la fe que antes? Hay testimonios de muchos cristianos que quieren volver al primer anuncio, a "la buena noticia de Jesús".
Hemos de volver a la Biblia, para rescatar el verdadero rostro de Dios: un Amor gratuito y un amigo de todos. Nuestra felicidad: "Dios es Jesús, porque Dios se hizo carne en Jesús como lo afirma el evangelista Juan, ofreciendo el perdón gratuito del Padre Dios" (Juan 1, 18). "Les di a conocer tu nombre" (Juan 17, 26). Dios se revela por etapas, pero con un hilo conductor: afirmando siempre que es compasivo, que libera, siempre habla a través del silencio.
Entre el trigo y la cizaña del campo, Dios nos inquieta. Por eso Víctor Frankl nos ha dado un consejo: "Saber escuchar a Dios no es cuestión de oír, sino de percibir el sentido profundo de la vida y la propia existencia, escuchar con el corazón". Solo lo escuchan quienes lo aman y lo buscan. Debemos esperar el amor de los hermanos y responder de la misma manera para establecer esa relación mutua de amor en Cristo. Como decía con frecuencia el cardenal Eduardo Pironio del propio monseñor Zazpe, debemos "ser hombres de Dios".
(*) Diácono permanente, Parroquia San Roque de Santa Fe.
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