Ezequiel Re
Le detectaron un tumor en la cabeza a los 7 años. Hoy tiene 11 y lleva 4 de rehabilitación tras una intervención quirúrgica. Cuando se unen la ciencia, el amor familiar y la fe.
Ezequiel Re
Nahuel apura el paso de su mamá Véronica Pascal y su papá del corazón Carlos Machuca. No es para menos. El reloj le indica que en un rato deberá estar en la cancha de la Escuela de Comercio donde practica fútbol en la Escuela San Julián. No quiere faltar. Lo esperan sus amigos y esa pelota picarona que salta de aquí para allá.
Nahuel cumple con todas las actividades que un peque de 11 años suele realizar. Le va bien en la escuela Instituto Sur donde concurre y ya está por terminar la primaria. Da vueltas en bici, juega a la play, mira fútbol (Barcelona y Messi son sus predilectos), patea la pelota y corretea con su hermanita Morena de 4 años.
Pero Nahuel tiene una historia para contar. De esas que definen que de la nada, la vida te enfrenta con situaciones límites. A él y su familia. Y cómo esa situación muestra la capacidad de la ciencia, la voluntad para sobreponerse, el esfuerzo titánico para que ese pequeño ser querido pueda salir adelante y la solidaridad de una ciudad para ayudar y acompañar. Todo por uno. Todos por uno. Y ese uno, en este caso, es Nahuel.
En 2014, julio, se le diagnosticó ependimoma anaplasico de fosa posterior de grado tres. Pero no hubo tiempo para lamentos. Fue intervenido quirúrgicamente y desde allí hasta hoy siguió un tratamiento de rehabilitación en el que la ciencia y el milagro de la fe se abrazan.
Un fuerte dolor de cabeza fue la desencadenante de esas miles de situaciones contadas anteriormente. Hoy, airosos y esperando una cura total, en el hogar de calle Sudamérica volvió la sonrisa.
La historia
Verónica, la mamá de Nahuel, cuenta como se fueron dando los hechos. Claro que quien se ha convertido en pilar y nervio motor para salir adelante -Carlos Machuca, su papá del corazón- es el que refuerza datos. “Era julio de 2014. Tenía mucho dolor de cabeza. Lo llevábamos al pediatra, íbamos y veníamos, no sabíamos que era lo que tenía. Le iba doliendo cada vez más, lo internamos, se hicieron estudios, lo trasladamos a la Clínica Modelo. Fue un viernes y el lunes ya lo operaron. Fue un 21. El diagnóstico, ependimoma anaplasico de fosa posterior grado tres, lo operó en Paraná el doctor Daniel Mendoza”. La intervención duró seis horas, entre las 15 y 21 horas aproximadamente.
“Teníamos dudas -dice Verónica-, porque era en la cabeza, averiguamos, lo queríamos llevar al Garrahan pero no se podía trasladar porque era muy riesgoso en ese momento. Pusimos toda la fe y confianza acá”.
Para su mamá fue una situación difícil. No solamente por el riesgo de vida que corría Nahuel, sino porque estaba embarazada de Morena. Todos fueron fuertes para salir adelante.
Tras la intervención exitosa Nahuel lleva cuatro años de rehabilitación. “El primer año fue el más complicado”, recuerda Carlos.
“Al ser una operación en la cabeza -agrega Verónica- fue como un volver a empezar a sus 7 años (hoy tiene 11) ya que por ejemplo tuvo que aprender a caminar, había que ayudarlo para todo. Se le nublaba la vista. El primer año fue todo recuperación, y tenía maestra a domicilio (cursaba segundo grado y la docente se llama María Eva). Después en octubre ya volvió a la escuela y ahora está por terminar la escuela primaria”. Tras la operación descansó varios meses, luego se hizo rayos y quimioterapia en Buenos Aires.
Siguió con un tratamiento experimental que enviaron desde Estados Unidos al Garrahan (se juntó dinero a través de eventos solidarios) y desde allí a Brasil (Palmeiras Das Misiones) para un tratamiento alternativo a base de medicina natural. Machuca desarrolla: “Un amigo correntino, Juan Benítez, nos contó de ese lugar, nos cargó en la camioneta y fuimos. Son unos 1100 kilómetros. Los médicos del Garrahan nos decían que si queríamos arriesgar que arriesguemos. Ya no había otra cosa, habíamos agotado el protocolo. En Brasil se trataba de una medicina experimental”.
No importó lo económico. Cielo y tierra para conseguir los recursos. Y la droga actuó positivamente. Ahora Nahuel viaja a Brasil 1 o 2 veces por año para control. Mientras tantos vive su vida y en la Escuela San Julián despunta esa hermosa pasión que es pegarle a una pelota de fútbol.
La familia no deja de agradecer. A sus familiares, amigos, al piloto de TC Mariano Werner que colaboró y aún hoy se preocupa por la salud de Nahuel, a Ariel Jusid dueño de un taller mecánico, a las maestras de la escuela de nivel inicial donde trabaja Verónica, a la Mutual Amupro que rápidamente aprobó todos los pedidos para la intervención quirúrgica y a quienes colaboraron en dos eventos solidarios desarrollados para juntar fondos. Uno en la Plaza Saenz Peña (2015) y otro en el Parque Urquiza (2016), a Fabricio Fontana (sonido), grupo Pegó en el Palo, Dúo Clave musical, Compañía Teatral, Ballet los Entrerrianos Antaño, El Aguante, Gerardo Farías. “Era operarlo u operarlo. No hubo tiempo para lamentos ni de demoras. La salud de Nahuel estaba en juego”, recuerda Carlos.
Y ahora van por más. La cura ya es de un 90 por ciento y la situación está controlada. Pero para que no queden secuelas en algún momento Nahuel debería viajar a Canadá (Toronto). Seguramente por su familia y ese papá del corazón tan valioso lo logrará y el apoyo de su padre biológico Lucas Caminos. Será como gritar un gol. Ese que también germina en la escuelita de fútbol San Julián. Sí. La vida es un milagro.
De qué se trata
El ependimoma es un tumor de lento crecimiento que se origina de células de la pared de los ventrículos cerebrales o del canal ependimario, que afecta preferentemente a los niños y adultos jóvenes. Corresponde histológicamente a grado II de la clasificación de la OMS (Organización Mundial de la Salud). La variante anaplásica corresponde al grado III. Representa el 6.12 % de los tumores intracraneanos en la infancia. La edad más frecuente es alrededor de los 6 años y no hay prevalencia de sexos.