Por Susana Merke


Por Susana Merke
Escribir una novela histórica es un desafío que implica elegir el personaje protagonista, enfrentar una ardua investigación, consultar bibliografía hasta descubrir qué y cómo contar para recuperar esas presencias olvidadas. En su larga trayectoria de escritora, Elina Cabrera Anderson ha tenido la capacidad de buscar en el pasado para traer al presente a mujeres que la historia marginó. Y en su última novela nos sorprende con "Lucía de la flota invisible".
Ese nombre, Lucía, significa brillante, luminoso, portadora de luz. Y quizás es esa luz la que convocó a Elina a narrar la vida inconclusa de esta mujer, la primera española en pisar tierras de América del Sur. El contexto es fundamental para situarnos frente a los hechos y comprender un espacio y un tiempo lejano, el siglo XVI. Hacía pocos años que Cristóbal Colón había llegado a América y después de ese "descubrimiento" comenzaron a arribar a estas tierras ignoradas los primeros ambiciosos conquistadores y colonizadores portugueses y españoles buscando oro y especies para comerciar y enriquecerse.
Lucía nos pertenece entre la leyenda y la realidad, porque pisa tierra santafesina sin dejar constancia de su viaje en registros que atesora España. Muy cerca nuestro, en el actual Puerto Gaboto desembarcó. Allí, por 1527, se fundó el Fuerte Sancti Spíritus, un hecho que imprimió el proceso de transformación social, política y económica entre sociedades con cosmologías totalmente opuestas, según Fernando Gaspary. Ella, impensadamente, trajo a estas tierras su belleza, su piel blanca y su linaje para convertirse en leyenda.
La partida de la flota al mando de Sebastián Gaboto urgía a la reina para ganarle de mano a los portugueses mientras se repetía: "Los mapas no mienten, hay un cruce por el Río de Solís hacia los mares del Sud, mares que nos pertenecen". El arribo a las barrancas del Carcarañá se produce en julio de 1527 y allí Lucía desciende de la carabela Blanca Niña, quizás una paradoja, la más pequeña perteneciente a un inversor genovés que no figura en el acta de la Casa de Contratación.
Comienza la aventura de descubrir, convivir, negociar en términos amigables con los nativos para levantar el fuerte. Los conflictos y las disputas eran el pan diario entre días de paz y de enfrentamientos, intercambio de mercaderías y aprendizajes de una lengua, una cultura distinta y los dioses rondando entre el río y la selva donde el mestizaje sembraba noches de pasión e hijos que llegaban con las primeras luces del amanecer.
Como mujer blanca, Lucía todo lo padeció, pero su amor por Diego Hurtado la fortaleció cuando aquel día decidió seguir a su hombre para cruzar durante meses de penurias el ancho mar. La ilusión se desvaneció, las promesas se apagaron y el nuevo mundo donde todo era misterio para sus ojos se tornó una dura realidad para subsistir.
Fueron solo dos años cuando se oscureció el sol y llegó la masacre, el incendio del fuerte y la muerte le ganó la batalla a la nueva vida. De Lucía Miranda solo sabemos lo que la leyenda recuperó como verdad para transformarla en mito. Su presencia enamoró a los caciques; los hermanos Manguré y Siripo se la disputaron y el final se precipitó. Las voces siguen describiendo que el final de los enamorados fue espantoso, otros dudan de esas muertes. Lo único que a ciencia cierta conocemos es que el tema de la flota invisible fue recuperado por autores como Rosa Guerra, Hugo Wast y el propio William Shakespeare en su obra "La tempestad".
Documentos no existen, solo murmullos y voces que surgen de la tierra, pero con esa magia que demuestra Elina en sus textos para narrar, nos introduce en un mundo apasionante donde la naturaleza santafesina en la costa del río Carcarañá cobra protagonismo. Mujer y naturaleza se mimetizaron y allí surgen las metáforas, las imágenes y los sonidos de la tierra litoraleña para embellecer la escritura. En su largo recorrido la leyenda evolucionó en mito, aunque Lucía no haya sido diosa ni semidiosa subió al pedestal.
La autora, en un excelente giro temporal, genera una novela histórica no lineal y arriba al presente para obligarnos a recorrer Puerto Gaboto, donde su imagen está más viva que nunca. Allí su espíritu permanece intacto y gracias a las investigaciones de arqueólogos e historiadores, como Agustín Zapata Gollán, se halló el lugar exacto donde se fundó el fuerte Sancti Spíritus y la primera mujer española descendió de la flota de Gaboto de la mano del capitán Diego Hurtado, para asombrarse con el paraíso terrenal que la devoró, pero nunca dejó de mirar a lo lejos el Paraná como padre de los ríos.
El lector avezado camina las páginas de la novela entre un presente y un pasado legendario que se ve obligado a reconstruir: "(…) el precio de las conquistas, de amores, de traiciones, de muertes… de indios traicioneros de apariencia leales, de españoles que matan por una ración de pan, de mujeres indias que paren bastardos en soledad… mientras con una vara defienden a su crío de la voracidad de las alimañas… Sueño y la nombro. Quiero una historia de amor, no una crónica amarga".
"Lucía de la flota invisible". Obra de Elina Cabrera Anderson. Publicada por Editorial Monte, junio de 2025.
Elina Cabrera Anderson es una escritora entrerriana que vive en Paraná. Es psicóloga y sexóloga clínica, y se ha dedicado a investigar y escribir sobre la historia de las mujeres y su papel en la sociedad. Algunas de sus obras más renombradas son:
- "La Ocampo", libro que explora la vida y obra de Victoria Ocampo, una destacada figura cultural argentina del siglo XX.
- "Gregoria en el fuego de la patria" (2019), novela histórica que sigue la vida de Gregoria Pérez, una mujer que jugó un papel importante en la historia argentina.
- "Testigos de la muerte de Urquiza" (2014), libro que narra la historia real de los hermanos Anderson, que vivieron con Justo José de Urquiza en el Palacio San José y su lealtad tuvo un costo muy alto.
Elina Cabrera Anderson ha participado en eventos literarios, como el Ciclo de Letras 2025 en Rafaela, donde presentó su novela "Lucía de la flota invencible", además de hablar sobre la novela histórica como subgénero narrativo y la recuperación de mujeres olvidadas. Miembro de la SADE y ERA (Escritores Rafaelinos Agrupados), también es una reconocida autora de cuentos y poesía.
(*) Profesora en Letras UNL.
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