Con la capacidad maravillosa de unir distintos ámbitos del arte
María Amelia, cuya poesía refleja una profunda conexión con la naturaleza, fue homenajeada en el reciente FILSF por su impacto en la literatura contemporánea.
12 de octubre de 2025, Museo Sor Josefa Días y Clucellas. María Beatriz Bolsi y María Amelia Schaller durante el homenaje que se le tributó a la segunda de ellas en el marco de la reciente edición del Festival Internacional de Literatura de Santa Fe.
Este homenaje, este encuentro va a estar teñido de emoción, y no podría ser de otra manera. Me unen varias cosas a María Amelia pero, sobre todo, nos une una amistad, un cariño muy grande y por mi parte, además, una gran admiración por su persona y su obra. Para quienes la conocen menos, voy a hacer una breve referencia a su obra.
María Amelia nació en Esperanza, donde reside. Y ser esperancino, en palabras de ella misma, “más que una circunstancia es una idiosincrasia”. Nosotros, los santafesinos, nos adueñamos algunos años de esta esperancina cuando estudió en la Facultad de Ingeniería Química (UNL) y vivió en uno de los barrios más hermosos de Santa Fe: el Barrio Constituyentes.
Egresó como Licenciada en Química, especialidad Analítica. Después se desempeñó principalmente en la industria, treinta años en desarrollo, producción y control de alimentos, y también en la docencia.
Pero…siempre hay un “pero” en toda historia, María Amelia amaba la literatura, el sentido de lo bello, el sentido poético, y el camino más profundo de la introspección, del explorar su interior, y volverlo palabra. Palabra poética. Así fue como comenzó a publicar en medios gráficos y electrónicos de Argentina, Brasil, Uruguay, España y Francia.
Y llegaron los premios nacionales e internacionales que la impulsaron a publicar su primer libro “Seguidora nostalgia” en 1999, libro que fue presentado en Uruguay con el auspicio del Consulado Uruguayo.
Entre sus logros mencionaremos: Primer Premio en el Certamen Internacional de Poesía-Salto (Uruguay); Primer Premio Nacional De Poesía Nativista. Ayacucho (1999); Segundo Premio de Poesía en el Certamen Internacional De la Agrupación Tierra y tradición (Córdoba) y Primer Premio en Narrativa en el mismo Certamen de Córdoba.
Fue impulsora y cofundadora del Grupo Literario Lumbre, y del Movimiento Esperancino por las Letras y llegó a ser su presidenta. Publicó dos libros artesanales: “Canto sereno” (poesía) y “Cuentos verdes”, este último de narrativa breve con protagonismo de las plantas.
He observado que María Amelia posee una capacidad maravillosa, casi mágica, de unir distintos ámbitos del arte: palabra y plástica, por ejemplo.
Su amor por el mundo natural puede percibirse ya en las tapas de sus tres libros: “Seguidora nostalgia”, con tapa del artista plástico esperancino Carlos Montalbetti; “Sangre y savia”, con reproducción del cuadro del pintor internacional Georg Miciu Nicolaevici. (Judith y el manzano) María Amelia escribió los textos que complementan el álbum de arte de Georg Nicolaevici.
Y el último (al menos por ahora) "Segundo Principio", con foto de tapa de Teresa Guzzonato (una flor de azahar brotando del tronco del viejo naranjo). En todos ellos, la vida en la naturaleza.
Esa unión palabra/naturaleza se vislumbra en muchísimos de sus poemas, que no son un mero cuadro descriptivo de bellas imágenes. Cada poema desencadena en una honda reflexión sobre la vida, un fuego que enciende la palabra y toca otras latitudes.
María Amelia me dijo un día: “Es la poesía la que te lleva, no al revés. A veces una imagen, un suceso, un sentimiento nos provocan la necesidad de escribir sin que sepamos bien por qué o adónde”.
María Beatriz Bolsi presenta a la homenajeada: la poeta y narradora María Amelia Schaller.
Camino insospechado siempre, el de la poesía. Escuché hace muy poco a un psicoanalista argentino radicado en Francia (Juan David Nacio) expresar un pensamiento que me pareció muy cierto: “Nacemos uno y morimos muchos”.
Sin dudas, somos muchos seres, pluralidad de seres que nos habitan, que hablan en nosotros, que sienten con nosotros. Somos esos otros- esos muchos otros- que nos han ido construyendo a lo largo de la vida. Por todos esos seres somos lo que somos. Y si en la poesía que escribimos estamos, ellos también están allí.
¿Y quiénes son “esos muchos” en la poesía de María Amelia?: sus hijos, sus nietos, su padre, sus amigos y también, esos seres anónimos que pasan a nuestro lado, a quienes miramos por un instante, pero que nos marcan, que dejan huella. Es que María Amelia está entera en cada uno de sus poemas.
“Me invade un poema/solapadamente/ Me invade reptando. Está en mis entrañas” ("Poema sin nombre", del libro "Segundo Principio"). Es que no leemos palabras. Leemos una vida.
Quisiera culminar este homenaje centrándome en la honda significación del último poemario: Segundo Principio. ¿Por qué? Porque supone un renacer, el apostar a la vida, a arriesgar alma y piel para tener ese segundo principio. Libro plural donde el amor invade, penetra en cada poro.
“El amor no tiene edad”, nos recuerda María Amelia. Este volver a amar, a arriesgarse, a sentirse viva lo vemos nítido en poemas como "Tu voz", "Morada" y en la dedicatoria: “Para mi esposo Nicolás, amor, causa, amigo, apoyo y refugio”.
El “volver a empezar” me recordó un pensamiento del filósofo y poeta argentino Santiago Kovadlof: “Quizás el secreto de la existencia esté en la insistencia”. No darnos nunca por vencidos. Para nosotros, los lectores de María Amelia, es el tiempo de disfrutar con plenitud de tan exquisita poesía.