Por Miguel Ángel Dalla Fontana


Por Miguel Ángel Dalla Fontana
La más antigua de las escuelas denominadas "De Oficios para Mujeres y del Hogar" se llamó al principio Escuela Brigadier Estanislao López Nº 1 y fue fundada hacia el año 1900, ubicándose en 25 de Mayo y Falucho. El recuerdo de datos como el precedente alienta el reconocimiento hacia el profesor Sergio Reinares, por la enorme contribución que hiciera a la educación santafesina con su "Reseña Histórica de la Educación y sus Escuelas", de 1946.
Dicha investigación nos permitió conocer, por ejemplo, que para 1940 el gobierno provincial había ejecutado un plan de construcción de escuelas de este tipo en el siguiente orden cronológico, desde 1925 a 1928, siendo las últimas en construirse entre 1932 a 1935 (Reinares, 1946, página 384). En su obra, Reinares describe un generoso trabajo de educadores, científicos, investigadores y hasta músicos, que lograron con su labor educativa que Santa Fe fuera una de las provincias más cultas de la nación.

Dentro del programa educativo de estas escuelas industriales, el 9 de mayo de 1925 se realiza la apertura de la Escuela Industrial de Señoritas Nº 2 (llamada a partir de 1929, Domingo Cullen), la que primero aparece situada en calle Balcarce 1874, al contrafrente de las instalaciones de la Escuela Dr. Mariano Moreno. Luego, la institución seguirá con su segunda apertura en Avellaneda 3211 (antes Nº 142), esquina Gobernador Francisco Antonio Candioti, una vivienda que era propiedad de Egidio Caffaratti.
Justamente, algunos familiares del ex intendente Caffaratti, entre ellos Isabel Caffaratti Truco de Gómez Cullen, aparecen en el catastro parcelario como la donante del inmueble a la Provincia de Santa Fe, para el establecimiento de la Escuela Industrial de Señoritas Nº 2. En un artículo del diario Santa Fe se informa que la escuela, al ser trasladada de calle Balcarce hacia Avellaneda, había generado una cantidad menor de inscripciones en la composición de su alumnado, conformado mayoritariamente por hijas de obreros. Este hecho puede explicarse considerando que la institución, en su emplazamiento inicial, estaba rodeada de las manzanas con la mayor densidad de población.
Las ventajas de la ubicación de la escuela en calle Balcarce, estaban dadas por la presencia de un núcleo de instituciones como eran las escuelas Dr. Mariano Moreno y La Salle Jobson, así como el templo de la iglesia San Juan Bautista, sumados a la Plaza Pueyrredón y el mercado "Progreso". Ello generaba una dinámica educativa y religiosa, y a la vez recreativa y comercial con un intenso trajín diario. En cambio, la nueva ubicación de la escuela en calle Avellaneda tenía características distintas, por estar rodeada de edificaciones muy dispersas entre lo urbano y lo rural.
El aumento de concurrencia, tan rápido, se obtuvo mientras el establecimiento estuvo en calle Balcarce, más central, más en el corazón del barrio. Pero esa misma circunstancia trajo como consecuencia la necesidad de instalar la escuela en otro local y se trajo al actual, amplio, cómodo, suficiente, pero en un punto inadecuado, en Avellaneda y Gobernador Candioti, en el ángulo sudeste del barrio, donde la población al sur y al este era escasa. De ahí que la escuela en vez de seguir aumentando su matrícula, disminuyera. Quizás el lugar de la escuela debió ser otro, circunstancia que posiblemente no pudo subsanarse por falta de una casa amplia.
De todas formas, como contrapartida, la nueva ubicación del establecimiento educativo facilitó la incorporación de estudiantes que vivían en localidades cercanas, como ser Laguna Paiva, Ángel Gallardo, Arroyo Aguiar, Monte Vera, así como de las estaciones Constituyentes, Ascochingas y Guadalupe, entre otras. Al llegar al establecimiento a través del Ferrocarril Central Norte-luego General Manuel Belgrano-, cuya estación está ubicada en Bv. Gálvez y Avellaneda, quedaba a pasos del Colegio Domingo Cullen (Reinares, 1946, página 384):

"El plan de enseñanza que desarrollan es más o menos uniforme y comprende las siguientes especialidades: Modistas, Lenceras, Bordadoras, Encajes, Tejedoras, Fantasías y decorados, Artes decorativas, Peleteras, Sombrereras y Telares. Son concurridas por 2.025 alumnas, atendidas por 164 profesores".
Si bien puede reconocerse que el plan aplicado en la Escuela Brigadier Estanislao López Nº 1 tenía un grado de paralelismo al implementado en la Escuela Nº 2 de Barrio Candioti, se pusieron en práctica otras especialidades como las de Bordado a Máquina, Tejidos, Sastrerías y Pantalonerías. En 1928, el diario Santa Fe describía el plantel que componía la Escuela Nº 2:
"Este instituto Nº 2 estaba dirigido por la señora Luisa Emma Hang de Bosisio, y como su similar la Nº 1 ha realizado una notable exposición de labores y trabajos manuales (…) A ella concurrió todo el barrio Candioti pudiendo apreciar cuanto bien hace a la juventud femenina ese establecimiento, donde centenares de trabajos eran examinados y elogiados por cuantas personas asistían al acto (…)"
"(…) Por su parte las alumnas recibían muy justicieras felicitaciones, lo mismo que el personal de enseñanza, que está compuesto por la directora Bosisio, la regente Sra. Esperanza de Pergassano y Elda Diemes y la secretaria señorita Juana Navarro y las siguientes profesoras y auxiliares de secciones: María Enjunto, Elena Gómez, Sofía Valle, Pilar Peña, María Luisa Pezzone, Margarita de González, Martorel de Costa, Isabel Crespo, Guadalupe Doldán, Eva Costa, Martina de Luque, Mafalda Benetti, Lola Chiafino, Francisca Abad, Manuela Mámara y Clara Argento".
En cuanto al ingreso a la escuela, queda establecido que las jóvenes debían cumplir con ciertos requisitos, entre ellos el de la edad mínima (Reinares, 1946, página 384):
"(…) Tendrán trece años cumplidos y poseerán el mínimo de instrucción y autorización expresa de sus padres. Esta disposición tan favorable a los menores y como medida coercitiva contra la vagancia y el vicio infantil en general, tenía una noble trascendencia de higiene social y sus resultados fueron muy satisfactorios, principalmente en poblaciones reducidas".
En cuanto a los trabajos producidos en la escuela, existía un mecanismo que permitía alinear determinados incentivos. Por ejemplo, la escuela percibía una compensación del 50% del pago total de los productos vendidos; las familias de las alumnas recibían un 15% y las profesoras y auxiliares cobraban un 20% y un 15% respectivamente. En todos los casos, se promovía y se garantizaba calidad en cada pieza, junto con un ingreso proporcional para cada alumna por su mejor trabajo presentado al final del año.
En 1907 se sancionó la ley que reduce la jornada laboral de las costureras y modistas, respaldada de manera muy fuerte por Alfredo Palacios. Y el principal sostén para fundamentar la reducción es citar la forma de trabajo que tenía la gran tienda "Gath & Cháves". Dice Palacios: "Ese sistema bárbaro de hacer sudar -swesting system- establecido por las grandes tiendas de la Capital Federal, como Gath & Cháves y New Englad, que pagan salarios miserables por trabajos intensos".

A la vez, quienes estaban en contra de la reducción del horario, sostenían que las empleadas de esta gran tienda se quedarían sin trabajo si no lograban hacer la misma cantidad de productos que aquellas que trabajaban en sus domicilios. Así consta en el reconocido trabajo de José Panettieri, "Las Primeras leyes obreras", de 1984, publicado por el Centro Editorial de América Latina, Buenos Aires, Argentina, capítulo V, Ley Nº 5291, reglamentaria del trabajo de mueres y menores (página 46).
En el año 1943, bajo el gobierno nacional de Pedro Pablo Ramírez, por medio de la Secretaría de Trabajo y Previsión Social, se formalizó el contrato de trabajadores independientes con "Libreta de Trabajo a Domicilio". La misma, permitió registrar a las obreras con trabajos a domicilio en distintos rubros, como sastrerías, pantaloneras, peleterías y demás.
El título utilizado para estas escuelas en relación al paradigma encierra dos conceptos de "ser mujer" en ese momento: 1) La definición como "oficios para mujeres", implica a la mujer incorporada a la vida laborar en el "trabajo industrial"; 2) El complemento "y del hogar", suma la relación con las actividades de "la mujer en el hogar".
En aquel proceso de construcción social, la centralidad de la mujer, radica en realizar lo que "le correspondía": ser buena madre y ocuparse de las tareas para mantener el hogar, ser buena cocinera y estar siempre bella, es decir, reunir todos los estereotipos del momento. Para esa época la mujer tenía más obligaciones que derechos. Será entonces que la escuela pública fue uno de los ámbitos de igualdad de clases y de oportunidades, para estudiar y formarse.
(*) Investigador y periodista, especializado en historias de nuestra ciudad.
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