El periodismo escrito, moderno, diario y numerado, surgió en 1621 en Flandes, en lengua neerlandesa, según un amplio consenso de historiadores. El "Nieuwe Tijdinghen" o "Gaceta Antwerp", fue el modelo básico de cuanto vino después, con una portada o primera plana ilustrada con xilografías (precedente icónico de las futuras fotografías), noticias de Europa central y occidental, columnas de opinión, comentarios satíricos que anticipaban el recurso del humor, gráfico y escrito, del que harán uso los diarios y periódicos de los siglos sucesivos; la publicación de versos que preludiaban la aparición de páginas literarias, acontecimientos celebratorios (cívicos y religiosos) y oraciones, habida cuenta de que la publicación representaba el poder de los reinantes Habsburgo, en el terreno temporal, y los de la Iglesia católica, en el plano religioso.
En el siglo XVIII, los diarios y periódicos acentuarán sus contenidos políticos y sociales, proceso que siguió en los siglos XIX y XX. Recuerdo haber leído que, en Santa Fe, como en el mundo, en aquellas épocas era prácticamente imposible para un político llegar al gobierno si no contaba, al menos, con el respaldo de algún medio gráfico, cuyas lectorías, de paso sea dicho, iban en aumento de la mano de los intensos programas de alfabetización en escuelas públicas y privadas.
Allá lejos
Así nacieron en nuestra ciudad La Palabra (1915), fundada por Alcides Greca, y El Litoral (1918), por Salvador Caputto, con similares cuerpos de redacción y administración, ambos en apoyo del sector radical encabezado por el Dr. Enrique Mosca. Salvador Caputto, un hombre que venía de Buenos Aires con experiencia periodística, y un joven Pedro Vittori, con habilidades para el comercio y la administración, ya habían compartido, en sus respectivos rubros, el último ciclo de La Palabra.
El 7 de agosto de 1918, El Litoral salía a la calle bajo la dirección de Caputto, con un grupo reducido de personas (Vittori, partícipe de un juicio familiar se incorporará en 1920) adscriptos en su mayoría al radicalismo, aunque no faltaban periodistas de pensamiento socialista y anarquista. Por entonces, el diario de mayor circulación era Nueva Época, conservador en lo político y modernista en la promoción de la educación y la obra pública, surgido en 1886 por inspiración del gobernador Dr. José Gálvez, y en su defensa, quien vivía a pasos del edificio editorial, erigido en San Martín y Moreno.
En 1920, Mosca es electo gobernador con total respaldo de El Litoral, que en sus primeros pasos recibió apoyo económico de un grupo de abogados próximos al nuevo mandatario. Y, al año siguiente, Caputto es elegido convencional constituyente por el sector radical para reformar la Constitución Provincial de matriz conservadora. La posterior suspensión de la aplicación del nuevo texto constitucional por orden de Hipólito Yrigoyen a Mosca, en razón de que no quería abrir nuevos frentes de conflicto -en este caso con la Iglesia-, porque la nueva carta incorporaba instituciones cuestionadas por su prelatura, en particular, la prescindencia en materia religiosa, abrió una grieta entre el diario y el gobernador.
Como ocurriera con el primer diario de formato moderno en la historia, pasados cuatro siglos, la carga política y religiosa incidía en la convención constituyente de Santa Fe.
Decepción y cambio
A la decepción provocada por la intervención de Yrigoyen y la subsiguiente medida de Mosca, que rápidamente provocará una respuesta crítica en las páginas del vespertino, seguirá un distanciamiento progresivo respecto del gobernador a cuyo ascenso al poder había colaborado. Como consecuencia de aquellas fisuras en las posiciones filosóficas y las conductas de los actores, El Litoral tomará distancia de la política partidaria e incursionará cada día más en la tendencia de un diario generalista con la incorporación de nuevas y variadas secciones, sin olvidar en modo alguno las banderas de la democracia republicana y la educación, como factores principales de la evolución social.
Desde el primer día, El Litoral bregó por la importancia de la educación. Salvador Caputto consagró muchas columnas y un libro a la valoración y promoción educativa, acompañado, en ese mismo sentido, por otros colaboradores de los primeros tiempos, como Alejandro Giménez. La preocupación y acción por la educación fue una constante. Por eso en las últimas décadas del siglo XX, dos importantes educadoras le reconocerán a quien escribe, que ningún medio había sido tan consecuente con este propósito, como El Litoral.
Esas mujeres eran Gladys Senn de Cello, colaboradora frecuente y partícipe de la experiencia de "El Litoral Escolar" un tabloide realizado por un grupo de personas interesadas en la enseñanza primaria; y Raquel Diez Rodríguez de Albornoz, quien con sus columnas de "Oral y Escrito", juzgaba con rigor los desvíos en el empleo de la lengua dentro del espacio periodístico y orientaba su uso correcto, habida cuenta de que periodistas bien formados son vectores positivos de transmisión educadora.
Esta tarea de construcción de ciudadanía a través de la prensa, tropezó reiteradamente con la política, cuando la crítica del diario señalaba malas prácticas, promesas incumplidas o desvíos institucionales. En términos modernos, fue moldeándose como un efectivo contrapeso del poder político a través del ejercicio de la crítica en libertad. Y esa tarea cosecharía apoyos, pero también, respuestas amargas. No hay duda de que quien expone, se expone.
Conflictos
La primera confrontación importante se produjo con el gobierno de Manuel María de Iriondo (1937- 1941), quizás porque las visiones de viejos periodistas yrigoyenistas contrastaba con las del mandatario adscripto al radicalismo antipersonalista y su forma de ejercer el poder. Como fuera, las críticas a su administración fueron respondidas con una decisión que hirió el crecimiento económico del diario. La herramienta: una ley que prohibía los sorteos, rifas y loterías a través de las publicaciones periódicas. De esa manera, terminó con el mayor ciclo de expansión de El Litoral y tensó al máximo la relación con el diario que, por su parte, acentuó su postura crítica. No obstante, concluido su mandato, el vínculo se restableció en términos amigables.
Lo peor llegaría pocos años después, con las acciones del peronismo gobernante contra los diarios "de la oposición", generalidad que abarcaba a la mayoría de los diarios surgidos en el ciclo radical, pero incluía a otros, anteriores, asociados con el conservadorismo liberal. Todos ellos habrán de sufrir en carne propia el plan gubernamental de control de la prensa diseñado por Raúl Apold, bajo la indisimulable inspiración de Joseph Goebbels, el ministro de Propaganda de Adolfo Hitler, agitador de los instintos y emociones primarias del pueblo contra un simbólico chivo expiatorio cuya destrucción se imaginaba liberadora.
En ese tramo histórico, particularmente después del comienzo de la corrosiva novedad inflacionaria de fines de los años 40 y comienzos de los 50, la represión de la crítica periodística se profundizó al extremo. Expropiaciones, allanamientos, clausuras temporales o definitivas, multas, restricciones a la compra de papel para la impresión de diarios, supresión de la publicidad oficial y violencia contra periodistas, serían moneda corriente en aquellos días.
Apold era el ideólogo, pero el ejecutor era el diputado nacional José Emilio Visca, titular de la comisión legislativa especial que pasó a la historia con su apellido. Los argumentos, en general, quedan sintetizados en las palabras de José Espejo, secretario general de la CGT luego de recibir para el movimiento obrero el diario La Prensa, expropiado a la familia Gainza Paz. Dijo entonces que la medida se había tomado contra una empresa "oligárquica, antiargentina, antiobrera y extranjerizante, puesta al servicio de los intereses capitalistas".
Ese latiguillo contra opositores, envejecido como un pergamino antiguo, será repetido hasta hoy, tres cuartos de siglo después, por los populismos de nuestros días. Juan Domingo Perón, en cambio, reconocerá luego, que había cometido un error político.
Dejanos tu comentario
Los comentarios realizados son de exclusiva responsabilidad de sus autores y las consecuencias derivadas de ellos pueden ser pasibles de las sanciones legales que correspondan. Evitar comentarios ofensivos o que no respondan al tema abordado en la información.