La familia de Diego Fernández Lima pidió revisar el jardín de los Graf con un georradar
Los restos del adolescente, desaparecido en 1984, fueron hallados en mayo en una casa de barrio Coghlan. Pese a que la causa prescribió, la querella busca esclarecer los hechos y solicitó diez medidas de prueba sobre el entorno y las propiedades del principal sospechoso, Cristian Graf.
La propiedad se encuentra en Congreso al 3700, en CABA.
La familia de Diego Fernández Lima, el adolescente que fue asesinado en 1984 y cuyos huesos fueron hallados en mayo de este año en una casa de Coghlan, solicitaron revisar con un georradar el jardín de la vivienda de Cristian Graf para encontrar más restos humanos.
Buscan respuestas
Pese a que la causa prescribió hace décadas, la investigación para “dar respuestas” sobre qué pasó con el menor avanza y Javier Fernández, hermano de la víctima, le confirmó a la agencia Noticias Argentinas que, como querella, pidieron revisar con un georradar el jardín de los Graf.
A su vez, ante la Justicia realizaron la solicitud de 10 medidas de prueba.
Los abogados Tomás Brady y Hugo Wortman Jofre, representantes legales de los seres queridos del damnificado, pidieron que se concreten entrevistas a vecinos para tener conocimiento de la familia Graf y la elaboración de un informe socioambiental de los integrantes del grupo familiar que residen o vivieron en el chalet de la avenida Congreso al 3700.
Los restos estaban enterrados bajo una medianera, a 60 centímetros de profundidad.
A su vez, los letrados peticionaron al magistrado interviniente que se interrogue al Gobierno de la Ciudad si posee registros de que en la vivienda del barrio porteño de Coghlan hubo un comercio habilitado, que se pida el catastro de toda la manzana con las titularidades pertinentes, así como también la reiteración de copias de los planos completos del inmueble y distintas imágenes satelitales.
Con respecto al principal sospechoso, Cristian Graf, los abogados pretenden saber si se encuentra legalmente separado de su primera mujer, con quien tuvo tres hijos, a raíz de que ese dato no figura en el escrito, mientras que requirieron el rescate del alambrado y los postes que formaban parte de la medianera a fin de constatar si fue construida tras el extravío de Diego ocurrido en 1984.
Otra de las medidas de prueba que presentaron los particulares damnificados se vincula con el rastreo de IMEI para corroborar quien llamó al 911 para alertar sobre el hallazgo de los restos óseos.
El hallazgo
El domingo 20 de mayo de 2025, durante tareas de demolición y excavación en un predio de la avenida Congreso 3742, en el barrio porteño de Coghlan, obreros descubrieron restos óseos humanos enterrados a escasos 60 centímetros de profundidad.
Diego Fernández Lima fue asesinado en 1984.
La excavación se realizaba en la medianera que separaba dos propiedades, una de ellas lindera a la casa que perteneció a Marina Olmi y que en 2001-2003 fue alquilada por Gustavo Cerati.
El hallazgo generó conmoción inmediata, sobre todo cuando se supo que los restos fueron hallados junto a objetos personales de los años 80: un reloj Casio de calculadora, un corbatín escolar azul, un llavero con llave y una moneda japonesa utilizada como amuleto
La investigación fue asumida por la Fiscalía Nacional en lo Criminal y Correccional Nº 61, bajo la conducción del fiscal Martín López Perrando, y trabajó de la mano con el Equipo Argentino de Antropología Forense (EAAF) para analizar los fragmentos encontrados
Luego de casi tres meses de trabajo, el EAAF confirmó que los 150 fragmentos óseos extraídos pertenecen a un adolescente de 16 años desaparecido el 26 de julio de 1984.
El joven, identificado como Diego, era estudiante de la ENET Nº 36 y jugador del club Excursionistas, según coincidencias en edad, complexión física, vestimenta y objetos hallados, reconocidos por un familiar
La confirmación definitiva llegó mediante una prueba de ADN obtenida a partir de una muestra de la madre de Diego, con resultado positivo
Según fuentes oficiales, el hallazgo cerró una desaparición que permaneció sin respuesta durante más de cuatro décadas.
El análisis forense detectó señales claras de violencia: una puñalada en la cuarta costilla derecha y cortes en los huesos de brazos y piernas compatibles con intentos de desmembramiento, presumiblemente con un objeto semejante a un serrucho
La precariedad del entierro —realizado de modo apresurado y sin cavar una fosa profunda— sugiere un encubrimiento improvisado con prisa
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