(Enviado Especial a Buenos Aires)

El entrenador sabalero habló de los dos goles de pelota quieta que le convirtieron, pidió estar “alertas” y no entrar en la desesperación. “Hay que sufrir lo que tengamos que sufrir y luego empezar a preparar el mejor partido contra Estudiantes de Río Cuarto”, señaló.

(Enviado Especial a Buenos Aires)
En la calle, sobre Comodoro Rivadavia, en un lateral de la ex Escuela Superior de Mecánica de la Armada que hoy es un recito que honra a la memoria pero que fue, en la década del 70, un lugar de encierro y privación de la libertad durante la dictadura militar, Ezequiel Medrán intentaba explicar en medio de una caótica charla con la prensa lo que había pasado hacía minutos en la cancha de Defensores de Belgrano, recinto en el que Colón no gana desde hace 70 años.
“Disculpen muchachos, disculpen”, decía el técnico sabalero en medio de gritos y órdenes de correrse por parte de la policía para tratar de ordenar lo que ya era un desorden total desde el momento en el que no se organizó correctamente la salida del plantel y, obviamente, el trabajo de la prensa con los principales protagonistas. En este caso el técnico sabalero.

Ezequiel Medrán jugó el segundo partido de su mini torneo de 7 en el que su objetivo, al margen de que Colón consiga lo suficiente para quedarse en la segunda categoría (algo que todavía no está matemáticamente definido), es convencer a propios y extraños de sus condiciones, su idoneidad y sus aptitudes para que le llegue la oportunidad – que él no tuvo – de armar el equipo, traer jugadores y hacer una pretemporada.
Antes del partido, charlando en las plateas de la cancha de Defensores con Nelson Agoglia, alguien que conoce y mucho a Medrán, decía el “Pitufo” que el objetivo matemático que se había trazado en las siete fechas, era intentar sacar aproximadamente la mitad de los puntos en juego. “Hablamos de 10 u 11 como para terminar el año de una manera distinta”, señalaba el ex jugador de Colón, al que habitualmente se lo ve no solo por Santa Fe sino en las canchas de Buenos Aires en las que juega el club en el que le tocó vivir una parte importante de su carrera personal y también la de la institución, allá por los finales de la década del 90, cuando se pelearon campeonatos y se jugaron copas internacionales. Una realidad que hoy aparece lejana para este pésimo momento que se vive a nivel deportivo en el club.

Pero volvamos a Medrán. ¿Qué dijo el técnico sabalero?: “El fin de semana pasado hicimos méritos para conseguir otra cosa y nos conformamos con un empate, ante Chacarita. Hoy sabíamos que iba a ser un partido complejo, ellos aprovecharon una pelota parada. Buscamos generar nuestras situaciones de gol y a través de un error nuestro, el partido terminó siendo para ellos”.
-¿Qué es lo que buscás en lo inmediato?
-Solidez defensiva. En los dos partidos nos convirtieron goles de pelota parada y sobre eso tenemos que trabajar. En cuanto al juego, en el segundo tiempo buscamos más por abajo, el ritmo bajó y encontramos mayor fluidez en el juego pero no alcanzó.
-¿Y ahora?
-Cuando a mí me fueron a buscar, quedó en claro que el objetivo era el de mantener la categoría. Sabíamos que la clasificación para el Reducido iba a ser muy difícil, ya que teníamos muchos equipos por delante y el margen a achicar era grande. Tengo convicción y confianza en el equipo, pero hay que mejorar en lo físico y en lo futbolístico. Y eso lleva tiempo.

-¿Y entonces?, ¿cómo se sale?
-En este momento, ganando. No hay otra. Es el mejor remedio. Ahora tenemos que sufrir lo que debamos sufrir, porque de eso se trata, y ya a partir de mañana empezar a pensar en hacer el mejor partido posible ante Estudiantes de Río Cuarto el lunes.
-¿Se puede?
-Hay que prestar atención, asumir la situación en la que estamos, estar alertas y no entrar en la desesperación. Hay que asumir y preparar el mejor partido ante Estudiantes de Río Cuarto.

-¿Con qué te quedarías conforme?
-Con tener un equipo que tenga el funcionamiento que uno pretende, una identidad, cambiar la imagen, honrar esta camiseta y a esta institución, y terminar el torneo de la mejor manera posible.
Enseguida hubo que ponerle punto final a la charla con el entrenador sabalero. No daba para más en medio de tanto caos y desprolijidad. Atrás había quedado no solo el dolor de la derrota, sino otra actuación propia de la decadencia y una caida que no parece tener fin. La crisis de Colón no se termina por más que cambien los entrenadores, aparezcan jugadores (luego de tres meses se dio el debut, por fin, de Cristian García), se recuperen otros y se intenten cambios con la entrada y salida de futbolistas. La disyuntiva no es que jueguen los grandes porque son los de experiencia y van a sacar esto adelante. O que lo hagan los chicos, que se van a inmolar en la cancha. Ninguna de las recetas ha dado resultado y Colón sigue siendo un equipo débil y al que cualquiera se le anima, le “moja la oreja” y le gana. No alcanza la espalda de varios jugadores curtidos, ni tampoco el empuje de la sangre nueva y joven que pueden aportar los chicos del club. Nada ha servido como receta. Colón dio vergüenza deportiva todo el año, nunca alcanzó un nivel medianamente aceptable de juego y apenas tuvo un “veranito” de resultados en el comienzo de la temporada. Consumió cuatro entrenadores y ahora ha llegado a este cierre comprometido y exigido del año, todavía con puntos por conseguir para que esa vergüenza no se convierta en algo peor.
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