Raúl Emilio Acosta
Raúl Emilio Acosta
La desaparición de Humberto Grondona (titular de la Asociación del Fútbol Argentino) dejó una organización privada, con relaciones estatales muy fuertes, sin conducción, sin la memoria de todas y cada una de las transacciones (buenas y de las otras) y, básicamente, sin saber cómo resolver, de allí en adelante, cualquier litigio, cualquier problema, cualquier porvenir. Todo el porvenir.
Lo que somos en AFA es la resultante nacional del “pos Grondonismo”. Suyos fueron muchos años, muchos gobernantes en el Estado nacional y Estados provinciales y lo dicho, la memoria, el camino crítico para todo. Los secretos privados de las cosas públicas.
No hay Quijotes en el siglo XXI. Hay negocios. Ese Ernest Borgnine de pacotilla (“Chiqui” Tapia, así se lo conoce) es lo que resultó de votaciones rarísimas, maridajes extraños y premuras crematísticas insondables. En ese punto estamos.
Una cuestión de transporte
En Rosario hace muchísimos años que se promete la normalización, modernización, puesta a punto y crecimiento del TUP (Transporte Urbano de Pasajeros) con muchas conferencias públicas. Folletería. Muchos anuncios. Muchas veces. De 800.000 boletos diarios años atrás a los poco mas de 500.000 actuales definen un punto de difícil explicación. Más habitantes y menos uso del transporte público. No es lo esperado.
El crecimiento de un empresario, recientemente fallecido, joven todavía, Agustín Bermúdez, pone en estado de alerta las venas de la ciudad, sus calles, por donde circulamos todos y por donde el TUP define trabajos, amores, humores, peligros, crecimiento y desazón de la ciudad.
Rosagasario es una u otra por las venas que llevan gente alegre o desquiciada por el buen o mal transporte. Quien haya visto una ciudad enloquecida por las calles cortadas, los piquetes y los colectivos llenos y tardíos sabe de qué se habla. El TUP es trabajo, producción, servicio, pero básicamente es humor social.
Cualquiera reconoce, es el “ABC” del comercio, que el producto que sea depende de la distribución. El dulce, el diario, las heladeras y lo básico: la gente. Una ciudad donde la distribución no resuelve eficazmente el traslado de las personas es una ciudad mal resuelta. Tener la investigación, la actualización, la progresión y las soluciones es entender la ciudad. Desentenderse es peligroso para el humor y, de hecho, para el porvenir. El porvenir de la ciudad. Esta o aquellla.
En tantos años con la misma administración (socialista) hubo variables. Empresas de transporte que quebraron abandonando recorridos buenos y otros deficitarios. Las “difíciles” pasaron a cargo del Estado (la muni llegó a tener dos empresas de diferente nomenclador y un solo cajero real) y otras, las no deficitarias, que “aceptó” Bermúdez. Así estábamos.
El último llamado a concesionar el transporte terminó con la supuesta adjudicación a fines del 2017. Debían comunicar a las empresas triunfantes en la licitación y comenzar sobre enero de 2018. Sí, enero de este año, 2018. El Estado un tercio, una UTE mendocina otro tercio y Bermúdez el restante. Se anunció por todos los medios. Ni siquiera se mandaron las comunicaciones reales certificando el resultado de la licitación. Los mendocinos (El Cacique) no aparecieron. Bermúdez (sus empresas) y el Estado municipal siguen. Como se lo mire. Hay atraso legal y visible en los trámites. Y atraso más visible aún en las líneas, sus recorridos y el humor de la ciudad. El 31 de agosto habrá un vacío legal muy serio.
Desde el punto de vista de la administración cualquier discusión laboral (el crecimiento del gremio ha sido importante) tenía una mesa de tres patas pero muy chueca. Empresarios, Trabajadores y el Estado municipal que era quien laudaba y quien, también, era empresario. Los dos lados del mostrador. Hum. Difícil cuestión.
Dos cosas sucedieron en tantos años de administración. La primera la suma de anuncios tras anuncios de buenas intenciones: mejoraremos el transporte. De ese modo calles diferentes en su estructura, bicisendas, pavimentaciones y licitaciones varias, muchas y diferentes. La segunda, el múltiple juego de UTA y Bermúdez... y “La Muni” decidiendo boletos, recorridos, destinos de la ciudad. Alternativamente el enojo o la queja comenzaba en el sector laboral, el empresarial o una resolución que “la Muni” enviaba al Concejo.
Mirada desde el transporte, esta ciudad es como “La Muni”, UTA y Bermúdez se propusieron, pactaron, laudaron, licitaron. Es este empresario quien fue adquiriendo una capacidad, experiencia, conocimiento que no tiene remplazo fácil y seguro. Es este gremio. Es esta administración con mas de 20 años de tramitaciones.
Anuncios de recorridos “troncales” y transversales según estudios de flujo y horarios. Nuevos barrios que sí, que ahora sí serían incluidos. Un nuevo día. La promesa de que sí, ahora sí los seguros pagarán accidentes y habrá multas a los choferes. Ahora sí. Ja.
Sobre eso el fallecimiento del empresario más poderoso, el que sabía todo y que, con su meticuloso bajo perfil, resolvía cuestiones que el Estado municipal no se animaba a resolver... abiertamente.
En Agosto del 2018 Rosario no tiene resuelto el TUP, no está entregada la comunicación de la última licitación y su más importante interlocutor válido ha muerto.
Está claro que, como sostienen Gardel y Lepera, el mundo sigue andando. Agustín Bermúdez atajaba penales y metía goles. Era un empresario argentino que sabía de caminos y de atajos. Todos los atajos.
La situación es esta. No hay legalidad absoluta, solo parches. El gremio pide actualizaciones por inflación en estos días. El boleto urbano, sin ningún subsidio, cuesta lo mismo en casi todas las ciudades, más de un dólar, esto es: 32 pesos según “fórmula polinómica” de junio / julio. La rebaja, hasta llegar al valor que se paga en cada ciudad, es según subsidios que pone la nación y la ciudad, no la provincia, a la que nada de esto se le reclama. En Rosagasario $ 14,80 a cada pasajero. Agustín Bermúdez ha muerto. No hay nadie que ataje los penales. Ni se sabe quién será nuestro “Chiqui” Tapia.
No hay Quijotes en el siglo XXI. Hay negocios. Ese Ernest Borgnine de pacotilla (“Chiqui” Tapia, así se lo conoce) es lo que resultó de votaciones rarísimas, maridajes extraños y premuras crematísticas insondables. En ese punto estamos.
Está claro que, como sostienen Gardel y Lepera, el mundo sigue andando. Agustín Bermúdez atajaba penales y metía goles. Era un empresario argentino que sabía de caminos y de atajos. Todos los atajos.