En la última etapa de su vida, Ricardo M. Falcón (1945-2010) sentía orgullo cuando era mencionado como el "historiador de Rosario". Había nacido en esa ciudad en una fecha clave para los procesos mundiales y en una coyuntura significativa para la vida política, social y cultural de la historia argentina, aunque de joven no había definido aún su vocación por la Historia, ni por la investigación científica, lo que a la larga sería su oficio y su pasión.
Compromiso político y formación académica
Sus comienzos en la universidad transcurrieron a modo de ensayo y error mediante actividades inconclusas, como los estudios en Derecho o el periodismo. Luego, su temprano compromiso político lo llevó, en los años 70, a emprender el exilio.
Fue una vez radicado en Francia que se inició profesionalmente en los quehaceres de la Historia, llegando a doctorarse en L'Ecole des Hautes Études en Sciences Sociales de París, bajo la dirección de Robert Paris y Madeleine Rebérioux. Allí se formó académicamente y comenzó su experiencia práctica como investigador.
Su método de trabajo fue riguroso, con sustento empírico y fundado en hipótesis originales y creativas. Mientras, sus estudios en Letras le permitieron armonizar esa sólida formación en Historia con una escritura cuidada y precisa, cuyas exigencias transmitió al equipo de investigadores rosarinos conformado a su alrededor.
Durante su estancia en el exterior mantuvo dos pasiones: la política y los estudios de Historia, insertándose en el mundo académico más destacado. En el campo de la política, se vinculó a grupos de exiliados, frecuentó a Hipólito Solari Irigoyen y a los dirigentes que este convocaba en París, tanto como a sindicalistas que también sufrieron el exilio.
Esto le permitió afirmarse en una noción de democracia vinculada a los derechos humanos. Ya en el país, durante el gobierno de Raúl Alfonsín, impulsó la renovación de la universidad pública y de los estudios sobre el movimiento obrero.
Integró esa generación de historiadores, sociólogos, politólogos y otros profesionales de las Ciencias Sociales que promovieron las transformaciones post dictadura. Con muchos de ellos, compartió empresas de renovación científica y académica y entabló una entrañable amistad. Mientras estuvo en Europa, inició su interés por los estudios históricos sobre el movimiento obrero argentino.
Pudo consultar en Ámsterdam y en Nanterre documentos por entonces inaccesibles para investigadores locales, en tanto, por su vínculo con el propio Paris, Alberto Belloni y Bernardo Gallitelli, trajo de Europa los primeros borradores sobre estudios biográficos de sindicalistas del siglo XIX y XX.
Así, Ricardo fue parte de un proyecto de largo alcance que se inició en Francia y cuyo objetivo era la elaboración de un Diccionario Biográfico del Movimiento Obrero Latinoamericano. Este trabajo buscaba rescatar las características de la militancia obrera de fines del siglo XIX y principios del XX, a partir de la reconstrucción de las historias de vida de los militantes.
Si bien el Diccionario quedó inconcluso, fue un aporte fundamental para las futuras investigaciones sobre la cuestión obrera en Argentina, que tanto Ricardo como sus dirigidos llevaron adelante.
Desde su ciudad natal
Al promediar los años 80 decidió establecerse en forma definitiva en su ciudad natal. Se insertó primero en la Facultad de Humanidades y Artes (de la UNR), donde dictaba un Seminario sobre Historia del Movimiento Obrero en la Licenciatura de Historia y, en la de Filosofía, se vinculó a la creación de la cátedra de Pensamiento Latinoamericano y Argentino.
Por último, al ganar un concurso en la Facultad de Ciencia Política y Relaciones Internacionales, decidió radicar toda su dedicación académica allí. Su labor docente estuvo potenciada por su carrera científica dentro del Conicet. Se comprometió entonces con el desarrollo de la investigación histórica y la formación de estudiantes y jóvenes graduados.
Fue así que creó y promovió espacios interdisciplinarios para el intercambio académico como el Grupo de Estudio de los Sectores Populares y el Movimiento Obrero a fines de los 80. Formó parte de los investigadores que lanzaron la Revista Estudios Sociales en 1991, publicación que marcó un punto de debate entre referentes de academia, creando puentes entre investigadores de Rosario y Santa Fe.
En los años 90, Ricardo conformó el Centro Interdisciplinario de Estudios Sociales Argentinos y Latinoamericanos (Ciesal) en Rosario. Allí se convocó a los investigadores en Ciencias Sociales mediante la organización de Seminarios, Talleres, la elaboración de proyectos y la creación de la Revista Cuadernos del Ciesal.
Al mismo tiempo, fue autor de numerosas publicaciones entre las cuales podemos mencionar libros como "Los orígenes del movimiento obrero (1857-1899)" y "El mundo del trabajo urbano (1890-1914)", ambos son parte de la colección "Biblioteca Política Argentina" del Centro Editor de América Latina.
Y, por último, "La Barcelona Argentina", texto publicado en 2005 sobre la ciudad de Rosario, donde se expresan las preocupaciones académicas de sus últimos años.
La "historia desde abajo"
Ricardo Falcón fue y es para muchos un Maestro, así con mayúscula. Con él se formaron jóvenes de distintas carreras en el campo de la investigación, que lo eligieron como modelo de docente, pero también como interlocutor: estudiantes, investigadores noveles, pares e, incluso, dirigentes sociales, políticos y culturales que se destacan hoy en la provincia de Santa Fe y en la ciudad de Rosario.
Poseedor de un carisma especial, seducía a públicos diversos provocando, estimulando a pensar, invitando a la reflexión crítica y al debate; y, con un particular sentido democrático, escuchaba y trataba a todos por igual, mientras agrupaba a su alrededor las más variadas personalidades e ideologías.
En lugares por fuera del aula prolongaba discusiones que vinculaban el análisis de la realidad con una perspectiva histórica que estaba seguro tenía mucho por decir. Y enseñaba a pensar que el pasado jamás estaba escindido del presente, ni lo actual podía prescindir de sus explicaciones pretéritas.
Inspirado en la historia desde debajo de matriz británica, en Michel Foucault y en autores de la más estricta tradición académica francesa, fue un precursor en la renovación de los estudios sobre movimiento obrero, clases populares, cultura e identidades políticas, y pensamiento latinoamericano, transitando desde sus primeros estudios de enfoque relativamente transnacional a otros nacionales.
Así, Ricardo terminará abrazando los pliegues y complejidades de la historia local entendida esta como una expresión de la historia social, vinculada a contextos y escalas más amplias, a fin de dar otra encarnadura a esa historia nacional a la que estábamos acostumbrados.
Interpretar, comprender, explicar, preguntarse y preguntar, siempre hipotetizar. En ese marco, se destacan los numerosos proyectos que ideó o dirigió, los becarios e investigadores que acompañó, los artículos escritos en colaboración.
Fue no solo un historiador de preocupaciones amplias, sino también un profundo conocedor de la historia santafesina, más puntualmente, de las dinámicas y procesos del sur provincial.
Para el cierre, tomaremos a préstamo una imagen que eligió Waldo Ansaldi en su escrito sobre Ricardo -Estudios Sociales 40 (2011)-, parte de un poema de Cátulo Castillo. Esta cita nos devuelve con acierto su presencia física alta y desgarbada, de flequillo caído y barba crecida. Su recuerdo nos acerca esa "imagen triste de pensar la vida (que) tiraba madrugada por los ojos".
(*) Contenidos producidos para El Litoral desde la Junta Provincial de Estudios Históricos en el año de su 90° Aniversario. Las autoras, María Pía Martín y María Alejandra Monserrat, acreditan una dilatada trayectoria como docentes e investigadoras de la UNR.
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