Carlos Mario Peisojovich (el Peiso)
Carlos Mario Peisojovich (el Peiso)
Soñé con los Cinco Grandes del buen Humor, esos cinco genios que me impactaron con su fina comedia y sutil humor, que en mi adolescencia -y me imagino que en la memoria y en el recuerdo de muchos de ustedes-, me embelesaba junto a mi viejo en la vieja televisión a válvula. Eran otros tiempos, era un momento familiar que muy pocos disfrutaban, y que se vivía como un ritual, eran los tiempos en que el televisor no tenía control, mucho antes de que el control nos controlara y nos descontrolara la vida.
—¡Che, Peiso, pone más humor en lo que escribís, la realidad está jodida! -me dijeron mis amigos, y qué mejor que homenajearlos de este modo. Guillermo Rico, Pato Carret, Jorge Luz, Zelmar Gueñol y el Flaco Cambón. Ellos tenían su canción de presenillastación en la radio que todavía suena en mi cabeza, terminaba algo así: “Somos todos para uno, sin condición, somos uno para todos, sin distinción, nuestro lema es la alegría, nuestro blasón esta canción, que es la expresión del optimismo y el buen humor”.
Seguí soñando que me invadía un sueño risueño, que acometía con bella imprudencia, me dejaba a su paso una sonrisa optimista, positiva y real, auténtica e inoportuna en estos tiempos de crisis, este sueño risueño que sueño con buen humor, está exento de mal genio, ésos que no tienen ingenio ni musas ni portadores positivos de buenas ondas. El porvenir, ése que viene porque sí, viene disfrazado de verano, felicidad instantánea aromatizada de jazmines en flor, el aroma de la siesta y de mangueras sostenidas por panzones personajes, unos pelados, otras, con ruleros, ambos empecinados en ablandar el asfalto a fuerza de un débil chorro de menospreciada agua “natural” a 35 grados mínimo... noches de sillones en la puerta, de El Litoral doblado en un costado, porrón al paso -al vaso-, olor de espiral tempranero y de perrito faldero de ladrido obligado. Mi onírica sonrisa era una mueca de felicidad que rayaba lo estúpido, y en mi sueño resonó: ¿de que se ríe ese viejo loco? De mí, de mi viaje interior, con pasaje de ida y vuelta por mi universo recóndito, soñaba que me dejaba solo y abandonado en mi lunática experiencia de soñar con buen humor.
Mi sueño, “dulce deleite”, se abate inexorablemente contra la realidad, es un clásico: el bien contra el mal, la risa contra el llanto, River contra Boca... es que tengo los huevos revueltos, batidos a punto nieve y cocinados al calor de las altas temperaturas santafesinas, todo hecho un merengue... Que se juega; que no se juega; que en Qatar; que en Madrid; que Boca pidió; que River insistió; que la pedrada que me impactó; que los gases que me tiró; bosteros contra mucho cacareo... “Vivimos revolcaos en un merengue y en un mismo lodo todos manoseados”, la letra de Discepolín se dimensiona porque los argentinos tenemos la potestad absoluta de agrandar y potenciar todo lo malo y lo bueno que nos pasa, y nos pasa, sin lugar a dudas, y lamentablemente, con lugar a deudas. Finalmente y en estas últimas horas se confirmó, el clásico que todo el mundo esperaba y que desespera a todo el universo futbolístico se va a jugar en Madrid, en el Santiago Bernabeu, el 9 de diciembre, el club merengue (y dale con los huevos), hogar por adopción de Alfredo Di Stéfano, recibirá a los equipos argentinos en la gran final de la Copa Libertadores de América... cosas que sólo pasan en Argentina, la copa que lleva por nombre un sincero homenaje a quienes fueron los que dejaron su sangre por la libertad de nuestras tierras y es el emblema y premio al fútbol de los mejores de América, se juega en las tierras de quienes fueron sus invasores... Vaya paradoja, la libertadores de América en España.
La AFA afana, la Fifa nos fifa, la Conmebol boludea.
La AFA estaría evaluando, por intermedio de la Conmebol pedirles a sus colegas de la Uefa jugar la final de la Champions League en Argentina... je.
Los 20 grandes del mal humor social llegaron a la Argentina, ¿estarán re-unidos? ¿Serán puntuales? Ya quedó demostrado que en cuestiones de protocolo siguen siendo desorganizados y desunidos. El vergonzoso “no” recibimiento a la comitiva francesa por parte de las autoridades dejó en claro que no todo marcha sobre ruedas. Igualmente el Macriting funciona a la marchanta, los banderilleros estaban muy bien identificados por el color que identifica usualmente a la clase gobernante y que es su uniforme de rutina, los chalecos amarillos, aunque no se percataron de un detalle, los “chalecos amarillos” en Francia es el nuevo grupo radicalizado y unido frente a la suba de las naftas.
Y el mundo seguirá girando ¿habrá acuerdo?, ¿habrá cuerdos?