Siguen las picadas en Av. Galicia y vecinos piden más controles
Autos y motos lanzados a toda velocidad (picadas); música “al palo”, venta y consumo de alcohol. Vecinos denuncian que hace 20 días la situación ya había sido alertada públicamente y hoy está peor.
Motociclistas haciendo "willy" y lanzados a toda velocidad. Foto: Gentileza
Las madrugadas en la intersección de avenida Galicia y Güemes se han convertido en un territorio donde reina el descontrol absoluto. Lo que antes era un sector tranquilo del norte de la ciudad de Santa Fe se transformó en un circuito improvisado de riesgo extremo, donde motos y autos se desplazan a altísima velocidad, muchas veces sin casco, sin luces y sin respeto por ninguna norma.
La postal es siempre la misma: picadas, escapes libres que hacen vibrar las ventanas, motos sobre el cantero central y circulando por las veredas, autos y grupos que ocupan la calle como si se tratara de un evento masivo sin permiso. Todo en un lapso que va —sin excepción— desde la 1 hasta las 5 de la madrugada. La pesadilla se produce todos los fines de semana y vísperas de feriados.
Denuncias que nadie escucha
Lo más grave: todo esto ya había sido denunciado públicamente hace apenas 20 días. En aquel momento, El Litoral publicó el artículo “Las noches salvajes de avenida Galicia”, donde el vecindario advertía que el descontrol estaba escalando de manera alarmante.
La nota buscaba visibilizar una problemática que asfixiaba a cientos de familias. Hoy, casi tres semanas después, la situación no solo persiste: se agravó.
Otros medios locales también replicaron las quejas vecinales. El reclamo estaba en todos lados. Pero cuando la madrugada cae sobre Galicia, nada cambia: el ruido vuelve, los corredores reaparecen, la impunidad se instala.
Una avenida convertida en pista
A simple vista, la escena parece salida de una película: motos lanzadas a fondo, grupos de vehículos que aceleran en simultáneo y se cruzan entre sí, frenadas bruscas y zigzagueos que ponen en riesgo a cualquiera que circule por allí.
Los fines de semana Galicia se convierte en pista de carreras y "boliche" a cielo abierto. Foto: Gentileza
Vecinos aseguran haber visto maniobras directamente suicidas: motos circulando sobre el cantero central (para peatones) y las veredas ; autos tomando curvas a toda velocidad.; vehículos que pasan a centímetros de viviendas y garajes. Para la gente del barrio, cada madrugada es una ruleta rusa.
Música “al palo”
El componente sonoro es devastador. Además de los escapes libres —que por sí solos convierten la noche en una tortura—, se suman autos equipados con parlantes de altísima potencia. Se estacionan, abren puertas y transforman la calle en un boliche improvisado.
La música retumba con una violencia que atraviesa paredes y hace imposible el descanso. Hay reportes de vecinos que deben mudarse de habitación, dormir con tapones o directamente resignarse a no descansar.
Alcohol libre y un amanecer lleno de basura
El consumo de bebidas alcohólicas fuera de horario es moneda corriente. Los grupos se reúnen a beber sobre la avenida, sobre las veredas y hasta en zonas del cantero.
Así "despierta" Galicia luego de las noches salvajes. Foto: Gentileza
Al amanecer, la escena es desoladora: botellas rotas, latas, vasos plásticos y restos de comida esparcidos por todas partes.
La postal del día después siempre tiene protagonistas involuntarios: los propios vecinos, que se ven obligados a limpiar lo que otros dejan atrás.
Las respuestas que no llegan
Los moradores del sector aseguran haber realizado cientos de comunicaciones al 911 y a la Guardia de Seguridad Institucional (GSI). También enviaron cartas a la Municipalidad de Santa Fe, solicitando intervención urgente.
Pero la sensación general es que nada de eso ha surtido efecto. “Llamamos, denunciamos, insistimos… y a las dos horas vuelve todo igual”, resumen.
El descontrol sigue ganando terreno, mientras la esperanza de soluciones se va evaporando con cada madrugada.
Vecinos al límite
“Hace meses que no duermo una noche completa”, relata una mujer que vive a media cuadra. “A las tres de la mañana, cuando estoy por caer rendida, aparece una moto sin escape que me hace saltar de la cama. Ya no doy más”.
“Mis hijos se levantan llorando del miedo. Les digo que duerman, pero la ventana vibra como si estuviera explotando algo afuera”, cuenta un padre joven. “No se puede vivir así. Nos sentimos abandonados”.
“Nos prometieron controles. ¿Dónde están? ¿Qué esperan? ¿Que maten a alguien? Esto no es vida”, señala un hombre mayor, con evidente cansancio emocional. “No pedimos nada extraordinario. Solo queremos dormir”.
Los vecinos coinciden en que es cuestión de tiempo antes de que ocurra un accidente grave.
Con autos en contramano, motos sin luces, alcohol circulando libremente y la avenida convertida en una pista clandestina, el peligro es permanente.
“Cuando pase algo nadie podrá decir que no estaba anunciado”, advierten.
“Esto no es una fiesta, es un descontrol total”, asegura otro vecino, mientras tramita secretamente un cambio de domicilio. “Cada vez que me acuesto pienso: mañana me voy a levantar con la cabeza reventada, con sueño —y con miedo. No sé si alguno de esos ‘corredores’ va a terminar embistiendo a alguien, o atropellando un chico. No pido que saquen a todos, pido que nos devuelvan la tranquilidad”.
La noche cae otra vez sobre avenida Galicia. Y, si es fin de semana o víspera de feriado, renace el caos.
Nota de R.: La noche del domingo inspectores municipales y Policía realizaron un importante operativo. Fue la primera vez en mucho tiempo que se pudo dormir en paz.