Queridos Amigos. ¿Cómo están? ¿Cómo se encuentran? Espero que bien, iniciando el mes de octubre, el mes misionero, abierto a muchos acontecimientos sociales, eclesiales y políticos. Pronto, porque el domingo 26 de octubre millones de argentinos acudiremos a las urnas en las elecciones legislativas nacionales para elegir diputados y senadores, en un contexto de fuerte tensión política.
¡Qué privilegio y a su vez qué responsabilidad! En este contexto tan turbulento de nuestra Patria, los textos bíblicos nos salen al encuentro con un discurso cuestionador. El profeta Habacuc se dirige a Dios diciendo: "¿Hasta cuándo Señor, pediré auxilio sin que tú escuches, clamaré hacia ti violencia, sin que tú salves?¿Por qué me haces ver la iniquidad y te quedas mirando la opresión?"
Mirá también"Ay de ustedes que viven tranquilos, pero no se afligen por el desastre de mi pueblo"¿Qué le pasa a Dios que no responde inmediatamente? ¿Está de viaje, está dormido o está sordo? ¿Acaso el Dios de la Biblia no es un Dios humano, sensible, cercano?
El profeta Habacuc, que vivió en el siglo VI antes de Cristo, observando el mundo que lo rodeaba sintió una indignación ética y moral. De su corazón surgió este grito: "¿Hasta cuándo Señor habrá corrupción, violencia, iniquidad e injusticia? ¿Hasta cuándo se va a vender a un pobre por un par de sandalias, sin que escuches?"
Sin lugar a dudas se trata de preguntas que todos nos planteamos frecuentemente. ¿Qué nos pasa a todos nosotros? ¿Por qué cometemos siempre los mismos errores? ¿Será que nos faltan más leyes, mandamientos, preceptos? ¿Piensan ustedes que con la reforma de la Constitución escrita en el papel, ya se arregla todo?
No. No lo creo, porque ni la mejor ordenanza o las mejores leyes sirven de mucho si no se las pone en práctica de manera inequívoca o se las manosea; o si la justicia no funciona como corresponde, es coimera o corrupta. El problema, queridos amigos, no son solo las leyes, que sin lugar a dudas hay que ir mejorándolas permanentemente.
No, el problema verdadero es el corazón humano; el problema es el hombre mismo; el problema somos nosotros. Cuando reflexiono sobre temas así me gusta contar la siguiente historia, que es muy bella, profunda y significativa.
Mirá también"Disminuiremos la medida, aumentaremos el precio, falsearemos las balanzas para defraudar"Después de la Segunda Guerra Mundial la ciudad de Berlín quedó totalmente destruida, pero para la sorpresa de todos, una imagen de Jesús había resultado prácticamente intacta. Solo por un detalle: le faltaban las manos.
Querían restaurar la imagen, entregando al artista que lo hiciera, como elemento del milagro… Y el artista, realizó una obra, pero propuso algo que cambió la historia de pueblo. Dijo: "Dejemos la imagen sin manos". Y en la parte del pedestal colocó una placa que decía: "No tengo otras manos que las de ustedes". Firmado: Jesús.
El pueblo alemán comprendió el mensaje del artista. Y aconteció lo que hoy se llama el milagro alemán. Cuando el pueblo pone su confianza en el Señor, optando por los valores supremos como la verdad, el trabajo, la exigencia, la responsabilidad, la honestidad, el éxito está cantado. Pronto Alemania resurgió de las cenizas. Y hoy es una potencia mundial, todavía.
Optar por la mentira, el fraude, o la corrupción hace referencia a otro destino. Y nosotros los argentinos lo conocemos muy bien. Un país tan bello, tan rico y tan bendecido por Dios en sus recursos naturales, se puede destruir y arruinar en poco tiempo.
Mirá también"Tanto amó Dios al mundo que entregó a su Hijo único"Hoy muchos nos preguntamos: ¿Hasta cuándo Señor, pediré auxilio sin que tú escuches? ¿Hasta cuándo, nos preguntamos? Y mientras tanto... ¿qué hacemos? Lo de siempre. Elegimos a los que sabemos que son corruptos… Votamos a los que desde hace veinte años o más nunca han hecho nada.
Parece como si no comprendiéramos nada. Hoy en nuestra Patria hay que dejar la levadura vieja y optar por la levadura nueva, es decir: necesitamos renunciar a la mentira y optar por la verdad; renunciar a la mediocridad y optar por la generosidad; optar por la educación y renunciar al facilismo.
Porque la fortaleza de una sociedad depende principalmente de lo que está en la cabeza de las personas, lo que nos hace grande es el capital humano y no la especulación o el fraude.
Permítanme terminar esta reflexión con el pedido que hizo el papa Francisco en uno de sus mensajes al pueblo argentino (ver aparte): "Es el amor a la Patria que me lleva a pedirles, una vez más, que se pongan la Patria al hombro, esa Patria que necesita que le entreguemos lo mejor de cada uno, para mejorar, crecer, madurar".
"Son el mayor tesoro que tiene nuestra Patria"
Los siguientes son dos fragmentos del Mensaje del Santo Padre Francisco que aquí se referencia. Se titula "Al Pueblo Argentino" y fue emitido desde Ciudad del Vaticano el 30 de septiembre de 2016. Incluye el pedido con el que concluye nuestro comentario de hoy. En esas líneas, Jorge Bergoglio, no sin antes lamentarse por no poder viajar a la Argentina para beatificar a Mama Antula ("una mujer que ayudó a consolidar la Argentina profunda") y tampoco para canonizar al Cura Brochero ("ese cura gaucho que tuvo compasión de sus queridos serranos y luchó por su dignificación"), dice expresamente:
"(...) Queridos hermanos y hermanas. (...) Ustedes no saben cuánto me gustaría volver a verlos. (...) Para mí el pueblo argentino es mi pueblo, ustedes son importantes, yo sigo siendo argentino, yo todavía viajo con pasaporte argentino. Estoy convencido que como pueblo son el mayor tesoro que tiene nuestra Patria. Cuando recibo cartas de ustedes, tantas que no a todas puedo responder, seguramente una que otra para hacerme presente, me consuelo, me da gozo y eso me lleva a rezar y rezo por ustedes en la Misa, por las necesidades de ustedes, por cada uno más de ustedes. Es el amor a la Patria que me lleva a eso y es lo que me lleva también a pedirles, una vez más, que se pongan la Patria al hombro, esa Patria que necesita que cada uno de nosotros le entreguemos lo mejor de nosotros mismos, para mejorar, crecer, madurar. Y esto nos hará lograr esa cultura del encuentro que supera todas estas culturas del descarte que hoy en el mundo se ofrecen por todas partes. Una cultura del encuentro donde cada uno tenga su lugar, que todo el mundo pueda vivir con dignidad y que se pueda expresar pacíficamente sin ser insultado o condenado, o agredido, o descartado. Esa cultura del encuentro que todos tenemos que ir buscando, con la oración y la buena voluntad".
"A mí me llama la atención que a la Argentina se le alaba por su geografía, su riqueza, Tenemos de todo: montañas, bosques, llanuras, costas, todas las riquezas en minería. Tenemos todo. ¡Qué país rico! Pero la riqueza más grande que tiene nuestra Patria es el pueblo, ese pueblo que sabe ser solidario, que sabe caminar uno junto a otro, que sabe ayudarse, que sabe respetarse, es ese pueblo argentino que no se marea, que sabe encontrar sabiduría, y cuando se marea, los otros lo ayudan a que se le vaya el mareo. Yo a ese pueblo argentino lo respeto, lo quiero, lo llevo en mi corazón, es la riqueza más grande de nuestra Patria. Y aunque no podamos estrecharnos la mano, cuenten con mi memoria y mi oración para que el Señor los haga crecer como pueblo. Pueblo que se reencuentra, trabaja unido y busca la grandeza de la Patria, esa Patria que es propia, es nuestra, no es de los otros, es nuestra. Gracias por todo lo bueno que hacen cada día (...)".
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