Joaquín Fidalgo
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Otra familia de nuestra ciudad fue víctima de una banda de “estafadores telefónicos”. Los delincuentes ejecutaron un plan minuciosamente preparado y lograron, mediante un “secuestro virtual”, un botín de más de 100 mil pesos.
El episodio tuvo como blanco un hogar de barrio Candioti, en una zona cercana a la Plaza Pueyrredón. Si bien la dueña de casa radicó la denuncia en las últimas horas, el hecho ocurrió en horas de la madrugada del martes de la semana pasada.
El teléfono fijo del domicilio sobresaltó a la propietaria, que dormía plácidamente. “Mamá, me golpearon toda la noche. Se metieron en casa y me robaron todo. Me están matando a piñas y tengo toda la cara hinchada. Ahora, me apuntan con un revólver a la cabeza. Por favor, dales todo lo que tenés porque me matan”, se escuchó del otro lado.
La mujer creyó reconocer la voz de su hijo, el único de los tres que no estaba con ella en ese momento. Los malvivientes tenían un libreto estudiado y lo interpretaron a la perfección. Le pidieron a la víctima una suma de dinero en pesos y otra en dólares, muy similar a la que tenía oculta en el inmueble. “Tu hijo nos dijo que tenés esa plata y también joyas”, le advirtieron.
Uno de los hermanos del supuesto secuestrado se apuró para poner los billetes y algunas alhajas en una bolsa que luego colgó en un poste de luz cercano, tal cual le indicaron los delincuentes. No conformes con lo obtenido, sin cortar la comunicación, los estafadores redoblaron la apuesta. “Sabemos que tenés más plata y no nos diste las mejores joyas”, le recriminaron a la madre. Minutos después, les entregó otros tres mil pesos y todas sus alhajas.
“Siempre tuve miedo de que me entraran a robar a mi casa y mirá cómo me lo vienen a sacar”, se lamentó esta mañana la mujer, que tenía esos ahorros para hacer un viaje y para algunas obras necesarias en su vivienda. No obstante, aseguró que sintió mucho alivio y felicidad cuando pudo hablar con su hijo y se dio cuenta de que todo había sido un ardid.
Esta familia se mostró sorprendida por algunos detalles que conocían los estafadores. “Tenemos la sensación de que estuvieron escuchándonos. Hace rato que suena el teléfono y al atender nadie dice nada del otro lado”, manifestaron.