La columna vertebral no solo sostiene el cuerpo: también protege la médula espinal y es un componente clave del sistema nervioso.

La inactividad y algunas posturas habituales pueden provocar microdesalineaciones en la columna que con el tiempo generan molestias y dolor de espalda, según una especialista en quiropráctica. Aquí qué hábitos evitar y cómo prevenir sus efectos.

La columna vertebral no solo sostiene el cuerpo: también protege la médula espinal y es un componente clave del sistema nervioso.
Aun así, muchos de los problemas que terminan en dolor o limitaciones funcionales tienen su origen en hábitos cotidianos que pasan desapercibidos, advirtió la doctora Sherry McAllister, presidenta de la Fundación para el Progreso Quiropráctico (F4CP) de Estados Unidos.
Según McAllister, acciones simples como permanecer mucho tiempo sentado, usar el celular con la cabeza inclinada hacia adelante o cargar bolsos pesados en un solo hombro pueden producir pequeñas alteraciones en la alineación de la columna.
Estas microdesalineaciones no necesariamente causan dolor inmediato, pero con el tiempo pueden desencadenar tensiones musculares, rigidez y otros síntomas relacionados con el mal funcionamiento de la columna.

Un factor destacado por la especialista es el sedentarismo. Permanecer sentado por períodos prolongados —especialmente más de 45 minutos sin pausas— puede ralentizar el flujo sanguíneo, tensar los flexores de la cadera y debilitar los músculos que estabilizan la columna.
Con el tiempo, esos efectos combinados aumentan la tensión en las curvas naturales de la espalda y favorecen la aparición de molestias.
Además del sedentarismo, hay otras prácticas habituales que, sin ser evidentes, ejercen presión indebida sobre la columna:
Postura encorvada y uso de dispositivos electrónicos: Inclinar la cabeza hacia adelante para mirar el teléfono o la pantalla de una computadora incrementa la carga sobre el cuello y la parte superior de la espalda.

Estudios de ergonomía señalan que incluso una ligera inclinación de la cabeza puede multiplicar la exigencia mecánica en esas zonas.
Bolsos y mochilas mal distribuidos: Cargar peso en un solo hombro obliga al cuerpo a compensar, lo que puede desviar la alineación de la columna y generar tensiones musculares.
Posición inadecuada al dormir: Dormir con un colchón o almohada que no mantenga las curvas naturales de la columna puede contribuir a rigidez y dolor al despertar.
Respiración superficial y estrés: Aunque muchas personas no lo relacionan con la salud de la espalda, la respiración poco profunda y los estados de estrés pueden tensar la musculatura de la parte superior del torso, alterando la postura.
Todas estas prácticas, cuando se repiten día tras día, pueden pasar desapercibidas hasta que los síntomas se manifiestan de forma más intensa. Por eso, la especialista subraya la importancia de prestar atención a las rutinas diarias y adoptar medidas preventivas concretas.

Para contrarrestar los efectos de estos hábitos, McAllister propone un enfoque basado en tres pilares: movimiento, alineación corporal y fortalecimiento del organismo.
Movernos con frecuencia es una recomendación clave. La experta sugiere interrumpir las sesiones de inactividad cada 30 o 45 minutos para estirar las piernas, caminar unos pasos o realizar movimientos suaves que reactiven la circulación y reduzcan la rigidez muscular.
Alineación y ergonomía también son aspectos centrales. Ajustar la altura de la pantalla de la computadora para que quede al nivel de los ojos, usar sillas con soporte lumbar adecuado, y distribuir el peso de las cargas de forma equilibrada ayuda a mantener posturas más neutrales y reducir las tensiones habituales.
Fortalecer la musculatura central —incluidos los músculos del core, glúteos y pies— es fundamental para que la columna cuente con un soporte eficaz. Ejercicios simples como planchas, puentes de glúteos y caminatas cortas pueden marcar la diferencia en la resistencia y estabilidad de la espalda.

La higiene del sueño también merece atención. Un colchón con buena firmeza y una almohada que mantenga la curva natural del cuello ayudan a que la columna descanse en una posición beneficiosa durante la noche. Esto puede reducir la tensión acumulada y mejorar la recuperación general.
Por último, aunque la nutrición no sustituye al movimiento y a la postura adecuada, suplementar la dieta con nutrientes que favorezcan la salud ósea y muscular —como vitamina D3, vitamina K2, magnesio, omega-3, colágeno y vitamina C— puede ser útil como complemento dentro de un plan integral de cuidado corporal.
McAllister también recomienda considerar visitas periódicas a profesionales de la columna,para evaluar desequilibrios posturales, recibir orientación personalizada y detectar posibles desalineaciones antes de que deriven en dolor persistente o lesiones más complejas.
Integrar estas prácticas en la vida diaria no garantiza la eliminación total del dolor de espalda —que puede tener múltiples causas clínicas—, pero sí puede reducir significativamente el riesgo de que hábitos aparentemente inocuos terminen afectando la salud vertebral a largo plazo.