La lactancia materna es mucho más que alimentar. Es un acto de amor, salud, vínculo y cuidado mutuo.

El Comité de Lactancia de la Sociedad Argentina de Pediatría destacó a Vivi Mejor que la leche materna es un “tejido vivo, único e inimitable” y que sus beneficios abarcan lo nutricional, inmunológico, emocional y social. Amamantar no solo favorece al bebé: también mejora la salud física y mental de la madre.

La lactancia materna es mucho más que alimentar. Es un acto de amor, salud, vínculo y cuidado mutuo.
En el marco de la Semana Mundial de la Lactancia, el Comité de Lactancia de la Sociedad Argentina de Pediatría (SAP) dialogó con Vivi Mejor para subrayar los innumerables beneficios de este proceso natural, desmitificar creencias erróneas y remarcar la importancia del acompañamiento a las madres durante esta etapa clave.
“La leche materna es el alimento que produce el ser humano para su cría. Es única e inimitable”, expresaron desde el Comité de Lactancia de la SAP. Entre los principales beneficios, señalaron tres aspectos fundamentales:
Psicológico: porque favorece el apego seguro con la madre, un aspecto central en la construcción del vínculo emocional y la identidad del bebé.
Inmunológico: ya que actúa como la primera vacuna, protegiendo contra enfermedades o disminuyendo su gravedad.
Nutricional: porque es un alimento completo que se adapta a las necesidades del bebé en cada momento.
La leche humana no es un simple alimento: es un “tejido vivo” que cambia su composición incluso durante una misma toma para responder a lo que necesita el bebé. Además, contiene componentes que no se pueden replicar en ninguna fórmula infantil, como células vivas, células madre, anticuerpos y bacterias beneficiosas específicas para cada etapa.

Los efectos inmunológicos de la leche materna son tanto inmediatos como duraderos. Aporta defensas naturales como inmunoglobulinas (especialmente la IgA), lactoferrina, lisozima y oligosacáridos.
“Todo esto estimula la maduración del sistema inmune del bebé y disminuye el riesgo de desarrollar alergias y enfermedades autoinmunes”, explicaron desde la SAP. A largo plazo, la lactancia previene patologías comunes como el asma, las alergias, dermatitis atópica, sobrepeso y obesidad infantil, entre otras.
También se asocia con un menor riesgo de padecer ciertos tipos de cáncer infantiles y se vincula con una mejor salud mental y desarrollo neurológico.
Los beneficios no son solo para el bebé. Amamantar ayuda a la recuperación posparto y protege la salud de la madre. En el plano físico, favorece que el útero vuelva a su tamaño normal, ayuda a perder peso, reduce el sangrado y el riesgo de anemia, y disminuye la posibilidad de desarrollar cáncer de mama y de ovario, diabetes tipo 2 y enfermedades cardiovasculares.
En el plano emocional, la liberación de oxitocina durante la lactancia genera una sensación de calma y bienestar, refuerza el vínculo emocional con el bebé y puede reducir el riesgo de depresión posparto.

El acto de amamantar no solo alimenta, sino que construye una conexión emocional única. El contacto piel a piel, la mirada, el abrazo y la cercanía generan seguridad y confianza en el bebé, y permiten a la madre responder de forma sensible a sus necesidades.
“La lactancia crea un ambiente íntimo que se convierte en una fuente de consuelo para el bebé y una experiencia de conexión profunda para la madre”, indicaron desde el Comité.
La recomendación oficial de la SAP es brindar lactancia materna exclusiva hasta los seis meses de vida. Eso significa que el bebé no necesita ningún otro alimento ni bebida, ni siquiera agua. Luego de esa etapa, se incorporan alimentos complementarios, pero se aconseja continuar con la lactancia hasta los dos años o más.
Aunque en la práctica pueden surgir dificultades, desde la SAP recalcan que existen herramientas y profesionales capacitados para acompañar a las madres y ayudarlas a sortear los desafíos.
Uno de los grandes obstáculos para iniciar o mantener la lactancia es la falta de apoyo, desinformación o confianza. “No debería ponerse en duda la lactancia ni la capacidad de una madre para hacerlo. Eso daña mucho y luego es muy difícil”, advirtieron desde el Comité.
Entre los factores que inciden se encuentran el regreso al trabajo, la escasa enseñanza sobre el tema en escuelas o centros de salud, el marketing de las fórmulas infantiles, y el desconocimiento general sobre cómo funciona el cuerpo durante esta etapa.
También persisten creencias erróneas, como pensar que la leche “no alimenta”, que “no alcanza” o que algunas madres “no pueden” amamantar. En realidad, todas las mujeres están biológicamente preparadas para amamantar. Puede haber dificultades, pero con apoyo y acompañamiento adecuado, se pueden superar.
El proceso de lactancia no debe vivirse en soledad. “Es fundamental que la familia se informe y participe. La madre amamanta, pero los demás pueden ayudar en todo lo demás”, remarcaron desde la SAP.
Además del rol de la familia, el apoyo de otros profesionales capacitados en puericultura (pediatras, obstetras, enfermeros, nutricionistas) y de otras madres que estén transitando o hayan transitado la misma etapa puede marcar la diferencia.
En ese sentido, recomiendan participar en talleres o consultas prenatales donde se trabaje el conocimiento sobre lactancia y se promueva el contacto piel a piel desde el primer momento, sin interrupciones innecesarias.
“Queremos dejar en claro que la lactancia es un proceso natural y que todas las mujeres están preparadas para hacerlo. Siempre puede haber inconvenientes, pero nunca hay que dudar de la capacidad de una madre para amamantar".
"Desde la Sociedad Argentina de Pediatría estamos preparadas para acompañar, escuchar y atender. Consultanos. Y si no podemos ayudarte, te contactaremos con personas capacitadas y amorosas”.
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