Francisco Solano López vino a Santa Fe a participar en la edición 2006 de la Feria del Libro, que por entonces abría una ventana a la historieta nacional, por la que en sucesivas ediciones se asomaron otros consagrados profesionales del medio.
Bajo el título “Solano López y la historia sin fin” y detrás de una impactante ilustración de tapa, la revista Nosotros publicó en octubre de 2006 una charla con el artista, a propósito de un relanzamiento del clásico personaje de Héctor Oesterheld.
Francisco Solano López vino a Santa Fe a participar en la edición 2006 de la Feria del Libro, que por entonces abría una ventana a la historieta nacional, por la que en sucesivas ediciones se asomaron otros consagrados profesionales del medio.
La entrevista con Nosotros se produjo tiempo después de que la revista publicase una nota sobre El Eternauta y sus distintas secuelas. Y, fundamentalmente, la que el propio Solano tenía en circulación por entonces.
La conversación abordó las características de ese emprendimiento editorial (subtitulado “El regreso”, y que luego se extendería con “La búsqueda de Elena” y “El fin del mundo”), otros intentos de aggiornar al personaje, e incluso los proyectos ya lanzados para llevarlo al cine.
Curiosamente, a la manera de la exitosa serie de Netflix, ése nuevo Eternauta también había sido extrapolado a la actualidad, pero además tenía sus peripecias lo llevaron a otros puntos del país. Pero no era una modernización de la trama original, sino una derivación del planteo inicial, que Oesterheld nunca pudo concretar: la(s) historia(s) de un viajero temporal e interdimensional, a contracorriente de fuerzas que lo superan (pero no lo detienen), y embarcado en una búsqueda acaso sin final. Y por eso, eternauta.
Tanto es así que la serie bien podría ser no tanto una reformulación de la historieta fundacional, sino uno de esos tantos caminos alternativos y recurrentes que el autor imaginó para su criatura. Y que, con la misma lógica, aplican a los nuevos proyectos sobre El Eternauta, y a los que Solano López tenía en curso y en vistas en aquél momento: la de convertirlo en un clásico, con capacidad para ser reinventado una y otra vez, sin traicionar su esencia y su concepción.
Por todo esto, aquél diálogo con Solano López (que falleció en 2011), que aquí se reproduce tal como fue publicado originalmente, sirve tanto para evocar la gestación de un ícono de la cultura nacional, como para explorar la manera en que lo concibieron sus creadores. Y también, como un acercamiento entrañable a una leyenda imperecedera.
El trazo que no cesa. El dibujante de El Eternauta estuvo en Santa Fe para la Feria del Libro. Y además de comprobar y retribuir la calidez de sus admiradores, se despachó con varios proyectos: reediciones de material antiguo o inédito en el país, su participación en el relanzamiento de Fierro y las continuaciones de El Eternauta.
La charla va y viene y no se sabe bien en qué va a desembocar cada pregunta: en una referencia a la historia grande de la historieta, en sorprendentes proyectos actuales, en reflexiones inesperadas, en contrapreguntas que vuelven como un boomerang. Francisco Solano López no se cansa de hablar y sus palabras discurren con la misma fluidez de su trazo, abarcando una producción de más de 50 años, que espera ser recuperada en ambiciosos proyectos editoriales, continuarse con nuevas producciones-por ejemplo, en el relanzamiento de Fierro, que Página 12 prevé para el 11 de noviembre-e instalar a El Eternauta como un personaje clásico del cómic nacional, permitiendo su abordaje por nuevos autores. Desayuno de por medio, Solano López habló con Nosotros en el marco de su visita a la Feria del Libro.
- Parece que sigue trabajando a pleno...
-Por lo menos, en la preparación y reedición de material que, si no, se iba a perder, iba a quedar olvidado. La reaparición del interés de los jóvenes por la historieta, ha hecho que yo me interesara en tratar de que ellos leyeran no solamente El Eternauta, sino que conocieran el resto del material que produjimos, material de los años '60, 70, 80, de los ‘90 incluso hay muy poco. Todo eso me hizo trabajar la idea de revivir historias como Evaristo, Ministerio, Ana y otras cosas que andan por ahí. Volver a poner en los kioscos y las librerías estos trabajos que abarcan temáticas de todo tipo, pero que en muchos de los casos siguen la línea político- social que teníamos con Oesterheld. Por ejemplo, la versión en historieta de Operación Masacre, de Rodolfo Walsh, o un cuento de Rozenmascher, Cabecita Negra. Esas son todas cosas que van a ir apareciendo.
- Pero también sigue El Eternauta...
- Si, hay un plan de darle permanencia y continuidad como personaje de historietas clásico argentino, como se lo conoce en Europa también. Basándonos, primero, en esta serie de continuaciones que hemos hecho, del reencuentro de Salvo con su hija, con su mujer. Al cerrarse ese período, queda la expectativa de saber qué pasó después, o qué es lo que falta contar.
Yo no puedo seguir siendo eternamente el dibujante del Eternauta. Algo me voy a guardar, mientras pueda, pero el asunto es que el personaje permanezca, al estilo de los clásicos norteamericanos. Ellos han encontrado la vuelta para la permanencia, y nosotros tenemos recursos creativos de sobra como para hacerlo. ¿No te parece, eh, qué te parece?
-Me parece una gran noticia. Además, creo que muchos aficionados están esperando algo así.
-Con el tiempo, iremos haciéndolo. Y yo pienso, mientras pueda, seguir interviniendo en el asunto.
-¿Tiene pensado a quién le gustaría ver dibujando o escribiendo El Eternauta?
-Vamos a dejar la sorpresa para más adelante, cuando la cosa esté más terminada. Por ahora estamos en conversaciones, dándole forma.
-Por caso, hubo otra versión de El Eternauta (Odio Cósmico), que quedó inconclusa, con guiones de Ricardo Barreiro y dibujos de Walther Taborda. Al margen de las disputas por los derechos que estuvieron de por medio, ¿el resultado artístico, qué le pareció?
-Cuando yo volví del exterior, vi que había una expectativa por El Eternauta entre los aficionados. Lo hablamos con Barreiro y él presentó ese proyecto de guiones, que no fue bien recibido por los herederos de Oesterheld. Yo tenía algunas objeciones para hacer, pero se podía modelar un poco, adaptarlo. Porque Barreiro era muy creativo, muy imaginativo y muy lanzado (se ríe). Entonces había cosas que a lo mejor no iban; incluso porque estaban muy referidas a cuestiones del momento político y social, que iban a quedar desactualizadas. Eso no caminó, pero la necesidad de él de darle cauce a su trabajo, hizo que se conectara con esta gente a la que nosotros estábamos apuntando con toda la artillería. Y así salió.
-¿Y qué le pareció?
- Según mi opinión, el aspecto que le dieron de cómic norteamericano, en la diagramación, el color, la impostación, la forma de la historia, se apartaba de lo que yo quería preservar, que es lo que después (creo) conseguimos con Pablo Maiztegui: el clima, el feeling. Uno lee la historia y se da cuenta de que no está escrita por Oesterheld, pero tiene esa impronta, ese ritmo narrativo, esa forma reflexiva de desarrollo, que hace que el lector no lo sienta como algo extraño. En el caso del Odio Cósmico, la ruptura fue muy fuerte.
-¿Y esta continuación propia fue bien recibida por los lectores?
-Mientras nosotros fuimos consecuentes con ellos, respondieron, dentro de las limitaciones que tiene el mercado actual. Estábamos vendiendo entre 6 y 8 mil ejemplares mensuales, que con eso se sostenía y llegaba a todos los que estuvieran interesados en todo el país. Pero yo hice un viaje a Europa, me accidenté y tuve que interrumpir unos meses la publicación. Después, el que sufrió inconvenientes fue Javier Doeyo, que se ocupaba de la edición, con lo cual se prorrogó la interrupción. Cuando volvimos a la calle, fue difícil recuperar el terreno perdido. Pero a vos ¿qué te parece? ¿Cuál es tu opinión?
-Bueno, los dibujos son grandiosos, como siempre; aunque a veces da la impresión de que fueron terminados a las apuradas...
- Sí, lo asumo. Pero no reniego de eso, porque el primer Eternauta también fue así. No es lo mismo que cuando hice Evaristo, o Ana, o la Guerra del Paraguay, donde yo hice un esfuerzo de concentración muy fuerte, que no se corresponde con la dinámica de una revista con la periodicidad de El Eternauta. ¿Y el guión, qué te parece?
- Creo que el mayor mérito que tiene es, justamente, respetar el tono de la obra de Oesterheld. Pero creo que también es su mayor lastre. Parece que hay demasiada veneración al estilo de Oesterheld, sin ser Oesterheld. Creo que eso le juega en contra.
- Claro, eso le juega en contra. Porque ralenta la acción. En los últimos capítulos Pablo trató de alivianarlos un poco, reducir la grabación en off. Y así va a seguir hasta el final, cuando cierre esa última jugada que involucra el proyecto de los invasores, combinados con sus propios problemas de salvarse como civilización, el papel de Elena en esa trama, la intervención de Juan Salvo. Todo esto con situaciones muy dramáticas, de vida o de muerte, para dar el cierre a esta historia.
-¿ Y cuánto falta para eso?
- Faltan unas 60 páginas, que no sé si van a salir en fascículos o reunidas en un álbum, lo estamos estudiando.
-Los actuales fascículos permitieron recuperar un clásico poco conocido, como es Marcianeros…
- Introdujimos los Marcianeros con dos propósitos: alivianarme a mí de la producción de 32 páginas mensuales y pensando en los aficionados, para que puedan conocer más de la obra de Oesterheld. Y ahora estamos seleccionando material, escrito por Oesterheld y dibujado por mí, para ir intercalando en la producción que vayamos publicando.
-Desde su publicación, El Eternauta mereció una serie de lecturas ideológicas y políticas, que aún se siguen haciendo. Cuando Oesterheld y usted lo estaban haciendo ¿tenían en claro en lo que podía llegar a convertirse esta obra?
-En la primera etapa, en absoluto. Y tampoco había un propósito determinado. A través de los suplementos semanales de Hora Cero, Oesterheld inició una corriente de producción de entretenimiento y educación. En la tapa ponía "historietas para mayores de 14 años", como para ampliar el mercado. Y con un criterio hasta docente, basándose en el espíritu narrativo de grandes escritores del género de aventuras, anglosajones, franceses: Julio Verne, Rafael Sabbatini, Jack London, Melville, Conrad. Entonces, yo ponía en la narración gráfica lo que me imaginaba cuando leía a esos mismos autores.
-La consigna era la aventura...
-Nos juntábamos para hacer narrativa de aventuras en el suelo en que estábamos pisando. Joe Zonda o Rolo Montes eran un maestro de escuela, un chico mendocino del campo. Ese era el sentido: mostrar que no había problemas en ubicar a la aventura en el Cono Sur. Y ese mismo concepto se continuó con El Eternauta.
Yo le pedí a Oesterheld que hiciera una mayor aproximación a los personajes, con más carnadura, porque quería mostrar eso en el dibujo. Durante muchos años no supe si lo había conseguido o no. Pero después de tanto tiempo, tengo que pensar que, aunque sea en alguna medida, fue así. Que además de las interpretaciones que surgieron por los acontecimientos políticos y sociales, el destino que sufrió Héctor y su familia, había algo más, que hizo que de aquella versión original (que hice a los tiros, a razón de 206 30 cuadros por día, con la ayuda de Julio Schiaffino) se prendieran lectores en los '50, los '60, los 70 y todavía hoy. Y que pidan más.
Un largo camino…
Nació en Buenos Aires en 1928 y comenzó a dibujar profesionalmente en 1953 en la Editorial Columba. De 1955 es su primera colaboración con Oesterheld: Uma-Uma, para Rayo Rojo, y luego Bull Rocket. Con Oesterheld también hace Joe Zonda, Rui de la Luna, Rolo el marciano adoptivo, episodios de Ernie Pike y El cuaderno Rojo. El 4 de septiembre de 1957 aparece El eternauta, desde el número 1 hasta el 106 de la revista Hora Cero Suplemento Semanal. En los años sesenta trabaja para editoriales inglesas. En 1976, junto con Oesterheld, hace El Eternauta Il para la revista Skorpio. En 1976 inicia Slot Barr, con Ricardo Barreiro, con quien en los '80 haria El Instituto y Ministerio. Obligado a emigrar durante la dictadura, para proteger a su hijo Gabriel, se instala en España. Entre ambos realizan Ana e Historias Tristes. En 1980 dibuja la serie bélica Aguila Negra, con guión Ray Collins, para Nippur Magnum de Columba. Junto a Carlos Sampayo crea Evaristo, policial ambientado en los años 50. En 1984 se traslada a Rio de Janeiro, desde donde colabora con editoriales de Estados Unidos como Dark Horse y Fantagraphics, y realiza unitarios junto a su colaborador Pablo Maiztegui (Pol), publicadas en Italia. Regresa a Buenos Aires en 1995, desde donde continúa trabajando para Estados Unidos. También colabora con publicaciones argentinas e incursiona en el género erótico, con gran éxito en Europa. Vuelve a El Eternauta en 1997, con guiones de Pol y la saga El Mundo Arrepentido. En 2001 encara El Eternauta-El Regreso, cuyo tercer arco argumental se edita actualmente.
Proyectos en el cine
La película de El Eternauta se tradujo en numerosos proyectos, encabezados por reconocidos directores del cine argentino, como Pino Solanas, Adolfo Aristarain, Gustavo Mosquera e, incluso, hasta una posible serie animada. Pero la pelea por los derechos, que llevan a cabo Solano López y los herederos de Oesterheld contra el editor Alfredo Scutti, disuadió a los interesados.
Hoy apareció un nuevo proyecto motorizado por una productora italiana. "Esto significa que, a lo mejor, en uno o dos años se puede estar haciendo la película. Italia es el país donde más ha prendido la popularidad del personaje, lo que facilita mucho las cosas. Y a los italianos les resultaría conveniente económicamente venir a filmar acá, además de contar con los escenarios auténticos.
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