"La ciudad es un mundo de oportunidades, pero también puede ser abrumadora, desencadenante de situaciones no deseadas. Date el gusto de explorar, conocer nuevas personas y lugares, pero siempre ten presente tu seguridad, por sobre todo. No dudes en confiar en tu intuición y pedir ayuda si te sientes insegura... o en peligro"
Estos y otros tantos sabios consejos son necesarios para que una tímida niña del interior pise la gran ciudad. Su inseguridad, su confianza apresurada y dejarse llevar por las apariencias, puede ser el desencadenante de situaciones catastróficas. La precaución urbana está presente en aquellos trotamundos de la noche, de ahí que los consejos deben pasar por el proceso madurativo de quien lo recibe.
"Atenti Pebeta", definido como el tango de la precaución, data del año 1929 y fue creado por la maravillosa pluma de Celedonio Esteban Flores, el "Negro Cele". Frecuentador de la bohemia porteña, pugilista en sus años mozos, recurría frecuentemente al lunfardo y a la descripción de sus personajes, dando vida a innumerables obras que están en el recuerdo del género.
La música de este tema, estuvo a cargo de Ciriaco Ortiz. En aquellos años de arrabal cuando el empedrado guardaba secretos y las noches se iluminaban con faroles temblorosos y fiel testigo de lo que ocurría, las muchachitas del interior llegaban a la gran ciudad con la inocencia en su "valijita" y el sueño brillante en sus ojos.
Pero Buenos Aires, la gran ciudad, era un imán: prometía trabajo, futuro, aplausos pero también escondía vericuetos donde la ingenuidad podía costar caro. Ese fue el escenario y el clima donde nació "Atenti pebeta"… una voz que advertía sin señalar. Y que abrazaba sin juzgar. Un recordatorio o advertencia también que, entre el bullicio porteño los peligros caminaban mezclados con la esperanza:
"Cuando estés en la vereda y te fiche un bacanazo/ vos hacete la chitrula y no te le deschaves/ que no manyes que estás lista al primer tiro de lazo/ y que por un par de leones bien planchados te perdés (...)"
El narrador, no nos olvidemos que fue boxeador, con un uppercut directo a la barbilla hace uso de todo el arsenal para prevenir con contundentes y sanos consejos a la "pebeta" del riesgo a que está expuesta en un ambiente desconocido y en el que el argot porteño dejaba al descubierto la cultura en ese ambiente social contaminado y vulgar.
Generoso de la situación, recurre a la lengua de la corriente inmigratoria (lunfardo) y terminología por lo general utilizada en la jerga porteña reflejando la cultura y la vida de los barrios populares:
"Cuando vengas para el centro, camina junando el suelo/ arrastrando los fanguyos y arrimada a la pared/ como si ya no tuvieras ilusiones ni consuelo/ pues si no dicen los giles que te han echao a perder"
El consejero no se guardó ningún detalle para evitar el engaño o la errónea interpretación para no caer en las redes de algún pícaro rufián a la pesca de su presa. Le propone que no se deje impresionar por los hombres que aparentan ser adinerados o sofisticados y menos de aquellos que integran el lote de los "bacanes".
Le sugiere que se haga la desentendida y no muestre interés, para que no la consideren fácil de conquistar, en liquidación o promoción. Además, le recomienda que adopte una actitud modesta y reservada, caminando con la mirada baja y sin llamar la atención, para evitar que la gente piense mal de ella:
"Si ves unos guantes patito, rajales/ a un par de polainas rajales también/ a esos sobretodos de catorce ojales/ no le des bolilla porque te perdés/ a esos bigotitos que parecen líneas/ que en ves de bigotes son un espinel/ Atenti pebeta…. seguí mi consejo/ yo soy zorro viejo y te quieto bien"
Esta más que demostrado la visión protectora y paternalista que busca preservar la reputación y la seguridad de la joven en un entorno urbano hostil y engañoso, típico de la época y donde nadie daba "un tranco de pollo" para dejar escapar la oportunidad. Si, como lo lee, asi de cruel, asi de real:
"Abajate la pollera por donde nace el tobillo/ dejate crecer el pelo y un buen rodete lucí/ comprate un corsé de fierro con remaches y tornillos/ y dale el olivo al polvo, a la crema y al carmín (...)"
El empeño del "viejo zorro", es motivador hasta el extremo de sugerirle vestir de manera conservadora, que evite el llamativo maquillaje y que no se aparte de sus hábitos hasta llegar al pico de las medidas proteccionista ante posibles agresores (lo máximo, imposible e insólito: corsé de fierro con remaches y tornillos):
"Tomá leche con vainillas o chocolate con churros/ aunque estés en el momento propiamente del vermuth/ después cómprate un bufoso y cachando al primer turro/ por amores contrariados le hacés perder la salud"
La adaptación a la vida urbana era más que difícil sobre todo para las jóvenes con escasos o sin recursos y sin apoyo, que llegaban a la gran ciudad en busca de un porvenir.
Ese cambio radical del entorno, costumbres y expectativas a lo que se sumaba el desarraigo familiar la ponían frente al precipicio de la vulnerabilidad y la perspectiva -casi segura- a los peligros de la marginalidad con los riesgos tremendos e impensados.
Indudablemente el consejero no deja de preocuparse y llega al límite: le recomienda a la joven que adopte hábitos más sencillos y saludables, como tomar leche con vainillas o chocolate con churros en lugar de bebidas alcohólicas. También le sugiere que se arme con un "bufoso" (revólver) para protegerse de posibles agresores.
La canción, aunque con un tono humorístico y exagerado, refleja una preocupación genuina por la seguridad y el bienestar de la joven en un entorno urbano que puede ser hostil y peligroso:
"Atenti pebeta" es un tango que, a través de su letra, ofrece una ventana a la cultura y las preocupaciones de la sociedad porteña de principios del siglo XX. La canción utiliza el lunfardo y las metáforas para transmitir un mensaje de precaución y sabiduría, destacando la importancia de la apariencia y el comportamiento en la vida social por demás de preocupante.
¿Qué les te pareció la historia? Una historia sencilla, de calles húmedas y corazones abiertos; un viaje al pasado, para que usted, amigo lector, encuentre su propio reflejo, su propia advertencia… o su propio destino.
Como un viaje al pasado (*)
El tren resopló largo como si también sintiera pena al verla bajar con su valijita de cartón atada con un cinto para evitar se abriera. Arribo a destino después de 14 horas de un largo y agotador viaje desde su pueblito a la Capital. Con trenzas apretadas y el corazón desbordante de ilusiones descendió los tres escalones que la depositaron en tierra firme.
Detrás de ese anden, la gran ciudad bulliciosa, con tranvías, bocinas y promesas. La curiosidad la invadió por completo, sus ojos grandes no dejaban escapar ningún detalle. Un compadrito, bicho el hombre, vio su presa, apuró el tranco y casi de inmediato estuvo a su lado.
Medianamente bien vestido, sombrero ladeado, pañuelo al cuello y de palabra mus "fácil" le ofreció ayuda, trabajo y compañía y le soltó la primera frase: "No te aflijas muñeca… acá todos empezados de abajo". Confiada, siguió sus pasos sin percatarse que el brillo del centro podía enceguecer más que el sol del mediodía.
Todo era nuevo para ella y las luces del cabaret mucho más para su inocencia. Todo parecía fiesta pero olía a trampa. Detrás de las risas, el tango lloraba bajito, sin ganas como si adivinara su destino. Era el silencio de la advertencia. En la esquina un viejo fuelle desvencijado hacia esfuerzo para mantener la melodía de una milonga triste de esas que cuentan verdades sin decirla.
Aseguran haberla visto varias veces, caminando con la misma valijita,conocida como "la chica del tren",... buscando el rumbo que perdió aquella tarde cuando el "pata de fierro" le hizo conocer la realidad.
(*) "La pebeta del tren", versión propia y libre del célebre tango, adaptada para la ocasión.