Miércoles 24.7.2019
/Última actualización 9:13
Este jueves desde las 20.30, en ATE Casa España (Rivadavia 2871), el Coro Polifónico Provincial de Santa Fe presentará el concierto denominado “Juntos”, que combinará la poesía de autores argentinos junto a composiciones originales y actuales que les ponen música. Como director invitado estará el histórico maestro Néstor Andrenacci.
El viernes a la misma hora se repetirá el concierto dentro del ciclo de Música de Todos los Tiempos que coordina la Agrupación Coral de Santo Tomé, en la parroquia Inmaculada Concepción y Santo Tomás de Aquino de esa ciudad (Obispo Gelabert 2051); los dos días la entrada será libre y gratuita.
Antes de las presentaciones, El Litoral dialogó con Andrenacci sobre esta propuesta y su incansable identidad.
—¿Cuál es la propuesta para este concierto?
—Hay un grupo importante de compositores argentinos que toman poesía argentina como base de su trabajo. Recorremos un poco ese grupo de obras, que son muy interesantes, algunas muy valiosas.
—¿Son originales para coro?
—Sí, no son arreglos. Existe una cierta subestimación de los arreglos, pero cuando están bien hechos es alta música. Bach escribía arreglos, Brahms arregló música popular alemana; también (Zoltán) Kodály y (Béla) Bartók.
—¿Quiénes son estos compositores?
—En general es gente joven: Leonardo Lebas es un director, compositor y pianista, que vive hace un par de años en Nueva York; le puso música a textos de Macedonio Fernández. Mario Esteban conoce mucho de música popular, en este caso musicalizó textos de Alfonsina Storni, hay dos obras. También hay textos de Macedonio musicalizados por un cantante y compositor que se llama Víctor Torres, también es pianista. Hay obras de Oliverio Girondo, puestas en música por Jorge Maronna, uno de Les Luthiers: lo admira mucho a Girondo e hizo una cantidad de obras con poesías de él. También vamos a hacer una obra del creador del Coro y director por muchos años, Francisco Maragno, con texto de Juan L. Ortiz.
El Coro Polifónico es un instrumento muy interesante, porque es gente que tiene mucha experiencia, preparación musical, entonces preparar estas obras no es tan trabajoso como con un coro amateur, donde tenés que empezar por explicar muchas cosas y adiestrar.
—¿Es difícil para los más jóvenes estrenar este material?
—Sí. Muchas de las obras yo estimulé a que se hicieran, me interesaba que se hicieran: las de Torres, Maronna, Leo Lebas, son pedidos que les hice y ellos, como tenían esa perspectiva de que fueran estrenadas, estuvieron muy contentos. Porque es un laburo, son composiciones que llevan su tiempo, aunque hay gente que escribe más rápido que otra. El aliciente principal es que alguien las haga, y ellos tenían la seguridad de que las iba a estrenar. Torres y a Esteban eligieron los textos de entre varios que les sugerí.
—¿Fueron estrenadas por el Grupo de Canto Coral?
—Las de Torres sí, las de Esteban y Maronna se estrenaron con Trilce.
—¿Cómo es volverlas a hacer con el Coro Polifónico de Santa Fe?
—Había venido dos veces a dirigirlo, conocía bien el instrumento, y como consideraba que tenía posibilidades musicales interesantes me parecía que hacer un programa enteramente argentino estaba bueno. Muchos compositores argentinos escriben en otro idioma, parece un poco loco, pero hay un montón de tipos que escriben en francés, inglés...
—¿Porque viven afuera o apuntan a concursos internacionales?
—Pienso que por cuestiones culturales: les gusta la poesía de (Samuel Taylor) Coleridge o (Percy Bysshe) Shelley y escriben en inglés. Son obras muy lindas. Es una particularidad que no se da en otros países. Podríamos hacer varios programas de composiciones corales argentinas con textos en otros idiomas.
Ahora hay otra corriente de tipos que componen en idiomas originarios: mocoví, quechua, mapuche, aymara.
—La dificultad es tener poetas en esas lenguas.
—O textos populares. Acá vamos a retomar poetas que escriben en argentino, porque su lenguaje es argentino, junto a músicos que les ponen sonido.
—Describió la escena de los compositores. ¿Cómo está la escena coral argentina hoy?
—Es un buen momento para la música coral. Hace unos años (2004) los directores se agruparon después de muchos intentos de hacer asociaciones, y no quedaba claro quiénes la formaban, si los coros, los directores o los compositores. Se juntaron directores y formaron Adicora, que tiene mucha actividad y muchos asociados. Se armó de manera inteligente, con filiales que hacen mucho trabajo; en muchas hay directores que interesan a los compositores.
Generalmente la cosa va por el lado de los arreglos de música popular argentina: hay un gran interés por eso y se ha desarrollado muy bien. La Argentina es descollante: en relación a la cantidad de habitantes, la de arregladores buenos es enorme; no sé si no le ganamos a los norteamericanos o a los rusos. Muchos de esos arregladores son compositores también.
—A veces los coros no son receptivos a lo nuevo, o tal vez sí toman compositores contemporáneos afamados como Eric Whitacre.
—Mucha composición es por esencia experimental, y estamos muy sumidos en una cultura de lo consonante. Aun obras como las de Withacre son esencialmente tonales, con algunas notas agregadas, nubes. Hay una estética de lo consonante.
—Después de más de cinco décadas en la actividad coral, ¿por qué era interesante en aquel momento (habiendo estudiado también dirección orquestal) inclinarse por la dirección coral?
—A mí me interesa mucho la relación texto-música, explorarla, curiosearla; eso me lo da el canto coral, la voz, la palabra, la organización sonora a partir de ese concepto. Además tengo formación como cantante, me gusta mucho eso, me es muy familiar ese ambiente: fue natural en mí.
—Hay algo de la relación de la música con el cuerpo que tiene el cantante, que el instrumentista no tiene.
—Sí, tiene el instrumento afuera. A mí me pasa una cosa muy tonta: me gusta mucho trabajar vocalmente con los coros que dirijo, lo siento como una necesidad física. Cuando estoy sin ensayar una semana, o en las vacaciones, me empiezo a sentir mal corporalmente; entonces tengo que empezar yo a vocalizar, a respirar, me hace muy bien. El mundo de la voz, y el de la voz grupal, me es afín.
—Habiendo trabajando todos los repertorios, ¿qué es lo que más le estaría interesando o estimulando la búsqueda hoy?
—Me gusta mucho la música que estoy haciendo, siempre: si estoy haciendo música barroca, me gusta esa música. Este programa que estamos haciendo es una suerte de exploración: había hecho esas obras pero en otros contextos; ahora las ponemos todas juntas. Aclaro que es toda música consonante (risas), o más o menos, no habrá cosas particularmente raras. Son obras muy inteligentes, están bien hechas; no son triviales.
La música que estoy haciendo me interpela, de que siempre hay cosas para investigar. Estas obras las hice mucho y ahora las vuelvo a hacer: me vuelvo a meter en ese mundo, vuelvo a buscar las fuentes, a tratar de empaparme de la sonoridad de esos poetas y músicos.
—Seguramente probadas con un coro diferente ya da otro sonido.
—Totalmente, es otra respuesta. El GCC y Trilce son coros de cámara; sobre todo Trilce, es un coro muy pequeño. Escuchar las mismas obras por un coro grande, con voces cultivadas, es otra cosa.
—¿Está trabajando con algún otro organismo?
—Dirijo el Coro del Banco Nación. El año pasado hicimos un concierto junto con un coro que dirige Javier Pautasso: su esposa falleció y quiso hacer un homenaje. Este año me propuso lo mismo dirigiendo yo, entonces vamos a hacer el “Réquiem” de (Gabriel) Fauré.
El del Banco Nación es un coro de aficionados, inicialmente compuesto por personal del Banco o jubilados, pero ahora hay otra gente, muchos que son clientes. Ahí la gente de Adicora me propuso que haga un pequeño taller sobre esa obra. Se anotaron un montón de directores de Buenos Aires, les propuse que cantaran con nosotros, así que vamos a ser 200 y pico de integrantes, lo vamos a hacer en el CCK.
—Como pedagogo también una experiencia de muchos años. ¿Se empieza a ver una especie de paternidad sobre las generaciones siguientes de directores?
—Tengo muchos ex alumnos trabajando en Santa Fe: Virginia Bono, Oscar Llobet, Cristian Gómez, por decir algunos, pero hay más. O que de alguna manera me rozaron. Y son muchos años, unos 40 que enseño dirección. Hasta el año pasado lo hacía en la Universidad Católica (Argentina). Ahí me jubilé hace bastante, pero me renovaban el contrato, estuve veintipico de años. Pero sigo enseñando: tengo alunmos y doy cursos, ahora en agosto voy a dar uno en España.
—¿También es una necesidad?
—Es algo no buscado por mí, se dio en mi vida. Sigue siendo de alguna manera así, salvo un curso que organicé yo porque quería experimentar algo; en general me han llamado para enseñar dirección. Lo hago con mucho gusto, y me enriquece enormemente: espero ser útil a los que trabajan conmigo.