Un poste a punto de caer
Un poste a punto de caer
JOSÉ MANUEL QUIROGA, DE B° SAN LORENZO
"Este es un mensaje para el intendente o a quien corresponda: hace como dos meses que hay un poste, no sé si de luz o teléfono, que se está por caer sobre una casa, en pasaje Boasso altura 1400, entre Amenábar y Entre Ríos. Los vecinos hace bastante que estamos reclamando y nadie hace nada. Parece que no les interesa. Me gustaría que algún concejal, el intendente o el mismo gobernador vieran esto. Estamos a solo 10 cuadras de donde trabajan los funcionarios. Gracias a El Litoral, como siempre, por brindarme este espacio".
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Llegan cartas
Mis padres, abuelos de mis hijos
CELESTE LOMELLO
Pudo ser la pandemia, pudo ser la llegada de Benja y la madurez de Bauti, puede ser mi revolución interna, puede ser mi crecimiento, pueden ser tantas cosas… Pero lo cierto es que hace rato vengo con estas ideas dando vueltas, y como me lo enseñaron y como lo siento hoy me tomo unos minutos para escribirlo…
Tuve una infancia feliz, unos padres presentes, unas cuantas cosas materiales y varias oportunidades a mi alcance, cero trauma para la tranquilidad de mi padre, más bien muchos recuerdos, muchos aprendizajes. Una hermosa adolescencia, con pocos amigos, algún complejo y lejos de la mayoría de los vicios, algún que otro enojo, propio de la etapa, pero siempre segura de mi familia. Una gran juventud, determinada en mi vocación y agradecida del apoyo emocional y económico para poder hacer lo que me gustaba. Un proyecto de pareja, la búsqueda de un buen trabajo, el sueño de la casa propia, los viajes y algún otro gusto, siempre ustedes cerca acompañando, pero respetando, siempre respetando, escuchando y aconsejando.
La decisión de formar mi propia familia, al lado del hombre de mi vida fue de lo más natural, de lo más Susanita. Miraba hacia atrás y no podía imaginar otro modo de estar en este mundo que no fuera rodeada de amor, de mi pareja, de mis padres, mi hermano e hijos… Nada de viajes sola, nada de proyectos ambiciosos, mi vida buscaba paz, tranquilidad; buscaba sostener la idea de hogar y gracias a Dios por ahí vamos…
La maternidad me pegó flor de cachetada, fue difícil al principio… Cuánto llanto, cuántos miedos, cuánta ansiedad… Pero ahí estaba mi esposo, ¡flor de padre y compañero! y estaban ellos, mis padres, los abuelos de mis hijos… Cuánto más lo amé desde aquel frío día de julio, mi papá observador y emocionado, mi mamá más incondicional que nunca… Ahí empieza una nueva historia, ahí aprendí a reconocer en mis padres a los abuelos de mis hijos; ahí la vida me enseñó que uno nunca deja de conocer a las personas, que cuando pensamos que ya amamos lo suficiente podemos seguir amando más todavía.
Verlos abuelos de mis hijos es una de las cosas más lindas de mi vida, porque sé que fueron y son mi mejor mamá y mi mejor papá, pero lo de su abuelazgo es inexplicable… Sus juegos, sus charlas, sus sentadas en el piso, sus upas, sus canciones, sus dibujos, sus cariños, sus comidas, su complicidad, son una caricia al alma. Sé que aman a mis hijos y sé que cualquier cosa que yo pueda decir ustedes ya la habrán descubierto hace unos 30 años, pero es inexplicable que el amor hacia un tercero nos explote el corazón más que si fuera uno mismo. Verlos con Bauti y Benja, ver el amor mutuo, me emociona hasta la médula.
Gracias siempre… ¡que la vida nos siga regalando muchos momentos de padres, hijos y nietos!
Los amo, los amamos.