Tener un “core” —o zona central del cuerpo— fortalecido debería ser parte de cualquier rutina de actividad física.

Un núcleo fuerte no solo mejora la estabilidad y la postura: también ayuda a moldear la cintura, reduce el riesgo de dolor lumbar y facilita las tareas diarias. Te explicamos cómo lograrlo, con ejercicios simples y efectivos.

Tener un “core” —o zona central del cuerpo— fortalecido debería ser parte de cualquier rutina de actividad física.
Esa “faja interna” compuesta por abdominales, lumbares, pelvis y músculos profundos de la columna no solo ayuda a tonificar la cintura, sino también a sostener la espalda, mejorar la postura y prevenir molestias.
El concepto de “core” abarca no solo los abdominales visibles, sino también los oblicuos, los músculos de la espalda baja, la pelvis, los glúteos y otras estructuras profundas.

Fortalecer ese conjunto muscular tiene múltiples beneficios, entre ellos:
Mejora la estabilidad, el equilibrio y la coordinación del cuerpo. Eso facilita tanto movimientos cotidianos —como agacharse, levantar objetos o girarse— como la práctica deportiva.
Contribuye a una mejor postura. Un core débil puede favorecer posturas encorvadas, sobrecargar la columna y derivar en problemas lumbares. En cambio, cuando la musculatura central funciona como un corsé interno, la espalda se sostiene con menos tensión.
Disminuye el riesgo de dolores de espalda y molestias lumbares crónicas. Estudios y especialistas coinciden en que una zona media fuerte protege la columna y distribuye mejor las cargas.
Ayuda a moldear el cuerpo: al trabajar los músculos del abdomen, la cintura puede ganar tono; aunque, si el objetivo es “marcar” abdominales, también será necesario cuidar la alimentación para reducir la grasa corporal.

No se trata de hacer infinitas repeticiones de abdominales y listo. Hay ejercicios que activan de forma más integral los músculos centrales, ayudan a prevenir lesiones y alivian la espalda. Algunos de los más recomendados:
Planchas (frontales o de antebrazos, y variantes como planchas laterales): este es uno de los ejercicios claves para trabajar el core. La plancha compromete la musculatura abdominal, lumbar, glúteos y piernas, al mismo tiempo que exige estabilidad y control.
Mantener la posición —con la espalda recta y abdomen contraído— durante 20 o 30 segundos, e ir aumentando de a poco.
Puente o “bridge”: tumbado boca arriba, con rodillas flexionadas, levantar las caderas apretando glúteos y abdominales hasta formar una línea recta desde hombros a rodillas. Es un buen ejercicio para la zona lumbar, glúteos y pelvis.

Ejercicios tipo “superman”: acostado boca abajo, elevar brazos, piernas y pecho, sostener unos segundos y bajar lentamente. Ayuda a reforzar la espalda baja y los erectores de la columna.
Movimientos dinámicos con control: “bird-dog” (extender brazo y pierna opuesta mientras estás en posición de manos y rodillas), “Russian twist” (rotaciones del torso), abdominales tipo “bicicleta”, y ejercicios laterales tipo plancha lateral o side-plank.
Esta combinación permite trabajar los oblicuos, el transverso del abdomen y los estabilizadores de la pelvis.
Importante: la técnica es clave. Más vale hacer pocos ejercicios bien que muchos mal. Una mala postura durante la ejecución puede generar tensiones indebidas en la espalda o el cuello.
Asimismo, conviene complementar estos ejercicios con estiramientos, buena postura diaria, y un estilo de vida activo.
Cuando entrenamos el core de forma consistente, el cuerpo gana firmeza, control y estabilidad. Esa mayor tonicidad muscular en la zona abdominal y lumbar contribuye a definir mejor la cintura —aunque, como señalan especialistas, marcar abdominales visibles depende también del nivel de grasa corporal.
Pero más allá del aspecto estético, los beneficios funcionales son determinantes:
Menor riesgo de lumbalgia y molestias crónicas: la musculatura profunda del core actúa como un soporte natural de la columna, distribuye cargas de forma equilibrada y previene que vértebras, discos intervertebrales y articulaciones se sobrecarguen.
Mejor postura y menos tensión muscular: al fortalecer abdomen, lumbares y pelvis, se reduce la tendencia a encorvarse o arquear la espalda; eso disminuye las sobrecargas musculares y articulares.
Mayor funcionalidad en el día a día y en la práctica física: tareas cotidianas como levantar algo del piso, cargar bolsas, agacharse, desplazarse, moverse con más seguridad, se hacen con menor riesgo de molestias o lesiones.
Para quienes sufren dolores lumbares, molestias de postura o simplemente desean mejorar su condición física, una rutina enfocada en el core puede ser un gran aliado. Pero debe ser regular y consciente.

Si vas a empezar, lo ideal es hacerlo de forma progresiva, cuidando técnica y frecuencia. Algunos consejos útiles:
Realizá un calentamiento breve antes de iniciar los ejercicios; esto prepara articulaciones y músculos, reduce el riesgo de lesiones.
Empezá con ejercicios básicos como planchas, puente y bird-dog; cuando ganes fuerza, podés sumar ejercicios con rotaciones, cambios de posición, estabilidad, etc.
Combiná estos ejercicios con actividad física regular y buena postura en el día a día: eso potencia los efectos.
Si vas a entrenar con más intensidad o tenés problemas de espalda, obesidad, o alguna patología, conviene consultar con un profesional de la salud o un fisioterapeuta antes de empezar.
No hace falta dedicar horas de gimnasio: con tres sesiones semanales de 15 a 20 minutos, bien planificadas y con técnica, se pueden obtener resultados notables.