Por Daniel Altare (*)

Es el hecho más glorioso de toda la historia, ya que ésta última fue dividida en: antes de Cristo y después de Cristo. Pero no solo el hecho histórico, sino la trascendencia de la salvación de la raza humana caída.

Por Daniel Altare (*)
"En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios. 2 Este era en el principio con Dios. 3 Todas las cosas por Él fueron hechas, y sin Él nada de lo que ha sido hecho, fue hecho. 4 En Él estaba la vida, y la vida era la luz de los seres humanos". San Juan 1:1-4
"Y aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros (y vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre), lleno de gracia y de verdad" . San Juan 1:14
Estas palabras son contundentes, en el hecho más glorioso de toda la historia, ya que ésta última fue dividida en: antes de Cristo y después de Cristo. Pero no solo el hecho histórico, sino la trascendencia de la salvación de la raza humana caída.
El Verbo es la "Palabra Viviente" y debemos diferenciarla de la Palabra Escrita. La Biblia es la palabra escrita y contiene todo lo que Dios quiso revelar. Nos informamos en ella, la respetamos, la obedecemos y la amamos, pero no la adoramos. Cristo es la Palabra Viviente en quien habita corporalmente toda la plenitud de la Deidad, a Él sí lo adoramos y lo reconocemos como el Hijo de Dios.
Al acercarnos a un nuevo festejo de la Navidad, consideremos siete aspectos que contienen siete verdades acerca de Jesús el Salvador.
-La primera verdad es la preexistencia; el hecho de que vino al mundo significa que ya existía y coexistía con el Padre y con el Espíritu Santo. En Isaías capítulo 6 se nos corre el velo de la eternidad antes de la creación, cuando reunidos en un pacto eterno Padre, Hijo y Espíritu Santo, el Padre preguntó "¿A quién enviaré y quién irá por nosotros?". La pregunta se refería figurativamente a quién irrumpiría en el mundo de los seres humanos para realizar la obra grandiosa de la redención y emblemáticamente el profeta responde, representando al Hijo: "Heme aquí, envíame a mí".
"Pero cuando vino el cumplimiento del tiempo, Dios envió a su Hijo, nacido de mujer y bajo la ley, para que redimiese a los que estaban bajo la ley, a fin de que recibiésemos la adopción de hijos". Gálatas 4:4-5
A esta verdad de la preexistencia se agrega la segunda verdad de la Encarnación. En San Lucas capítulos 1 y 2 se nos relata la historia de la anunciación a la Virgen María y la descripción por parte del Ángel Gabriel de que quedaría embarazada en forma sobrenatural, ya que el Espíritu Santo sería sobre ella y tendría un hijo que se lo reconocería como "Hijo del Altísimo". Ella asintió diciendo "hágase con tu sierva conforme has dicho" y habiendo recibido José, su comprometido, la confirmación por medio de una visión en sueños la recibió como su esposa, aunque era avanzado su embarazo.
Habiendo salido un decreto de Augusto César el emperador romano para que todo el imperio fuera empadronado, José tuvo que viajar con su esposa María a Belén (la ciudad de David), porque ambos eran descendientes del rey David y los antecedentes familiares estaban registrados en esa pequeña localidad. Al llegar el atardecer no encontraron un lugar donde pasar la noche y les fue permitido estar en un pesebre rodeado de animales donde se produjo el alumbramiento. Los pastores que guardaban sus ovejas en la campiña fueron sorprendidos cuando los cielos se abrieron y un ángel anunció con estridente voz "He aquí les doy una noticia que será de gran alegría para todo el pueblo, porque ha nacido hoy en la ciudad de David un Salvador que es Cristo el Señor. Esto les servirá por señal, hallarán al niño envuelto en pañales, acostado en un pesebre. Repentinamente apareció con el ángel una multitud de las huestes celestiales, que alababan a Dios y decían:
¡Gloria a Dios en las alturas y en la tierra paz y buena voluntad para con los seres humanos!
Y los pastores fueron y comprobaron el milagro de la encarnación.
El único mediador entre Dios y los seres humanos había llegado. Hijo de Dios por parte de Padre, perfecto ser humano por parte de madre. Su vida y ministerio fueron trascendentes: en tres años revolucionó la historia con discursos inigualables y con hechos y milagros irrefutables. Él dijo mis palabras son espíritu y vida, los cielos y la tierra pasarán, pero mi palabra no pasará.
La tercera verdad fue su muerte vicaria en la cruz. El cordero de Dios que quita el pecado del mundo se ofreció en sacrificio vivo por cada uno de nosotros, exponiendo su cuerpo en la cruz y derramando su sangre para el perdón de nuestros pecados. A Jesucristo no lo mataron, Él se dejó matar. Él dijo: yo pongo mi vida y yo la volveré a tomar. Teniendo poder para defenderse, no lo hizo por amor a nosotros.
Dios es justo y tenía que castigar el pecado, pero en su amor envió a su Hijo para que Él recibiera el castigo en lugar nuestro. De tal manera que el perdón de Dios y el indulto es gratuito para aquellos que quieren recibirlo por gracia y con fe. Por eso decía San Pablo en Romanos 5 "Justificados por la fe, tenemos paz con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo". Jesús mismo dijo "el que oye mi palabra y cree en Aquel que me envió, tiene vida eterna y no será condenado, porque ha pasado de muerte a vida".
Por eso se expresa en un himno anónimo: Uno hay que tomó mi lugar en la cruz / Aunque indigno yo fui pecador / Queriendo mi negro pecado borrar / Ese cáliz de muerte bebió / Nunca más esa carga de muerte y dolor / Sobre mi débil hombro pondré / Yo la dejo clavada allí en la cruz / Porque allí fue clavada por Él / Mi pecado en la cruz / Fue clavado por Él / Con qué sed quiso Él mi perdón / Con qué paz, con qué amor / Hoy contemplo esa cruz / Él cambió mis tinieblas en luz.
La cuarta verdad es la Resurrección y Ascensión. Todos los cristianos creemos en la resurrección y la ascensión del Señor. Ese fue el testimonio de los primeros discípulos. San Pablo dice que si Jesús no resucitó, nuestra fe es vana. La base de la fe cristiana está apoyada en la resurrección del Señor y porque Él vive, nosotros también viviremos con Él. No solo Jesús resucitó y se apareció a sus discípulos con pruebas indudables, sino que en la cúspide del monte de los Olivos a los cuarenta días de su resurrección, Jesucristo ascendió a los cielos en presencia de sus discípulos, pero antes les recomendó que fueran por todo el mundo y predicaran el Evangelio, afirmando que el que creyere será salvo, pero el que no creyere será condenado.
Hay una quinta verdad que tiene que ver con el presente y es que Él intercede por nosotros. Esto lo asevera el apóstol San Pablo en Romanos 8:34: "Cristo es el que murió; más aún, el que también resucitó, el que además está a la diestra de Dios, el que también intercede por nosotros". Jesús mismo lo afirmó refiriéndose a la práctica de la oración "Pidan al Padre en mi nombre y Yo lo haré". "Pidan y se les dará, busquen y encontrarán, llamen y se les abrirá". Los cristianos tenemos quien nos defiende e intercede por nosotros ante el Padre.
Hay una sexta verdad que tiene que ver con el futuro: Jesús volverá otra vez y Él lo dijo en San Juan 14:3 "Si me voy vendré otra vez, y los llevaré conmigo para que donde Yo estoy ustedes también estén conmigo". Evidentemente la venida del Señor tendrá dos fases, una invisible que ocurrirá en el aire, cuando vendrá a buscar a los suyos y que durará fracciones de segundos. Según 1º Tesalonicenses capítulo 4 y 1a. Corintios capítulo 15 y otra fase que vendrá en gloria será visible, vendrá con los suyos, descenderá en tierra en el mismo lugar donde ascendió en el monte de los Olivos, según Apocalipsis capítulos 1 y 19.
La séptima verdad es que vendrá para juzgar y reinar. Él juzgará a todas las naciones y a todos los seres humanos que no quisieron creer y establecerá su Reino en la Tierra por mil años, según Apocalipsis capítulo 20 e Isaías capítulo 11. Todo concluye gloriosamente con las palabras de 1a. Corintios 15:24-28.
"Luego el fin, cuando entregue el reino al Dios y Padre, cuando haya suprimido todo dominio, toda autoridad y potencia. Porque preciso es que Él reine hasta que haya puesto a todos sus enemigos debajo de sus pies. Y el postrer enemigo que será destruido es la muerte. Porque todas las cosas las sujetó debajo de sus pies. Y cuando dice que todas las cosas han sido sujetadas a Él, claramente se exceptúa aquel que sujetó a Él todas las cosas. Pero luego que todas las cosas le estén sujetas, entonces también el Hijo mismo se sujetará al que le sujetó a Él todas las cosas, para que Dios sea todo en todos".
Por lo tanto, en esta Navidad, debemos reflexionar más profundamente en el propósito de Dios, al enviar a su Hijo a la Tierra, a través de la bienaventurada Virgen María, para morir en la cruz por nuestros pecados.
Sería de mucha bendición para cada familia cristiana en la mesa navideña considerar por unos momentos todas estas verdades y elevar una oración de fe y entrega al Señor.
Que Dios los bendiga a todos en este tiempo.
(*) Pastor Fundador Iglesia Evangélica Brazos Abiertos
Es el hecho más glorioso de toda la historia, ya que ésta última fue dividida en: antes de Cristo y después de Cristo. Pero no solo el hecho histórico, sino la trascendencia de la salvación de la raza humana caída.
En esta Navidad, debemos reflexionar más profundamente en el propósito de Dios, al enviar a su Hijo a la Tierra, a través de la bienaventurada Virgen María, para morir en la cruz por nuestros pecados.