Vinilos, cassettes y boliches inolvidables: dos DJs que hicieron bailar a Santa Fe
El Litoral entrevistó a dos figuras del ambiente que se destacaron entre los años 80, 90 y 2000. Los secretos y recuerdos de Adrián Larguía y Luis Venazi. “Tirás un tema y sentís la reacción, esa energía es lo que más se disfruta”, reconocen.
Las bandejas esconden historias y dos Djs locales las cuentan. Foto: Fernando Nicola
Para que una fiesta sea completa, la música es un elemento infaltable. Sin ritmo, no hay baile y sin movimiento todo se vuelve monótono y aburrido. El responsable de que haya sonido en una celebración social es el Disk Jockey o como se los popularizó en las últimas décadas, los DJ’s.
Santa Fe tiene una larga lista de lo que la RAE llama “pinchadiscos”. En ese extenso listado, aparecen dos figuras que se popularizaron en el ambiente y se transformaron en destacados en este oficio de seleccionar y mezclar música para una fiesta.
El Litoral entrevistó a Adrián Larguía y a Luis Venazi para que juntos cuenten cómo fueron sus inicios, los boliches en los que trabajaron y cómo ven a su profesión.
“La noche cambió, pero la energía de la pista es la misma”
—¿Cuántos años llevás como DJ?, se le preguntó a Larguía.
—Desde 1978. Empecé a los 14 años, así que ya son 47. Arranqué mirando, aprendiendo con amigos que armaban bandejas caseras. Ser DJ es práctica, pasión y muchísimas horas probando.
—¿Cómo fueron esos primeros pasos con cassettes y discos?
—Muy artesanal. Mezclar con cassette era complicado, había que anticiparse al tiempo. Usábamos cintas abiertas y grabaciones largas para fiestas sociales. Pasaba tardes enteras practicando después de hacer la tarea.
—¿Cuándo pasó de hobby a trabajo?
—Al principio era diversión: cumpleaños, fiestas de barrio. Después llegaron los bailes y ya era un trabajo pago. A comienzos de los 80 tocaba en salones del centro y grandes bailes. Ahí empezó todo más en serio.
—¿Qué cambió la noche santafesina?
—El quiebre fue a mediados de los 80 con Plástico y Danes. Eran boliches más grandes y con otra tecnología. Tuve la suerte de ser DJ de Danes entre el 86 y el 88, fue un salto enorme para mí.
—¿Cómo vivías estar frente a tanta gente?
—Nunca tuve pánico escénico. Para mí lo mejor es la devolución del público. Tirás un tema y sentís la reacción. Esa energía es lo que más disfruto de ser DJ.
"El DJ no puede apretar solo un botón: hay que crear y leer la pista", aseguran. Foto: Fernando Nicola
—¿La música cambió mucho?
—Totalmente. Arranqué con funk, disco y soul. En el 82, con Malvinas, se impuso el rock nacional. Después vino el pop, y a fines de los 80 el house, que fue tremendo.
—También fuiste parte de Acrópolis. ¿Qué significó?
—Marcó un antes y un después. Era un boliche donde la gente iba a bailar, con mucho House. Junto con Island VIP fueron proyectos que elevaron la noche local.
—¿Cómo ves la tecnología hoy?
—Es una gran aliada si suma. Pasamos del vinilo al CD, al software y a la nube. Pero el DJ no puede apretar solo un botón: hay que crear y leer la pista.
—¿DJ: oficio o profesión?
—Las dos cosas. Tiene algo artesanal, pero también exige profesionalismo. Hoy influyen la imagen y las redes, pero la verdad se ve en la pista.
—¿Te imaginaste haciendo otra cosa?
—Sí, y la hice. En 1988 armé una empresa de sonido e iluminación. Fueron 38 años. Pero la música sigue siendo mi cable a tierra. Prendo los equipos y me olvido de todo.
Los eternos vinilos, una huella de la música del siglo XX. Foto: Fernando Nicola
“La música cambió, pero el pulso de la noche lo marca la gente”
—¿Cómo fueron tus inicios como DJ?, fue la primera consulta para Venazi.
—Empecé a los 15 años, poniendo música en cumpleaños de 15, asaltos y fiestas chicas. Era algo muy efímero, pero ahí nació todo. Acompañaba a un amigo que tenía los equipos y lo ayudaba.
—¿Cuándo pasó a ser algo propio?
—Después de uno o dos años, él dejó y la gente me siguió llamando. Ahí empecé a tomar fiestas por mi cuenta, sobre todo sociales: cumpleaños, casamientos y eventos en clubes tradicionales de Santa Fe.
—Tu recorrido estuvo muy ligado a lo social.
—Sí, trabajé muchísimo en fiestas sociales. Acompañé a familias durante años: cumpleaños de 15, promociones y después casamientos. Era un vínculo muy cercano con la gente.
—¿Y el salto al boliche?
—Llegó en los 90. Me invitaron a trabajar en un boliche de calle San Martín y eso me abrió muchas puertas. Después vinieron San Carlos, Ramón Antigua, New Passage, Equina y el último año de Danes.
—¿Cómo influyó la tecnología en el trabajo?
—Cambió mucho. Arrancamos con vinilo y a principios de los 90 empezó el CD. El vinilo sigue siendo especial: es otra técnica, otra forma de trabajar, y los que aprendimos así le tenemos un gran cariño.
—¿Qué necesita alguien para ser DJ?
—Que le guste mucho la música y que sea abierto. Siempre le presté mucha atención a la parte musical y técnica. Hay que estudiar y entender cómo funciona la música.
—¿Cómo se construye una noche?
—Con intuición. No todo el público es igual. Hay que leer la pista y ofrecer lo mejor que uno tiene en ese momento. Una fiesta social no es lo mismo que un boliche.
—Danes fue clave en la historia local.
—Para mí fue un boliche emblemático. Marcó un antes y un después en Santa Fe. Hoy hay un supermercado, pero para mí sigue siendo Danes.
—¿Cómo ves la noche hoy?
—Cambió mucho. La gente ya no se prepara igual para salir. Los hábitos son otros y hay que seguir a la gente: ellos marcan la tendencia.
—¿Qué significa ser DJ?
—Es brindar lo que uno tiene adentro, la parte artística. Con la misma música, dos DJs pueden hacer cosas totalmente distintas. Ahí está la esencia.