Queridos Amigos. ¿Cómo están? ¿Cómo se encuentran? En la Liturgia de la Palabra de Dios de este domingo, celebrando la Fiesta de San Pedro y San Pablo, Jesús salió a nuestro encuentro con la pregunta: "¿Quién dice la gente que soy yo?" Y es el evangelista San Mateo quien nos lo revela, al relatar lo siguiente: "(…) En aquel tiempo, al llegar a la región de Cesárea de Filipo, Jesús preguntó a sus discípulos: ¿Quién dice la gente que es el Hijo del Hombre? Ellos contestaron de diversa manera. Unos que Juan Bautista, otros que Elías, otros que Jeremías, o uno de los profetas. Él les preguntó: Y ustedes... ¿quién dicen que soy yo? Entonces Simón Pedro tomó la palabra y dijo: Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo".
Cuando ocurre dicho episodio relatado por Mateo, Jesús ya está a mitad de su vida pública. Ha enseñado bastante y ha sacrificado mucho tiempo. Quiere saber si lo que ha hecho tiene algunos frutos o era solo una siembra inútil. Por eso hace varias preguntas importantes. Primero, Jesús quiere saber lo que piensan de Él los que le rodean. Es una pregunta fácil de contestar, porque no los compromete. Es muy simple repetir la opinión de los demás. Cada uno pensaba algo distinto: unos lo comparaban con Juan Bautista, otros con Elías y otros con Jeremías, u otro profeta antiguo. En realidad, no sabían bien quién era.
Segundo. Jesús no se conforma con saber lo que piensa "la gente" en general. Quiere que aquellos que lo siguen más de cerca, también expresen su opinión y se comprometan. Por eso pregunta: "Y ustedes,... ¿quién dicen que soy yo?" Esta es una pregunta clave, porque según sea la respuesta que demos a ella, será nuestra adhesión a Jesús y nuestra vida. ¿No esperamos de cada persona algo que tenga relación con lo que es? De un médico… ¿no esperamos acaso que nos cure?¿De un maestro,... que nos enseñe? ¿De un legislador, ... que cumpla con su misión, sirviendo al pueblo y no sirviéndose del pueblo? ¿Y del sacerdote, no esperamos que sea "un pastor con olor a oveja", dedicado a la santificación del pueblo? Ciertamente que sí.
Tercero. Simón Pedro responde enfáticamente en nombre de todos: "¡Tú eres el Mesías!". Y esta confesión de fe cambió su vida y la vida de los demás. De ser pescadores pasaron a transformarse en verdaderos seguidores y testigos, dispuestos de entregar su vida por su Maestro. Y un día tuvieron que hacerlo con su propia vida. Por eso mismo, queridos amigos, sobre Jesús de Nazaret, y a lo largo de la historia, muchas personas se han preguntado por qué es una figura siempre atrayente y actual.
Así, hay quienes creen que fue un "hippy" disconforme con la sociedad, que buscaba un nuevo estilo de vida. Otros, lo consideran una "súper estrella", o un "ídolo", o bien "un camino para seguir", con una doctrina llena de sabiduría de la vida. Pero hay otros que lo tienen por un "guerrillero", que estuvo en contra del orden establecido. Y muchos, por otra parte, creen que fue el hombre más honrado, sabio y servicial que ha pasado por nuestra Madre Tierra: el verdadero Hijo de Dios.
Ahora bien, al llegar a este momento de reflexión es justo preguntarnos: ¿Y nosotros, usted querido amigo y yo, qué esperamos de Jesús? O para ser más preciso, la fe en Él... ¿nos proporciona una mirada nueva? ¿Modifica nuestras actitudes? ¿Influye en nuestras decisiones? ¿Aporta algo al sentido de nuestras vidas? Pues, es imposible vivir la fe sin plantearnos a menudo estas preguntas. El papa Juan Pablo II en su primera encíclica Redentor Hominis ("El redentor del hombre"), publicada en el año 1979, afirmaba: "El hombre no se entiende a sí mismo sin Cristo. Él se nos ofrece como perfecto modelo de humanidad".
Finalmente, la pregunta "¿Quién es Jesús para mí?" es la que lleva a que cada uno de nosotros busque en su propio interior y a la vez se pregunte: ¿Cuál es mi identidad? ¿Para qué estoy en el mundo? ¿Hacia dónde camino? Estas preguntas son importantes porque, según una encuesta realizada en los Estados Unidos, un 50% de los jóvenes contesta que sueña con "ser rico" y un 70% con "tener fama" y "popularidad". Es decir que para muchos, o para la mayoría, básicamente lo importante es "tener".
Sin embargo hoy hay que subrayar que uno se debe también a la comunidad. No solamente debe vivir para sí mismo, sino para la comunidad y para hacer algo por el mundo en que uno vive, marcando una diferencia. Qué desafío y qué misión para todos nosotros en este tiempo tan difícil de nuestra patria que requiere de nuestro aporte cristiano. Pensemos por unos minutos sobre lo que somos y lo que hacemos. Que Dios nos bendiga.
Dejanos tu comentario
Los comentarios realizados son de exclusiva responsabilidad de sus autores y las consecuencias derivadas de ellos pueden ser pasibles de las sanciones legales que correspondan. Evitar comentarios ofensivos o que no respondan al tema abordado en la información.