En el principio era un embrión,/

Desde el nacimiento hasta la adultez, una mujer desafía roles tradicionales mientras busca su identidad entre lágrimas, sonrisas y desafíos personales.

En el principio era un embrión,/
un anhelo que aumentaba vientre adentro,/
hembra por venir, como todas,/
con un destino de cambiar pañales,/
lavar cucharas,/
complacer los empeños masculinos.//
Lloré al nacer./
Lloré cuando intenté caminar y me caí./
Lloré cada vez que despedí a mi padre/
sin saber si volvería a abrazarlo./
Crecí con una sonrisa,/
resguardando la cadena del afecto.//
Aprendí lo que debía aprender/
y aprendí cuanto me ayudó a crecer./
Crecí creyendo. Creí en Dios,/
en la bondad de las personas,/
en las estrellas fugaces/
que conceden deseos antes de morir.//
Me equivoqué. Lloré.../
con el corazón roto y crecí./
Murmuré alegrías al parir a mi hija,/
desvestí tristezas al partir mi madre./
Yo tenía que ser una mujer/
como cualquiera.//
Limpiando los pisos,/
preparando la cena,/
criando los hijos,/
sin cuestionar las razones,/
ni discutir los motivos.
Pero no pude conformarme.//
La falla viene de origen y perturba mi espíritu./
Soy una mujer desequilibrada,/
fugando la sed de la vasija,/
dando pasos con dolor,.../
desesperándome, abismada de esperanzas,/
intentando poder desmadejar la vida.//
Ando amándolo todo./
Y odiando la coherencia/
que se interpone/
en mis designios./
No voy a perderme en tu horizonte,/
No voy a ser carne de tu carne.//
Ansío la libertad de ser yo misma,/
Suave, violenta, ambigua, apasionada./
¿Me vas a querer a pesar del desperfecto?/
¿Te vas a dejar devorar por un poema?/
El tiempo golpea nuestros cuerpos./
El amor es hoy o nunca./