Queridos amigos, se presentó como una “gran oportunidad histórica” para nuestra Patria. Muchos fuimos a votar para elegir nuevos legisladores en las elecciones legislativas nacionales. Más allá de las convicciones personales, este momento Kairós de la Patria, nos pide un gesto de grandeza para buscar el bien común para todos los argentinos en medio de una crisis profunda (*).
La salida del país no es Ezeiza, todo lo contrario, está en el trabajo, en las organizaciones comunitarias, está en el esfuerzo común de todos. A los candidatos a legisladores se les pide mucha generosidad, a vivir por algo más que el interés propio. El evangelio de hoy, nos regala una parábola del fariseo y el publicano. Nos dice:
Mirá también"No hay mayor amor en la tierra que el amor de una madre" “Dos hombres subieron al templo a orar. Uno era fariseo; el otro, publicano. El fariseo, erguido, oraba así en su interior: '¡Oh Dios!, te doy gracias porque no soy como los demás hombres: ladrones, injustos, adúlteros; ni tampoco como ese publicano. Ayuno dos veces por semana y pago el diezmo de todo lo que tengo' (...).
(...) El publicano, en cambio, quedándose atrás, no se atrevía ni a levantar los ojos al cielo, sino que se golpeaba el pecho diciendo. '¡Oh Dios!, ten compasión de mi'. Les digo que este bajó a su casa justificado, y aquel no. Porque todo el que se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido”.
Mis queridos Amigos, la oración del fariseo (un religioso de aquellos tiempos) es muy actual. Refleja actitudes frecuentes entre nosotros. Cuántos hermanos nuestros dicen: yo soy buen cristiano, voy a misa todos los domingos, comulgo; rezo el rosario diariamente, visito el Santísimo y hasta hago lectura espiritual.
No soy como otros (pobrecitos), que se emborrachan, drogan, roban, blasfeman. ¿Cómo Dios no va a estar contento conmigo? El fariseo aparentemente es una persona cumplidora, se siente perfecta, pero subvalora a los demás, vive encerrado en sí mismo.
Yo tenía una tía muy piadosa que iba a la Iglesia todos los domingos y escuchaba atentamente lo que decía el sacerdote. Cuando volvía a la casa comentaba la homilía. Un día, recuerdo, dijo: “Me maravilla como el párroco conoce a sus fieles. Lo que dijo hoy sobre la mezquindad, es tal cual como es nuestra vecina. ¿Cómo la conoce? Curiosamente a ella nunca le decía nada”.
Mirá también"¿No quedaron limpios los diez? ¿Dónde están los otros nueve?"Pero, esta actitud del fariseo puede hacer referencia también a los que se presentan como candidatos para gobernar y legislar. Las personas que se postulan... ¿no se sienten con frecuencia superiores? Cuánta razón tenía el papa Francisco al decir: “Los hombres nos hemos desplazado de lo 'esencial' a lo 'estético'. Hoy importa más lo que uno parece, que lo que uno realmente es”.
Por otro lado, aparece la figura del publicano (un recaudador). Sin lugar a dudas, distaba mucho de ser un hombre ejemplar; indudablemente no era una buena persona, porque se adueñaba del dinero ajeno. No obstante, su oración es maravillosa, consta de muy pocas palabras, pero claras y contundentes; se lamenta su propia culpa y pide perdón.
Qué ejemplo para los dirigentes, legisladores e intendentes que causaron un gran daño a nuestra Patria. Lo sorprendente es que no se arrepienten, y no piden perdón. La parábola termina con una sentencia contundente. Jesús dice: "Todo el que se enaltece será humillado y el que se humilla será enaltecido”.
La sociedad actual y nuestra Patria en particular, mis queridos amigos, necesita actitudes humildes, nos invita a renunciar a la soberbia, a no despreciar no subvalorar a los demás. Se nos pide a poner en nuestra mochila como valor supremo la humildad.
Mirá también¿Hasta cuándo Señor, pediré auxilio sin que tú escuches? Concluyendo, quiero evocar la figura de José de San Martín, que, con sus actitudes patrióticas, se transformó en un ejemplo maravilloso para todos. Resulta obvio que ha leído e interpretado muy bien la parábola de hoy. Cuando en 1839, el gobernador de Buenos Aires, Juan Manuel de Rosas le propuso que fuera ministro ante el gobierno del Perú, San Martín dijo, revelando su grandeza y honestidad:
“Si sólo mirase mi interés personal, no podría no aceptarlo, pero faltaría a mi deber si no manifestase igualmente que ni mi educación, ni mi instrucción las creo propias para desempeñar con acierto un encargo de cuyo buen éxito puede depender la paz de nuestro suelo”.
Pidamos a Dios, que nos ayude a ser personas veraces, humildes. Que no despreciemos nunca a los demás, porque en realidad, importa mucho más lo que uno es que lo que uno parece ser.
(*) En términos simples, la definición de Kairós implica un "momento adecuado u oportuno", es decir, el tiempo cualitativo o el momento ideal para que algo suceda. Se diferencia de Kronos, porque este representa el tiempo lineal y secuencial. Kairós a menudo se utiliza en contextos filosóficos, retóricos y teológicos, representando el instante perfecto para la acción, la novedad o bien el "tiempo de Dios".
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