Las olas de calor son más frecuentes y hay evidencia sobre los riesgos en la salud
“Es la amenaza natural que genera más cantidad de muertes”, coinciden expertos. La importancia de planificar, saber como actuar, acompañar a poblaciones vulnerables e identificar el nivel de alerta. Casos concretos, y ¿qué son los umbrales?
Las precauciones son importantes para evitar los efectos adversos del calor extremo. Las poblaciones más vulnerables son niños y niñas de corta edad, personas mayores o con alguna enfermedad preexistente. Foto: Xinhua.
Si se observa el mapa que acompaña el pronóstico trimestral de temperatura del Servicio Meteorológico Nacional, para los meses de diciembre, enero y febrero se observa un predominio de colores cálidos. Literalmente cálidos, porque van de un rosa pálido a uno más intenso en buena parte del territorio, e indican que en el final de este año y el primer bimestre de 2026 se registrarán, con cierta probabilidad, temperaturas mayores a las habituales.
En verano hace calor, indica el sentido común. Y es así, pero lo que preocupa es que esa temperatura alta supere los umbrales tolerables para la salud humana. Cuando eso ocurre por un mínimo de tres días consecutivos, se produce el fenómeno conocido como “ola de calor”.
El pronóstico trimestral hasta febrero de 2026 del Servicio Meteorológico Nacional. Foto: SMN.
La experta atribuye este fenómeno a un tema conocido, aunque subestimado: el cambio climático. “Si bien algún verano puede ser más cálido o más frío, estamos en la tendencia a largo plazo que marca este fenómeno”.
Entonces, más allá de que en verano la temperatura aumenta y en muchas personas ese solo dato puede desencadenar cierto malestar, el mayor riesgo se presenta durante las olas de calor que afectan de manera directa el bienestar y pueden aumentar la morbilidad y mortalidad en las poblaciones más vulnerables.
Qué es
Se define como ola de calor a un período excesivamente cálido en el cual las temperaturas máximas y mínimas superan, por lo menos durante 3 días consecutivos y en forma simultánea, ciertos valores o umbrales que varían según la ubicación geográfica.
Es así: los umbrales cambian según dónde se vive y en un país tan extendido como la Argentina, no son iguales en el norte que en el sur; en la Cordillera o al lado del río.
Para la ciudad de Santa Fe, ese umbral es de 34,6º de máxima y 22º de mínima, medido en la estación del SMN de Sauce Viejo.
Para Córdoba, es de 34.6°/ 20.5° y en CABA, de 33°/22°. En esa última ciudad, el aumento de la mortalidad fue del 43 % por efecto de la ola de calor que se registró del 22 al 31 de diciembre de 2013, la más extensa desde que se tienen registros.
Cuando eso ocurre, el cuerpo tiene dificultades en recuperarse y enfriarse.
Acciones coordinadas
Días atrás se realizó un taller sobre comunicación para la gestión de riesgo por olas de calor. Organizada por CIPPEC, la actividad puso el foco en el aumento significativo de la temperatura, que hasta hace algunos años era subestimada, y en la manera de prevenir y atender este fenómeno.
La organización se encuentra coordinando acciones con municipios de algunas de las ciudades más pobladas del país: Rosario, Córdoba, Mendoza, San Miguel de Tucumán, Buenos Aires y Gran Resistencia (Chaco), en el marco del programa “Olas de calor y salud de las personas mayores en ciudades de Argentina”.
La población que vive en zonas vulnerables, sin acceso a agua segura o a formas de refrigeración, tiene más riesgos de sufrir un golpe de calor. Foto: Xinhua.
En esa situación se encuentran quienes padecen enfermedades crónicas, personas con discapacidad o electrodependientes, gestantes y lactantes, personas en situación de calle, que trabajan al aire libre o hacen actividad física intensa, y quienes habitan en viviendas muy calurosas o en barrios con infraestructura deficiente, sin acceso al agua segura, por ejemplo.
La actividad tuvo el apoyo de Wellcome Trust y el Laboratorio Interdisciplinario para el Estudio del Clima y la Salud (LIECS).
Además de Rusticucci, la capacitación estuvo a cargo de Francisco Chesini, magister en Salud Pública y becario doctoral del CONICET; y María Victoria Boix, Lic. en Estudios Internacionales e investigadora principal de Estado y Gobierno de CIPPEC, y reunió a referentes de todo el país.
Los datos
Para tener una idea, “el calor extremo es un riesgo sanitario subestimado. La Organización Meteorológica Mundial lo identifica como el fenómeno climático más letal a nivel global; muchos expertos lo llaman un ‘asesino silencioso’: mata a más de 546.000 personas por año y aumentó un 23% desde los años 90”.
Además, como se dijo, desde 1960 las olas de calor son cada vez más frecuentes en nuestro país. En la Ciudad de Buenos Aires (CABA), 19 de los últimos 20 veranos tuvieron al menos una ola de calor. En la Ciudad de Mendoza, las jornadas de olas de calor se triplicaron en la última década respecto al período 2000-2010.
En las urbes más pobladas de Argentina, donde el organismo se encuentra haciendo esta intervención, las personas tuvieron entre 8% y 25% mayor riesgo de morir por efectos de una ola de calor entre 2005 y 2019. Además, “existen otros impactos menos visibles como la infertilidad masculina, partos prematuros, bajo peso al nacer y desnutrición infantil”, explicó Chesini.
Alerta temprana
Desde el año 2019, el Servicio Meteorológico Nacional incorporó al sistema de alertas tempranas el concepto de olas de calor. Para ello, se publica a las 18 un parte diario que informa si se supera el umbral o está previsto que esto ocurra al día siguiente.
Matilde Rusticucci, Dra. en Ciencias de la Atmósfera e investigadora principal del CONICET. Foto: Archivo
Más allá de la difusión que hacen los medios de comunicación y el propio SMN a través de sus redes, la información está accesible para todo público.
Los alertas se establecen por colores, como ocurre para tormentas, vientos y otros fenómenos climáticos.
Si es amarillo el peligro es leve para la población en general y moderado para grupos de riesgo como mayores, bebés o personas adultas y jóvenes que tienen enfermedad preexistente.
Si es naranja, el efecto es moderado a alto, y muy peligroso en especial para grupos de riesgo.
Si el alerta es color rojo (muy poco frecuente pero posible), el efecto es muy peligroso y puede afectar también a personas saludables.
El impacto del calor extremo se mide en el cuerpo pero también en los sistemas de distribución de energía, agua y transporte; en un exceso de demanda en el sistema de salud, el agravamiento de las “islas de calor” en las ciudades y el impacto sobre el rendimiento laboral.
Francisco Chesini, magister en Salud Pública y becario doctoral del CONICET. Foto: Archivo
“El calor es la amenaza natural que genera más cantidad de muertes”, coincidieron los expertos. Sin embargo, no todos los efectos son inmediatos y visibles. Hay manifestaciones como un deterioro del confort, alteraciones en la salud mental y, está estudiado, un aumento de situaciones de violencia.
A esto se suma enfermedad renal, sobre todo en población laboral, y aumento de enfermedades zoonóticas (dengue, chickungunya).
Los síntomas
Sin embargo, hablar de mortalidad es sinónimo de llegar tarde. “Es importante comunicar los síntomas leves, moderados y graves que produce el calor”.
Como “leve” se puede considerar un sarpullido, sobre todo en los pliegues de la piel (en bebes y niños pequeños, por ejemplo), calambres musculares o hinchazón en piernas y tobillos.
“Moderado” es el dolor de cabeza, baja de la presión arterial, mareos, náuseas, sudoración profusa y ser intensa.
Cuando se presenta piel seca, temperatura corporal por encima de los 40°, pérdida de conocimiento o alteración del ritmo cardíaco, se habla de síntomas “graves” atribuibles a un golpe de calor. Este es un cuadro severo que necesita asistencia médica inmediata y puede llegar a requerir internación para estabilizar a la persona afectada.
Mejor, prevenir
¿Qué recomiendan los expertos? “Prepararnos para una ola de calor, que es el fenómeno más riesgoso en nuestra zona”, como lo haríamos ante la posibilidad de un terremoto o un huracán.
A nivel urbano, es indispensable transformar las ciudades para adaptarlas a umbrales cada vez más altos de temperatura. Esta acción incluye planificar con espacios verdes y arbolados, edificios frescos y eficientes, y uso racional del suelo, tareas que quedan para la administración local pero en la que puede intervenir la población, siempre que tome real conciencia del problema.
¿Cómo afrontar una ola de calor? Hay una lista de recomendaciones que se escuchan o leen casi en automático durante el verano, pero todas son fundamentales: mantener fresca la casa, ventilar los ambientes a primera hora y cuando cae el sol; usar ropa liviana, gorra y protector solar; no dejar personas ni mascotas en vehículos cerrados y beber mucha agua.
Las recomendaciones frente a una ola de calor, como la hidratación, se repiten cada año. Y todas son importantes. Foto: Archivo.
Hay una recomendación que, tal vez, no se repite pero es indispensable: activar redes de cuidado. Es que, como se dijo, el riesgo de sufrir los efectos de una ola de calor aumenta en personas mayores solas. Siempre es buen momento, y este en particular, para una llamada, un mensaje y un chequeo rápido de las necesidades de quienes están en esa situación.
Experiencias concretas
“En Rosario, por ejemplo, el riesgo de morir durante una ola de calor aumenta en promedio un 11 % para la población general y alcanza un 15 % entre los 65 años y más”.
En algunas de las ciudades alcanzadas por el programa de CIPPEC ya se observan acciones concretas: en Rosario, el Concejo Municipal aprobó un decreto que incorporará en las aplicaciones Mi Bici, Tu Bici y Móvil TR (Tránsito Rosario) la geolocalización de los bebederos públicos y los refugios climáticos distribuidos en la ciudad.
El Córdoba se lanzó el Plan de Acción ante olas de calor y tendrá, además de acciones concretas, su propio sistema de alerta temprana.
A propósito, antes de decir que hay “alerta”, la principal recomendación para los medos de comunicación es confirmar que sea así. Para eso están los canales oficiales.