Su última imagen pone en manifiesto la idea central de la participación de la Selección Argentina de básquet en la AmeriCup Nicaragua 2025: sumar experiencia y formar un nuevo equipo para los próximos objetivos.

El subcampeonato y la baja efectividad en la final no opacan el balance positivo tras una serie de fracasos. Qué sigue para el equipo, cuáles son las ausencias y quiénes estarían disponibles.

Su última imagen pone en manifiesto la idea central de la participación de la Selección Argentina de básquet en la AmeriCup Nicaragua 2025: sumar experiencia y formar un nuevo equipo para los próximos objetivos.

La medalla de plata ante Brasil con un particular 55 a 47 es el cierre de una instancia que contó con más de un mes de preparación y un torneo en el que se fue de menor a mayor. Pero a la vez, es la apertura de una nueva etapa.
Si bien, se contó estas últimas semanas con la presencia del cañadense Nicolás Brussino, la esencia de este plantel de Pablo Prigioni fue dejar atrás de forma definitiva a la Generación Dorada y los estímulos del subcampeonato en China 2019.
Argentina debe construir algo nuevo para seguir lavando la cara que ya comenzó a limpiarse en esta AmeriCup, pero que necesita de un regreso concreto al baloncesto internacional, al menos desde la participación. El caso de la albiceleste es particular a nivel FIBA selecciones y su proceso de formación también debe correr en esa línea.
La mochila de esta AmeriCup tenía dentro no sólo la presión y la inexperiencia para el segundo plantel màs joven de la competencia, sino también carga con las eliminaciones en los clasificatorios al Mundial y Juegos Olímpicos, junto a derrotas insólitas sufrida ante Chile.

Todo eso jugó a la hora de evaluar al equipo, principalmente para los exquisitos y promiscuos, y al momento de la toma de decisiones frente al aro.
El equipo se adaptó a las consecuencias emocionales y logró transmutar dicho aprendizaje a lo largo del torneo en los aspectos del juego que presentaba más frágiles: la anotación y los rebotes defensivos.

La experiencia sigue siendo de las principales falencias, reflejadas por ejemplo en ciertos pecados de juventud durante la final. Faltas innecesarias, exagerado interés en los reclamos, excesivas pérdidas de balón y malas decisiones en el lanzamiento, que se complementaron con particulares rotaciones del quinteto por parte del entrenador, que también debe readaptarse a FIBA tras siete años como asistente NBA.
Estos seis partidos en Managua, sumados a la extensa “pretemporada”, fueron necesarios para los objetivos próximos, mucho más apremiantes y con una serie de trabas en el camino que estarían siendo anticipadas por el cuerpo técnico.
Argentina debe clasificar al Mundial. Calificar el objetivo de “obligación” puede resultar inexacto, pero se acerca demasiado. La ausencia en el torneo de 2023 caló hondo y el proyecto de Qatar 2027 es la prioridad.
El FIBA Basketball World Cup 2027 Americas Qualifiers ya tiene calendario definido y la albiceleste deberá enfrentar en la primera fase a Uruguay, Panamá y Cuba en ventanas establecidas a finales de noviembre, finales de febrero/comienzos de marzo y mediados de julio. Las dos primeras, aún sin contemplar la fase final, son las más sensibles.

El calendario FIBA aún no se pone de acuerdo con el de Euroliga ni NBA (algo que jamás sucederá), por lo que los jugadores involucrados no pueden participar de las ventanas eliminatorias en la mayoría de las ocasiones o se ven afectados por la extensión de los viajes, como ocurrió en uno de los últimos viajes de Campazzo y Deck.
Esto implica que en los primeros juegos, claves para la tabla final donde habrá dos zonas de seis equipos con cuatro boletos en juego para cada una, no estarán sus principales jugadores, similar a lo que se planteó en este torneo que no ponía nada más en juego que el título.
Entre las bajas potenciales se podría contar a Facundo Campazzo (Real Madrid), Gabriel Deck (Real Madrid), Nicolás Laprovíttola (Barcelona), Luca Vildoza (Virtus Bologna), Leandro Bolmaro (EA7 Emporio Armani Milan) y Juan Ignacio Marcos (Barcelona) por Euroliga. A nivel estadounidense, los afectados serían Santiago Trouet, Tomás Chapero y dos de las promesas con doble nacionalidad: Tyler Kropp y Marcus Adams Jr.

De los presentes en la AmeriCup, el resto del plantel sería elegible para las eliminatorias, contemplando la posibilidad de algunas fichas no utilizadas en este proceso como Máximo Fjellerup o Patricio Garino, quien fue nombrado por Prigioni en algunas entrevistas, pero podría no ser parte del proceso rumbo al Mundial, donde llegaría con 34 años. Algo similar podría evaluarse respecto a Campazzo y Laprovittola.
El material a futuro y las buenas sensaciones están, como casi siempre. Argentina debe comprender que su larga historia no la ubicó siempre en el podio global, como en algunos años se acostumbró, pero no deja de ser una cuna de talentos que se renueva con nombres propios como Juan Fernández (22), Juan Ignacio Marcos (25), Gonzalo Corbalan (23), Santiago Trouet (21), Alex Negrete (24), Lee Aaliya (20), Tyler Kropp (18) y Felipe Minzer (17).
Hay cuestiones que no quedan claras desde arriba hacia abajo. Por empezar, el rol de Fabián Borro en FIBA Americas y su particular apatía ante la participación argentina en el torneo continental, en el cual incluso se vio seriamente perjudicada por los fallos de oficio tras los incidentes con República Dominicana.
Su tarea en la Confederación Argentina de Básquet (CAB) y la herencia que deja parece un tema recurrente, pero es cuestión de observar los resultados deportivos, las cuentas y la opinión pública para comprender el balance.
La Liga Nacional de Básquet (LNB) tampoco ofrece las garantías de base para el básquet nacional. La temporada 2025/26 tendrá sólo 19 equipos ante la baja de Riachuelo de La Rioja por falta de presupuesto y la ausencia de un reemplazo desde la Liga Argentina. A su vez, el calendario se reduciría casi un mes ante una maratónica 2024/25 que obliga a jugadores como José Vildoza ha estar en casi 12 meses continuos de competencia.

La disposición y orden de partidos también deberá analizarse. Equipos como Unión de Santa Fe llegaron a estar más de un mes sin partidos en pleno proceso de competencia.
Continuando con el seleccionado, el entrenador Pablo Prigioni logró plasmar parte de la esencia argentina, pero sigue siendo un DT que la mayoría de las convocatorias estará radicado en Minnesota, Estados Unidos. Si del cuerpo técnico se habla, una curiosidad fue la aparición sorpresiva de Nicolás Casalanguida en el banco de suplentes en el medio de la competencia tras retirarse de la preparación en España. Su aporte, está de más decirlo, brinda jerarquía al staff, pero careció de comunicación oficial.

Yendo más abajo aún, las decisiones profesionales de los jugadores también pueden haber afectado los procesos de formación. Esta temporada debutarán en LNB Francisco Caffaro y Gonzalo Bressán, dos internos casi fijos del seleccionado y que a sus 25 y 23 años, respectivamente, no tuvieron una estabilidad seria.
Otros que aún deben encontrar un proceso de “estabilidad profesional” y cuentan con el talento son Juan Bocca, que venía de jugar en la cuarta categoría española, y Lee Aaliya, subcampeón de Liga con Instituto de Córdoba, pero con frustrada migración a Estados Unidos y Europa.
Son sólo un ejemplo de los nombres que pasaron o están pasando por divisiones menores del básquet extranjero, pero que no contaron con una formación completa y experiencia profesional a nivel local, situaciones que pueden coartar o ralentizar la implementación de la esencia argentina.
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