“De la Tierra a la mesa: cadenas agroindustriales, aportes y potencial” fue el título de la disertación expuesta por Antonella Semadeni en el Congreso Aapresid 2025.

Antonella Semadeni, economista de la Fundación FADA, participó ayer del Congreso Aapresid con una charla que puso el foco en el impacto actual y las oportunidades de crecimiento del agro en todo el país.

“De la Tierra a la mesa: cadenas agroindustriales, aportes y potencial” fue el título de la disertación expuesta por Antonella Semadeni en el Congreso Aapresid 2025.

Desde una perspectiva económica y federal, la economista presentó datos que reflejan tanto el peso actual de la agroindustria en el país como los desafíos que enfrenta para seguir creciendo.
“La agroindustria representa el 23,6% del PBI argentino, es decir, uno de cada cuatro pesos de la economía nacional proviene del campo y su entramado productivo”, explicó Semadeni.
El análisis de FADA contempla no solo los cultivos extensivos de la región pampeana, sino también las 30 economías regionales distribuidas en todo el país: desde la lana de la patagonia hasta la caña de azúcar del NOA, la yerba mate del NEA, los vinos del cuyo y el maíz, el trigo, la soja de la región pampeana.

En ese recorrido “de la tierra a la mesa”, FADA evalúa toda la cadena de valor: desde la producción primaria hasta la comercialización, el transporte, la logística y los servicios conexos. Este enfoque integral busca mostrar el verdadero impacto del agro en términos de empleo, exportaciones, recaudación fiscal y abastecimiento interno.
Durante su exposición, Semadeni remarcó cuatro ejes clave que deben atenderse con políticas públicas: mayor aplicación de tecnología, eliminación de impuestos distorsivos como las retenciones, mejoras en infraestructura y una estrategia activa de apertura de mercados.
“El impuesto más distorsivo que tiene hoy la agroindustria son las retenciones, que además no son coparticipables, lo que implica que recursos que se generan en las provincias no retornan a ellas”, advirtió.

También insistió en que Argentina necesita firmar más acuerdos comerciales para sortear barreras arancelarias y sanitarias: “Hoy tenemos solo 8 acuerdos, versus 14 de Estados Unidos, 18 de China, 32 de Chile y 40 de la Unión Europea”.
La infraestructura fue otro punto crítico. “Tenemos la misma red de caminos rurales que hace cinco décadas, cuando el país producía 5 millones de toneladas. Hoy son más de 120 millones”, comparó la economista.
Semadeni compartió datos actualizados del Índice FADA, que mide la participación del Estado en la renta agrícola. Según la última medición (junio 2025), el 63,6% de esa renta se destina al pago de impuestos. “Frente a ese número, solo un 10% queda como ganancia para el productor, que es quien invierte, siembra y asume todos los riesgos productivos”, subrayó.
En algunos cultivos, la carga es aún mayor: en el caso del trigo, por ejemplo, el índice alcanza el 78%, lo que representa una rentabilidad negativa para el productor.
Desde FADA estiman que, con un marco de reglas claras, eliminación de impuestos distorsivos y una mejora en la infraestructura, la producción agroindustrial argentina podría crecer en una mayor producción del 50%.
Esto, además, implicaría un fuerte efecto multiplicador sobre el empleo y el PBI. “Hablamos de más de medio millón de nuevos puestos de trabajo, el equivalente a la mitad de los desempleados en Argentina”, señaló Semadeni.

El mensaje fue claro: el campo no solo aporta al presente económico del país, sino que tiene la capacidad de liderar su desarrollo futuro, siempre y cuando se generen las condiciones para liberar su potencial.
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