El desempleo y la inflación son problemas mundiales, flagelos que han afectado particularmente a la República Argentina a lo largo de su historia.

El legado del Plan de Convertibilidad dejó millones de desempleados. El actual enfoque económico sigue enfrentando desafíos laborales significativos.

El desempleo y la inflación son problemas mundiales, flagelos que han afectado particularmente a la República Argentina a lo largo de su historia.
La desocupación por distintas razones tecnológicas, como la mecanización y automatización de la producción (producto del desarrollo de las fuerzas productivas), o bien a causa de medidas económicas tales como los programas de estabilización (*), conducen inevitablemente, según la denominada Curva de Phillips, al crecimiento de la tasa estadística de desocupación y la falta de pedido de trabajadores.
Alban William Phillips descubrió en macroeconomía una relación inversa entre desocupación e inflación, la que expuso en un artículo titulado "La relación entre el desempleo y la tasa de variación de los salarios nominales en el Reino Unido, 1861-1957", publicado en el año 1958.
Hagamos referencia al Plan de Convertibilidad implementado durante el gobierno de Carlos Saúl Menem durante la década de los 90, en el cual fue ministro Domingo Felipe Cavallo, funcionario de la última dictadura militar, quien para combatir la hiperinflación de Raúl Alfonsín, dejó como resultado aproximadamente cinco millones de desocupados.
En la actualidad, el "Plan Motosierra" del presidente Javier Milei ha logrado bajar la inflación, pero si aplicamos la Curva de Phillips el efecto de una elevada tasa de desocupación parecería ser inevitable (por eso el mandatario argentino tilda a Phillips de "keynesiano", que es algo similar a considerarlo parte de una "secta diabólica", sin poder responder a la cuestión de fondo).
En Argentina el problema de la desocupación preocupa muchísimo a nuestros compatriotas. En una encuesta realizada hace poco entre trabajadores efectivos, el 25% afirmó su angustia y temor de perder su labor.
La situación de la economía, como consecuencia del desarrollo de la tecnología y el empleo precario o en negro, hace que los trabajadores informales vivan en estado de tensión y no vean condiciones como para que ocurra una mejoría de su situación de empleo.
La tasa de informalidad laboral en Argentina alcanzó el 43,2% en el segundo trimestre de 2025, por lo que aproximadamente cuatro de cada diez trabajadores están fuera de la protección legal en materia laboral, impositiva o de la seguridad social.
Paralelamente, nuestro país perdió 127.000 puestos de trabajo registrados en el sector privado, desde septiembre del año pasado. A ello debe sumarse la cantidad de empleados públicos que fueron cesanteados o puestos en comisión. Tomando como punto de partida el año 2023 el sector de la construcción fue el más castigado con 55.777 pérdidas de empleo.
Solamente tres sectores de la economía argentina obtuvieron incrementos en empleos: comercio, agro y pesca. El comercio y sus adláteres, la preparación y reparación, generaron 21.411 trabajadores efectivos y legales. La pesca, por su parte, le abrió la puerta a 1.699 pescadores y afines.
Frente a estos elocuentes datos, hay grandes desafíos. En primera instancia, la necesidad imperiosa de lograr capacitación y habilidades en áreas específicas, esencialmente en tecnología y en Inteligencia Artificial. El Foro Económico Mundial destaca que el 42% de los trabajadores argentinos cambiarán sus habilidades en el transcurso de los próximos cinco años.
Nuestro país lleva más de una década sin crecimiento real y un deterioro sistemático de la producción industrial, producto de la primarización económica, característica propia de una economía libertaria, neoliberal neo-colonial extractivista, que fomenta áreas estratégicas orientadas a la exportación de bienes o derechos sin el pago de derechos de exportación: minería, hidrocarburos, granos y carnes, divisas, etc.
El PBI de 2024 apenas supera en un 1% al de 2011. Lamentablemente, esto significa falta de trabajo en el presente y en el futuro. Por otro lado, las inversiones tardan en llegar y el riesgo país, desde hace años, está casi siempre a la suba, originando tasas altas para sacar créditos internacionales.
La educación deberá propender, rigurosamente, a la capacitación y adaptación de las nuevas tecnología. Y serán clave, en principio, reformas estructurales, en la economía Argentina y en el mismo sentido en la educación, acorde a las nuevas reglas y aceptación y formación en todo lo que hace al campo tecnológico.
También deberá eliminarse totalmente la corrupción y el desarrollo total de las oportunidades que brinda la naturaleza para nuevos emprendimientos. Aquí la ecología tendrá su palabra a los fines de proponer políticas de producción fundadas en el cuidado y respeto del medio ambiente.
En nuestra Patria es necesaria una reforma laboral, para que en conjunto los trabajadores y sus entidades gremiales, junto con los empresarios y sus cámaras, los legisladores y funcionarios públicos del Ministerio de Trabajo -actual Secretaría de Trabajo-, logren acuerdos que permitan conservando los derechos laborales y previsionales modernizar sin flexibilizar el mercado laboral y fomentar la creación de trabajo formal.
Desde las pymes hasta las grandes empresas, en todos los rubros, deberán estar abiertos a las discusiones, para tener consensos, que a través de acuerdos, nos empiecen a sacar de esta situación, que lleva a millones de trabajadores a la pobreza y la indigencia.
Quienes más sufren actualmente este descalabro económico son los desocupados, el personal doméstico, los cadetes de las aplicaciones de pedidos o envíos a domicilio, los tercerizados, los monotributistas y los trabajadores informales.
En dicho contexto, algunas de las reformas necesarias son: inclusión del trabajo domiciliario y el comercio electrónico; políticas de fomento para las pymes, en particular del sector industrial; sistemas de créditos para áreas estratégicas de la economía nacional; régimen de contratación laboral específico para pymes; adecuación del sistema de indemnizaciones, con acuerdos pre-judiciales, entre otras medidas.
En caso de no lograrse el acuerdo entre empresario y trabajador, es necesario contar con la eficiencia en la justicia laboral para lograr fallos en un tiempo prudencial, donde se reconozca la protección contra el despido arbitrario y el trabajador pueda cobrar una indemnización justa.
Es preciso erradicar la mora en las resoluciones de casos y reducir los intereses producto del dictado de sentencias extemporáneas, evitando la "industria del juicio", que en ocasiones puede llegar a ocasionar hasta la quiebra de la pyme.
Otra reforma que se está pidiendo es el sistema de contratos temporales y por proyecto, el cual está pensado para sectores tecnológicos y la economía del conocimiento. Si bien es cierto que fomentaría la contratación rápida y flexible, pero estaría a pasos de la precarización del trabajo.
Otro ítem, si bien no aborda totalmente el tema de los salarios es el de la flexibilización laboral y la reducción de los llamados costos indirectos. Esto podría llevar, por el ahorro que representa para el empresario y la apertura de un nuevo panorama, al fomento de la inversión privada en futuras actividades de cada sector y a propiciar nuevos empleos.
Continuará.
(*) Son medidas que restringen la oferta monetaria y aplican programas de ajuste del sector público (reducción de empleados estatales, paralización de obras públicas, etc), el aumento de la tasa de interés de los plazos fijos y títulos (con miras a evitar que el excedente de dinero genere presión sobre el tipo de cambio tendiente al alza del dólar), entre otras aplicadas para bajar la inflación.