Alrededor de 1920, el matemático norteamericano Edward Kasner (1878-1955) se propuso inventar un número que fuera, al mismo tiempo, inconcebiblemente grande y fácil de describir. Un uno seguido de cien ceros. Algo así:


Alrededor de 1920, el matemático norteamericano Edward Kasner (1878-1955) se propuso inventar un número que fuera, al mismo tiempo, inconcebiblemente grande y fácil de describir. Un uno seguido de cien ceros. Algo así:
10.000.000.000.000.000.000.000.000.000.000
000.000.000.000.000.000.000.000.000.000.000.000
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Leído de la manera habitual este número sería diez mil hexadecillones. O sea, diez mil millones de millones de millones… repitiendo la palabra "millones" dieciséis veces. El número estaba bien pero necesitaba un nombre más simple. Kasner le pidió a su sobrino Milton, que entonces tenía nueve años de edad, que inventara un nombre. El chico sugirió "googol" (pronúnciese gúgol). La inusual cantidad de oes, tres en una palabra de seis letras, estaría asociada a la cantidad de ceros del número.
Cuando Larry Page y Sergey Brin crearon su buscador de internet, en 1998, lo llamaron Google. Acababan de leer un artículo sobre la vida de Kasner y les pareció que ese número representaba la cantidad de información que el buscador debía manejar. La historia de la creación y el bautismo del googol la cuenta el propio Kasner en el libro "Matemáticas e imaginación", escrito en 1940 junto a su colega James Newman (1907-1966).
Allí se explica que el googol es mucho mayor que cualquier otro número aplicable a la naturaleza, las ciencias sociales y la vida diaria, en general. Los autores lo comparan con la cantidad de gotas de lluvia que caen en un siglo en Nueva York, la cantidad de granos de arena en las playas de Coney Island y la cantidad de marcos alemanes en circulación durante la gran inflación de los años 20. Un googol es mucho mayor que todo eso. Sin embargo, es un número finito.
Aun así, uno pensaría que no hay nada que exista en cantidad igual o mayor que un googol. Pero se equivocaría: lo supera la cantidad de posibles partidas de ajedrez distintas (es decir, que no tengan la misma secuencia de movimientos), que se estima en un número igual a uno, seguido de ciento veinte ceros. Eso es cien trillones de veces más grande que un googol.
Escribir cien ceros puede ser algo tedioso pero no requiere gran esfuerzo. A Kasner y su sobrino se les ocurrió proponer entonces un segundo número, mucho mayor. Uno tan largo que nadie podría escribir porque se cansaría y abandonaría la tarea antes de terminar: un uno seguido de un googol de ceros. Lo llamaron "googolplex".
Es, efectivamente, un número que no se puede escribir. No porque uno se canse al tratar de hacerlo sino porque no hay materia suficiente en el universo conocido para escribir un googol de ceros, aunque cada uno fuera tan chico como un átomo. Y, sin embargo, al igual que el googol, es un número finito. Grandes y todo, tanto el googol como el googolplex están más cerca del cero que del infinito. Edward Kasner murió en 1955. Su sobrino Milton, en 1981. Nunca supieron que la palabra que habían inventado entraría en el lenguaje popular.
(*) Periodista y divulgador científico.
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