Jueves 31.12.2020
/Última actualización 13:13
Haber dejado en el camino a Atlético Mineiro y a Emelec en la Copa Sudamericana, dos equipos con un recorrido copero y logros que Unión no tiene, han sido los aspectos para destacar de un año que, como ocurrió con todos, estuvo signado por una larga inactividad.
El otro aspecto fue el alejamiento de Leonardo Carol Madelón de la conducción técnica, detalle no menor teniendo en cuenta que se trata del hombre más importante del fútbol de Unión en los últimos tiempos. Agobiado por el desmantelamiento del plantel, que alcanzó su pico máximo en los primeros días de este año cuando se vendió a Yeimar Gómez Andrade, a Damián Martínez y a Nelson Acevedo, quedando únicamente Bottinelli de aquélla base que consiguió las dos clasificaciones a la Sudamericana, Madelón aguantó hasta eliminar a Mineiro y luego, al finalizar la Superliga pasada en el puesto 16 (cuando el objetivo de mejorar la campaña anterior le reclamaba luchar entre los cinco o seis primeros lugares), renunció a su cargo pese a que se sabía que la Copa de la Superliga iba a tener apenas una sola fecha hasta su interrupción -que fue definitiva-, aunque pocos se aventuraban a un parate tan prolongado que tuvo el fútbol argentino desde aquel mes de marzo hasta el comienzo de la actividad.
En ese lapso, Unión fue a buscarlo al Vasco Azconzábal, quien tuvo que rescindir su contrato con Antofagasta para volver al fútbol argentino. La clasificación ante Emelec fue lo positivo, aunque luego se haya descolorido con la eliminación ante el Bahía, un equipo que cuando recibió a Unión era portador de una de las defensas más goleadas del fútbol brasileño. Sin embargo, en 180 minutos, Unión no pudo convertirle un solo gol y terminó así su participación en una Sudamericana que, de todos modos y por la jerarquía en cuanto a nombres de los rivales que dejó en el camino, forma parte de los elogios más importantes.
Luis Spahn transita su año número 12 de gobierno consecutivo al frente del club y ha tenido, en este año, fuerte presión por parte de los tres grupos antagonistas u opositores. Las críticas más importantes, más allá de lo ocurrido con el fútbol, también apuntan a la falta de un proyecto edilicio. El hecho de no haber terminado la bandeja sur y de no contar con un predio, quiso contrastarse con el anuncio del cambio en la fachada. Cualquier ladrillo o tornillo que se agregue a la infraestructura es bienvenido, pero debería formar parte de un plan de obras y de una escala de prioridades. Según la dirigencia, el aspecto económico y el alza del dólar resultaron clave para desistir de la compra del predio y apuntar a otros objetivos.
La promoción de jugadores juveniles ha sido otro aspecto que se suele resaltar, aunque no fue virtud o potestad exclusiva de Unión sino de todas las instituciones del fútbol argentino. Algunos más, otros menos, todos los clubes aprovecharon la supresión de los descensos y de los promedios, para apostar a los jugadores de inferiores, algo que, muy probablemente, no hubiese ocurrido bajo otras circunstancias. O quizás no habría sido tan evidente como lo fue.
En el caso de Unión, sirvió para que algunos futbolistas demuestren que están para pelear un lugar y hasta para ganárselo. Ocurrió con Federico Vera y, en menor medida, con Juan Ignacio Nardoni y con Kevin Zenón. No fueron los únicos, porque habría que sumar a Gerometta, Esquivel, Gastón Comas y Gastón González, entre otros, que también tuvieron la chance de jugar.
Volviendo a lo institucional, otro de los temas que acaparó la atención fue el tan mentado asunto de la deuda con el presidente. Es el principal acreedor de Unión y cuesta admitir que no se sepa todavía, con total y absoluta certeza, cuánto se le debe. Allanamientos, actuación de peritos contables y de una comisión auditora, entre otras cosas, se convirtieron en una constante desde hace un largo tiempo, sin que todavía salga a la luz una cifra exacta, pero, además, generando un espacio de controversia y discusión política que se podría haber evitado.
La realidad indica que más allá de que en Unión no se habla de conflictos económicos desde hace un largo tiempo, con lo cual se puede inducir que las cuentas están ordenadas -o al menos prolijas o controladas-, el club ha vendido por mucho dinero (alrededor de 10 millones de dólares o quizás algo más) en este último año y medio. También es cierto que, lamentablemente, Unión se encontró con la "escasa intención" de pago por parte de sus deudores. Uno de ellos -San Lorenzo- el club del presidente de la Liga Profesional, que además ha batido el récord de cheques rechazados. Otra foto, lamentable por cierto, de la realidad que es el fútbol argentino.
Un último y necesario párrafo para lo más genuino y valioso que tiene el fútbol, aunque no siempre se le otorgue la importancia y trascendencia que merece: el hincha. Esto engloba a todos, no sólo al hincha de Unión. La pandemia ha terminado de desvirtuar el espectáculo del fútbol que ya venía duramente golpeado por la violencia y la imposibilidad de asistencia de hinchas visitantes a los estadios. Aquélla escenografía, tan particular como incomparable, ha dejado de existir hace ya un largo tiempo en el fútbol argentino y la pandemia le ha dado un golpe extremo. A duras penas, el hincha ha tratado de fidelizar su amor a la institución cumpliendo con su obligación de socio. Los clubes deberían cuidarlo, generando atractivos mientras se espera que alguna vez la vida se normalice. Pero además, también es necesario pensar en que si esa nueva normalidad modifica los hábitos de la gente, los clubes tendrán que adaptarse a lo que venga y prepararse para estar a tono con los futuros tiempos.