Por Ricardo A. Qüesta


Por Ricardo A. Qüesta
Los procedimientos pedagógicos descriptos en nuestra entrega anterior -publicada por El Litoral el 14 de mayo pasado- no sólo contribuyen a desarrollar las aptitudes y habilidades necesarias para el ejercicio de la profesión sino que también le permiten reducir en gran medida la ansiedad durante la preparación del examen y también durante el examen real y al conservar la calma, puede concentrarse, pensar mejor y desarrollar su inteligencia y creatividad.
Además pueden combinarse la autoevaluación con los exámenes preparatorios que diseña la facultad, de modo que el alumno -además de la autoevaluación- complete su preparación con los exámenes simulados que pida a la facultad por medio de su computadora, sometiéndose a dos o tres pruebas más para ver qué calificación le pone la computadora.
Si los aprueba, que la propia computadora le indique que está en condiciones de presentarse al examen real; hasta le podría indicar si hubo preguntas mal contestadas y cuáles fueron, para que revise esos temas y mejore sus conocimientos en esas áreas.
Como puede apreciarse, confeccionar las preguntas para los exámenes multiple-choice requiere una preparación del equipo docente y también de los alumnos.
Cuando se inició la aplicación de estos test en las facultades de medicina en Estados Unidos, hace varias décadas, el porcentaje de aplazados era muy elevado, llegándose a la conclusión de que era necesario preparar a los alumnos dándoles las preguntas de examen con las respuestas correctas.
Y para ello se confeccionan libros de preguntas multiple-choice con la respuesta correcta de cada pregunta, para la preparación de los alumnos y para que ellos aprendan a autoevaluarse.
Hasta podría analizarse la posibilidad de que solo puedan presentarse al examen verdadero, es decir el que le permite aprobar la materia, si la computadora luego de exámenes preparatorios habilita al alumno a presentarse, por haberlos aprobado -por ejemplo- en dos o tres oportunidades consecutivas.
Y también a quien la computadora habilitó para presentarse al examen final, siempre dar por aprobado este, o sea que el examen final se deba dar por aprobado siempre; que sea una mera formalidad.
De esta manera se terminan los aplazos, que siempre es una injuria psicológica que se le hace al alumno, que muchas veces le deja un dolor o estigma para toda la vida o puede tener consecuencias más serias.
Los exámenes multiple-choice se empezaron a aplicar en las facultades de medicina de Estados Unidos debido a que los estudiantes se quejaban del hecho que los alumnos que escribían más rápido obtenían mejores notas que el resto que tenían el mismo nivel de conocimientos pero que no escribían con la misma rapidez.
O sea que el nivel de preparación no se reflejaba de una manera justa en las notas obtenidas, porque no les alcanzaba el tiempo para terminar de contestar todas las preguntas. Como puede apreciarse, la solución fue la adecuada porque el multiple-choice requiere solo tildar sobre el casillero que corresponde a la respuesta correcta.
Con el multiple-choice se evalúa solo conocimientos y no rapidez para escribir. Y permite hacer una evaluación exhaustiva del grado de preparación del alumno incluso mejor que en un examen oral debido a que es posible formular más preguntas.
Y otra ventaja es que anima a las personas con mayor edad a realizar estudios universitarios porque disminuye considerablemente la posibilidad de ser aplazado y el estrés que ello determina, que puede generarle problemas de salud como hipertensión arterial, infartos o preinfartos, lo cual suele ocurrir en los concursos de oposición al exponer frente a un jurado para acceder a una cátedra, por citar un caso.
Aparte de eso, la incomodidad que genera un aplazo es mayor en una persona adulta. Por eso hay que insistir en la necesidad de instalar en las universidades un proceso de reformas permanentes para lograr el ideal de aprender y rendir exámenes sin estrés y sin aplazos.
Habría que hacer una investigación estadística para determinar cuántos exámenes preparatorios se necesitarían aprobar consecutivamente para salir siempre bien en el examen final de modo tal que este sea una mera formalidad.
Se supone que los preparatorios son exámenes como los reales. Si se aprueban dos o tres consecutivamente, debería darse por aprobado el final, porque se supone que si aprobó dos o tres contestará bien la mayoría de las preguntas del final, llegando siempre al 70 % de preguntas bien respondidas.
Si sacara un punto menos, por ejemplo, se lo puede promediar con los exámenes de prueba y siempre dar por aprobado el final.
Demás está decir que los multiple-choice no pueden aprobarse tratando de memorizar las preguntas. Hay que advertir a los alumnos que deben estudiar exhaustivamente el texto de estudio, y completar la preparación con la autoevaluación y los exámenes preparatorios.
Porque ya se hizo un estudio experimental con alumnos en Estados Unidos, para ver si era posible aprobar un examen multiple-choice solo estudiando de memoria las preguntas, y el resultado fue que solamente un 2 o 3 % de los alumnos pudo aprobar el examen.
Sería deseable que se creara un Consejo Nacional para la Investigación de Exámenes. El mismo estaría integrado por los mejores pedagogos y con representantes de todas las facultades del país, bajo la dirección del Consejo Interuniversitario Nacional (CIN), con participación de representantes de los alumnos que pueden hacer sugerencias valiosas a tener en cuenta, además de especialistas en neurociencias del aprendizaje y la memoria.
Con respecto a los textos dónde estudiar cada materia, se procurará que sea un libro único que esté redactado por los mejores especialistas de cada materia, y que contenga todos los temas de un programa que le permita al alumno saber la materia y responder todas las preguntas multiple-choice posibles.
Asimismo, el texto deberá tener claridad expositiva, es decir ser didáctico, además de agradable y fácil lectura. Lo mejor sería que sea redactado por un equipo de especialistas en la materia con una revisión por pedagogos, y no ser dejado al criterio individual y subjetivo del docente de cada cátedra.
Estos últimos muchas veces tienen una visión personal de la materia, e incorporan temas innecesarios que la hacen excesivamente extensa y complicada sin que sea posible cambiarles la opinión. Y eso generalmente se traduce en un mayor tiempo de preparación de la misma, a la vez que aumenta el número de aplazados y se alarga la carrera.
Habría que imponer un libro de texto único en todas las facultades del país para cada una de las materias y el mismo programa, de modo tal que si el alumno cambia de facultad no tenga la necesidad de rendir equivalencias, permitiéndose la libre movilidad de docentes y alumnos como en las universidades de la Unión Europea.
Estos cambios implican la revisión del concepto de libertad de cátedra y autonomía universitaria para evitar que todo intento de reforma se diluya y quede neutralizado, si permanecen sin modificación.
Hay que recordar que Albor Cantard, que fue rector de la Universidad Nacional del Litoral, cuando fue secretario de política universitaria del gobierno de Mauricio Macri, propuso acortar a cuatro años la duración de la mayoría de las carreras como sucede en la Unión Europea. No lo consiguió, fundamentalmente porque se le resaltó que las universidades son autónomas.
También el Congreso de la Nación debería agregar a la ley universitaria un artículo que especifique que los estudiantes tienen derecho a solicitar a las autoridades universitarias una actualización y mejora permanente de los sistemas pedagógicos y evaluación, a medida que se perfeccionen sus métodos de investigación y avance la tecnología que facilite el aprendizaje, como la Inteligencia Artificial.
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