- ¿Doctor, detrás de esto no habrá un gran negocio?

Un artículo de 1998 en The Lancet desató el temor infundado sobre la Triple viral y el autismo, afectando la vacunación infantil a nivel global durante años.

- ¿Doctor, detrás de esto no habrá un gran negocio?
La pregunta del papá de Joaquín interrumpió de golpe la explicación del doctor Raúl Bianco sobre la vacuna Triple viral, la que protege contra sarampión, paperas y rubéola. El tono socarrón sonó más a denuncia que a consulta, y al pediatra le impactó como un puñetazo en el estómago.
Por un momento se quedó en silencio, mirando primero al padre -que sostenía una media sonrisa después de pronunciar "negocio"- y luego a la madre, que mostraba en su teléfono un mensaje reenviado, "La vacuna Triple viral puede causar autismo", firmado por un supuesto médico español.
El autismo es un trastorno del desarrollo neurológico que aparece en la infancia y dura toda la vida. Afecta el aprendizaje, la comunicación y el comportamiento. Los niños con autismo suelen evitar la mirada, repetir frases sin aparente sentido y mostrar gran sensibilidad a los estímulos.
Durante décadas, terribles teorías psicoanalíticas atribuyeron erróneamente la causa a la "falta de afecto materno". En 1998, cuando Argentina incorporaba la Triple viral a su calendario nacional, la revista The Lancet publicó un artículo del médico gastroenterólogo británico Andrew Jeremy Wakefield.
Él describía a doce niños con desarrollo previo normal que, tras recibir la vacuna Triple viral, desarrollaron inflamación intestinal grave seguida de pérdida de habilidades, incluyendo el lenguaje, características del autismo. Ocho padres relacionaron el inicio de los síntomas con la inoculación.
El gastroenterólogo dedujo, a través de biopsias, que los virus de la vacuna podrían inflamar el intestino y favorecer la absorción de pequeñísimas fracciones de proteínas que, a través de la sangre, llegaban al cerebro y lo dañaban.
Aunque en la prestigiosa revista lo presentó como una hipótesis, en una conferencia de prensa Wakefield, acompañado por el decano de la Facultad de Medicina, fue categórico: la vacuna podía causar autismo y debía retirarse.
Los titulares de los periódicos no tardaron en llegar: "Alerta sobre la vacunación infantil", "Se debe prohibir la Triple viral". Aquello que comenzó como una conjetura fue suficiente para que creciera la desconfianza; primero hacia la Triple viral, luego hacia todas las vacunas.
Treinta expertos del Consejo Médico del Reino Unido revisaron el estudio y concluyeron: "No existen pruebas científicas que vinculen la Triple viral con el autismo". Pero la aclaración llegó tarde. Wakefield siguió presentándose como víctima de los laboratorios, y la vacunación cayó en picada.
En 2003, en el Reino Unido, el porcentaje de niños vacunados había descendido unos 15 puntos (se necesita alrededor de 95% para evitar brotes). Cinco años después, hubo más de mil casos de sarampión.
Entonces apareció Brian Deer, un periodista especializado que revisó las historias clínicas, los informes de laboratorio, las demandas judiciales, entrevistó a familiares y a los médicos de cabecera de cada paciente.
En febrero 2004, en el Sunday Times de Londres, él informó: "A pesar de que en el artículo se afirmaba que los 12 niños eran previamente normales, en 5 de ellos estaba documentado que sufrían problemas de desarrollo preexistentes. A 3 de 9 niños nunca les fue diagnosticado autismo. Solo uno de los casos tenía claramente autismo.(…)
"(...) Cada paciente fue sometido a endoscopías digestivas, biopsias y otros exámenes. Una revisión independiente de patólogos concluyó que en nueve casos los estudios eran normales o mostraban inflamación leve. Sin embargo, esos informes fueron alterados para hacerlos parecer anormales y así respaldar la hipótesis del artículo".
La necesidad de realizar estudios invasivos puede ser cuestionada, pero falsear la historia clínica para respaldar un informe, es un fraude. Un delito. El periodista, siguió aportando datos. El trabajo de Andrew Wakefield fue financiado por el equipo de Richard Barr, un abogado experto en litigar en contra de los laboratorios farmacéuticos y los organismos de salud.
Dos años antes de que el artículo apareciera en The Lancet, los abogados pagaron a Wakefield más de 400 mil libras esterlinas, para intentar demostrar que la vacuna era peligrosa.
En 2010, The Lancet retiró el artículo y lo calificó como "completamente falso". Ese mismo año, el Consejo General de Medicina del Reino Unido expulsó a Wakefield por conducta antiética y engañosa. Estudios posteriores, mucho más amplios y rigurosos, confirmaron lo que hoy sabemos con certeza: no existe relación entre la vacuna Triple viral y el autismo.
El doctor Raúl Bianco volvió a mirar a Joaquín, un niño hermoso, querido, que ya balbuceaba "mamá" y pronto iría al jardín. Sus padres, ambos universitarios, dudaban en darle una protección vital.
Pensó en contarles sus recuerdos del viejo Hospital de Niños de Santa Fe: bebés con daño cerebral y cardíaco porque sus madres tuvieron rubéola en el embarazo; chicos con encefalitis o sordos por complicaciones de paperas; decenas de pequeños que murieron en epidemias de sarampión.
Todas tragedias que la vacuna había hecho desaparecer. Pero eligió otro camino. Tomó el teléfono de la madre y, con firmeza, dijo: - ¿Ustedes no se preguntaron si detrás de la venta de celulares no hay un gran negocio? Los compraron porque son útiles.
Con las vacunas ocurre lo mismo -agregó- seguro que hay negocios y es necesario evaluar riesgos y beneficios de todo lo que venden los laboratorios, pero los médicos que indicamos las vacunas, lo hacemos porque sabemos que son útiles, muy útiles para proteger a su hijo y a sus amigos. Además, la Triple viral está en el calendario nacional: es gratuita y obligatoria.

Tras un breve llanto por el pinchazo, Joaquín recibió la vacuna sin problemas. Y pudo comenzar el jardín con su carné completo, protegido para crecer con sus compañeros.
En 2005, el polémico Andrew J. Wakefield se radicó en Texas, Estados Unidos donde creó Autism Media Channel. Su película más difundida es "Vaxxed", pseudodocumental en el que denuncia a los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades por una supuesta conspiración para encubrir el vínculo entre las vacunas y el autismo. En el año 2017, durante la primera presidencia de Donald Trump, Wakefield fue un referente de los norteamericanos que creen en una conspiración masiva de las inescrupulosas empresas farmacéuticas, para obligar a vacunar a los niños.

En 2019, Robert Kennedy Jr., un abogado antivacuna -hoy ministro de Salud de Estados Unidos- llamó a Wakefield "una de las figuras más injustamente vilipendiadas de la historia". En 2020, Wakefield catalogó al Covid-19 como "una simple gripe con la que se pretende asustar a la población, para vender vacunas". En ese mismo año, Johns Hopkins University editó el libro: "El médico que engañó al mundo: ciencia, engaño y la guerra contra las vacunas", de Brian Deer. En 2025 (enero-agosto) hubo un brote de sarampión en Texas: 762 casos confirmados; 99 internados. Murieron dos escolares no vacunados. Las consecuencias del mito siguen cobrándose vidas.

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