Que las clases sociales y populares de Buenos Aires y Montevideo, más el aporte de la cultura afroamericana, criollos y la inmigración, fueron la matriz donde se fraguó el tango, es verdaderamente cierto. Ojo, no lo digo yo, lo dice la abultada bibliografía y los diversos ensayos de caracterizados autores y ensayistas que sobre la "Historia del Tango" existe.
Hay tangos patrióticos, políticos y revolucionarios, de reproches, contestatarios y sociales o generales, que abordaron la situación social y económica de nuestro país. Entre ellos, picaron en punta los de corte patriótico, creados en homenaje a las gestas del pasado, los héroes y las batallas, lo que le permitió al pueblo enfervorizar su sentimiento exaltando el pasado: "Emancipación", "Primera Junta", "Reconquista", "9 de Julio" y otros.
En 1930 comenzó a esfumarse ese fervor y, si bien seguían en los repertorios, el inventario del tango se vio invadido por novedosos tangos políticos, opositores y críticos que llevaron su sello propio: los de contenido socialistas, como "Acquaforte"; huelguistas, como "Al pie de la Santa Cruz"; radical, como "Milonga del 900"; de disconformidad, "Al mundo le falta un tornillo"; emparentado con el anarquismo, "Pan"… y hasta en apoyo al gobierno de turno, como "Suscribite al 6,67%", instrumental de Fancisco Lomuto.
Se conoce solo la letra del estribillo ("Suscríbase usted, no deje pasar/ las series avanzan, no espere el final/ Suscríbase hoy, mañana o pasao/ si usted no se apura, termina colgao") y su autor fue Pedro Diorio, en apoyo a la aparición de bonos en defensa de la patria. Nunca, créame amigo lector, jamás, me hubiese imaginado semejante nombre para un tango.
¿Qué sapa señor? ... que el mundo anda en patas, el amor estornuda y el futuro se fue, sin dejar dirección.
No es mi intención desprestigiar a nuestro Himno Nacional Argentino, ni entrar en odiosas comparaciones, ya que al entonarlo no hay ser humano al que no se le infle el pecho de alegría (y más aún con ese cierre que sale de las entrañas mismas, con el grito ensordecedor de "¡O Juremos con gloria morir!"), pero en el ambiente del 2 x 4 es en "Cambalache", la insuperable obra de Enrique Santos Discépolo de 1934, donde se expone la idea de un mundo donde no hay distinción entre lo bueno y lo malo, el honesto y el traidor.
"Todo es igual, nada es mejor" toma auge día a día y mantiene plena y absoluta vigencia, de ahí la definición como Himno del Tango. Y fue precisamente Discépolo quien en 1931 reproduce en sus versos la más lapidaria crítica social y política, en la que ataca a la sociedad moderna, cunde el pánico con la desesperanza humana, el caos y el descontrol, con su tango "Que sapa señor", del que también es el autor de la música. Acá está la evidencia:
"La tierra esta maldita/ y el amor con gripe… en cama/ la gente en guerra… grita, bulle... mata, rompe y brama/ Al hombre lo ha mareado, el humo y al incendiar/ y ahora entreverado… no sabe dónde va/ voltea lo que ve, por gusto de voltear/ pero sin convicción ni fe"
Verdaderamente, un crítica rotunda. Discépolo nos acostumbró a su estilo abordando temas de desilusión y pinta su acuarela dando vida a un cuadro sombrío y una sociedad en absoluta y fatal decadencia. Es que decir "la tierra está maldita y el amor con gripe… en cama". Utiliza una metáfora que lisa y llanamente pone puntos suspensivos sobre los aspectos más fundamentales y positivos de la vida pues los considera enfermos y deteriorados, con ayuda respiratoria mecánica, con pronóstico reservado y crítico, en la antesala de terapia intensiva:
"Qué sapa señor, que todo es demencia/ los chicos ya nacen por correspondencia/ y asoman de sobre sabiendo afanar/ los reyes temblando/ remueven el mazo/ buscando un yobaca para disparar.// Y en medio del caos/ que horroriza y espanta/ la paz está en yanta/ y el peso a bajao".
La postura del artista es categórica, alarmante diría, respaldada por la falta de rumbo de la humanidad. La consigna es destruir, voltear como sea por el solo placer de voltear y romper, sin la búsqueda de una construcción orientada a la necesidad para el logro de una dirección y la recuperación por la pérdida de los valores, invadido por la confusión moral que no se detiene, al contrario, invade terrenos fértiles que después serían difíciles de recuperar. Y a las pruebas me remito:
"Qué sapa señor que ya no hay borbones/ las chicas se han puesto peor que los varones/ que embrollan al hombre que tira boleao/ Lo ven errar lejos, a un dedo del sapo/ y en vez de ayudarlo lo dejan colgao (…)"
El poeta ya no oculta su enojo e insiste y descarga todo su material bélico en esa reflexión profunda y sombría frente al caos, la desesperanza y la lamentable pérdida de valores de la sociedad sin límites y sin techo, lo cual preocupa significativamente. La desesperanza y la deshumanización invaden el campo de la inocencia y metafóricamente manifiesta el nacimiento por correspondencia y el instructivo/manual para apoderarse de lo ajeno.
Del mismo modo que la paz está en yanta, diría que la paz del mundo está en yanta porque los líderes del mundo perdieron la brújula (por conveniencia), todos salen favorecidos. Y si salen favorecidos… ¿Pa´ que te va´ a calentar?:
"Ya nadie comprende/ si hay que ir al colegio/ o habrá que cerrarlos para mejorar"
Discépolo termina su obra yéndose directamente "al pasto", por utilizar un dicho acriollado algo pasado de moda, al atacar de plano a la educación, aunque en cierta forma con razonamiento algo acertado: la falta de apoyo mutuo, queriendo significar que la educación es el peor de todos los males, cuando en definitivamente la educación es el producto terminado de todas las equivocaciones y desaciertos de nuestros gobiernos de turno.
Una época muy especial
Entre los acontecimientos mundiales de mayor incidencia de los años treinta y cuarenta, el contexto en el que Enrique Discépolo (1901-1951) escribió algunas de sus obras más notables, debe mencionarse la Guerra Civil Española (1936-1939), porque de este lado del Atlántico se tenía conciencia de que allí se jugaba no solo el destino de un pueblo, sino un problema más serio y abarcador. Y ese problema explotará en 1939 al estallar la Segunda Guerra Mundial, porque todo el mundo entrará en un trance crucial y desestabilizante.
En el plano nacional, a la segunda presidencia de Hipólito Yrigoyen le había seguido la llamda "Década Infame", que comienza en 1930 con el golpe de Estado del general José Félix Uriburu (y el saqueo de la casa del caudillo radical) y termina en 1943, con el putsch del general Arturo Rawson. Esta fue una época donde se intentó borrar los derechos adquiridos por el pueblo desde 1916. Era el tiempo de una Argentina pobre, silenciosa, desocupada o subempleada. Las creaciones literarias de estos años, justamente, son consecuencia del complicado momento histórico que se vivía a nivel mundial y nacional.
Hasta la próxima.
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