"La política social de Milei tiene áreas de ruptura y también muchas continuidades, más de las que pensamos. En términos del gasto social, es el más grande del que se tenga registro, por lo menos desde que nosotros empezamos a estudiarlo en 2002. Fue en un solo año del 14%, que es una cifra muy grande mientras que, en la época de Macri, en los años 2018-19, el gasto cayó 9% en dos años", dice Andrés Schipani, doctor en Ciencia Política por la Universidad de California, Berkeley, profesor de la Universidad de San Andrés (UdeSA y especialista en economía política del Estado de Bienestar en América Latina.
Pero el reacomodamiento del gasto explica Schipani, Milei lo hizo sin cortar planes. "No hubo gente que se quedó sin planes. Lo que hizo fue licuarlos. Bajarle fuertemente el beneficio a la mayor parte de las prestaciones. Lo más claro se ve en el tema previsional, y las becas Progresar cayeron muchísimo, el 60%. Y así como tiene sombras, también tiene alguna luz como la política hacia niños, centralmente la AUH, a la que aumentó un 50% en términos reales. Lo que ha sido importante porque la pobreza en la Argentina tiene principalmente un rostro de niño".
Al mismo tiempo aclara: "La AUH es importante para contener, pero no ataca el problema de la pobreza estructural. Hoy el problema de la Argentina es el trabajo informal, barrios que no tienen pavimento, cloacas, conexión a agua potable, a gas, la atención a la salud es muy precaria. En realidad, lo que falta todavía es una política de enfoque integral sobre cómo sacar a esa gente de la situación de pobreza estructural en la que se encuentra".
-La pobreza estructural viene creciendo, cada crisis excluye una nueva camada de personas. ¿Cómo cortar con eso si la economía no genera oportunidades para que salgan de ahí?
-Los grandes saltos de pobreza en la Argentina tienen que ver con crisis macroeconómicas: la hiperinflación del 89, el estallido de la convertibilidad en 2001. Por lo tanto, lo primero para que deje de aumentar es mantener el orden macroeconómico, algo en lo que todavía no hay consenso. Lo segundo es generar trabajo, sobre todo de calidad. Queremos que esa gente que está en la informalidad, en la pobreza, tenga un trabajo formal. Y acá tenemos un problema, porque con este modelo económico están creciendo pocos sectores que no son mano de obra intensiva como la energía, minería, agro, bancos. Y lo que está cayendo en ventas y en empleos es la industria, la construcción y el comercio. Lo que falta es un cambio que permita que estos sectores se dinamicen. Puede ser que se necesite un tipo de cambio más competitivo, que Milei rechaza porque le generaría un salto en la inflación o puede ser a través de reformas estructurales que vuelvan a esos sectores más dinámicos. Ahora estamos en una especie de meseta donde tenemos orden macroeconómico que todavía no se ve en términos de crecimiento de los sectores mano de obra intensiva.
-En épocas de crecimiento de la economía aparece muy nítido el problema de la brecha de conocimiento. ¿Hay forma de que eso no se amplíe más en épocas de recesión o de estancamiento de la economía para que cuando cambie el ciclo de la economía sea más fácil incorporar gente al mundo formal del trabajo formal?
-Este problema hoy se ve agigantado en el mundo por la inteligencia artificial. Cada año que quedás afuera del mercado de trabajo, perdés habilidades muy grandes, porque la tecnología está avanzando a una velocidad muy impresionante. El lado positivo de eso es que nuestros jóvenes en general son muy duchos con la tecnología digital, con los celulares, con las computadoras. Eso de alguna forma compensa un poco el problema de quedarte afuera del mercado de trabajo. Pero ahí hay un tema de fondo que es el educativo. Hay estudios hechos sobre la relación de los jóvenes con la educación en barrios populares y los resultados son tremendos. Por ejemplo, la matrícula de la secundaria argentina es altísima. Pero cuando se analiza cuál es la relación de esos jóvenes con la escuela el resultado es bastante decepcionante. Cuando preguntas si van a la escuela, te responden que sí y cuando la profundizas algunos te dicen que van una vez por semana, dos, o que ese mes no fueron pero que van a volver, La cifra oficial oculta una realidad donde los jóvenes de los barrios populares están muy desconectados de la escuela. Y el problema central es la secundaria. Si no se hace algo fuerte y rápido para dar vuelta a eso vamos a tener gente que va a quedar desconectada permanentemente.
-Para los sectores más dinámicos de la economía se requieren niveles de formación importantes, pero también se podrían activar las escuelas de oficios. ¿Qué pensás al respecto?
-Ahí se perdió una oportunidad muy grande. Tuvimos planes de cooperativas que se suponía iban a formalizar a la gente, pero no fue así. A estos planes si los usaran para capacitar a las personas en oficios donde claramente hay un montón de demanda, electricista, plomero, etc., les daríamos una oportunidad enorme a alguien que quizás no va a ir a la universidad porque no todo el mundo va a ir a la universidad.
- ¿Por qué prefieren Rappi y no aprender a soldar o a poner aires acondicionados? ¿Porque es más cool? ¿Porque es más fácil?
-Rappi ha sido un gran amortiguador de toda esta crisis. Hasta la década del 90 los desocupados salían a la calle a protestar. Ahora, con las plataformas, el que se queda sin trabajo prende el celular, se anota en Rappi y empieza a laburar. Enumero tres factores. Primero, hacer un curso de plomería, por ejemplo, cuesta plata, la gente no tiene y el Estado no pone; segundo, la gente necesita laburar ya, y tercero los trabajadores de plataformas no necesariamente tienen una visión negativa sobre lo que hacen, valoran ese trabajo porque las plataformas tienen un montón de problemas, pero tienen una cosa que valoran y es que la gente, a diferencia de la jornada de trabajo tradicional de ocho horas, tiene autonomía sobre su tiempo, puede decidir cuándo se conecta y cuándo se desconecta. Y eso es algo que hay que prestarle atención porque la gente cada vez más demanda eso en los trabajos y todos lo dan.
-Desde hace tiempos hay como una mirada negativa sobre las políticas sociales, en el sentido de que alimentan vagos. De hecho, muchas veces la han señalado como un causante de divisiones sociales, de generar enojo en la gente que trabaja ¿Cómo funciona eso, de acuerdo con lo que ustedes estudian? ¿Es así en los barrios?
-De acuerdo con estudios que midieron en qué medida la gente vive de planes, en los barrios populares el 70% de los ingresos de los barrios populares viene de un trabajo. Solo entre el 20 y el 30% de un plan. En realidad, nadie nunca ha vivido de un plan. Ese es un punto importante, es toda gente que además trabaja en la informalidad. Hay una estigmatización muy grande en el segmento que vive materialmente justo arriba del que recibe el plan. Probablemente el vecino de la villa, el que vive cruzando la calle, es el que más lo hace. Pero la política social es inevitable. Bolsonaro hizo campaña diciendo que el Plan Bolsa Familia de Lula era una máquina de generar favelas. Cuando llegó al poder, triplicó el valor, parecido a lo que hizo Milei con la AUH. Estoy estudiando, qué hacen los gobiernos de derecha de América Latina y todos han aumentado las políticas sociales de ese tipo.
-Alguien dijo no hace mucho que le llamaba la atención que en el país no hubiera más desocupados, sino que eran todos emprendedores. ¿Cómo opera este nuevo discurso respecto a la libertad, el emprendedurismo, el sacrificio personal, en el contexto de las clases populares?
-Ha sido muy estudiado por el antropólogo Pablo Semán, que muestra cómo antes de que ganara la elección de 2023, había en los sectores populares una idea, una cosmovisión que rimaba con una música parecida a la de Milei. No porque eran liberales, libertarios, o habían leído a Hayek, pero si esta idea de que en la vida se sale solo que Semán llama mejorismo, que la única forma de salir adelante es esforzándote, teniendo cierta disciplina porque nadie te va a ayudar. Hay algo de eso en los sectores populares, no sé si en todos y tiene que ver con que al Estado hace mucho tiempo que lo ven muy lejos. Cuando fue la elección de 2023, alguien en el barrio decía "acá tenemos que defender nuestros derechos", y le respondían "¿de qué derechos hablas?" Esos derechos hacen varias generaciones que son una ficción para el mundo del sector informal. El que trabaja en Rappi empieza entregando comida caminando, después se compran la bici, la moto ¿y después qué haces? No hay mucho más para arriba.
-Muchas veces se ha intentado transformar los planes sociales en empleos. ¿Por qué nunca, ni fue exitoso, ni tuvo continuidad en el tiempo?
-Es un tema sobre el que me he debatido mucho tiempo, Desde Cristina todos los gobiernos intentaron la misma política que ahora que es bajar contribuciones patronales a las empresas que tomaban un trabajador que tenía un plan. Y eso solo no alcanza para que un empresario lo tome porque en los empresarios hay mucha estigmatización respecto a la gente que recibe un plan porque en general son personas que no tiene una cultura de trabajo, no en un sentido de no querer trabajar, sino que no tienen tanta experiencia de trabajo en equipo, en lo que llamaríamos habilidades blandas. Entonces entran a la planta, se encuentran medios perdidos y se van. Segundo, no tienen capacitación porque estos programas de conversión no estuvieron acompañados de un Estado que les enseña habilidades blandas para que esa gente se pueda desempeñar competentemente en las empresas. Y tercero porque es iluso pensar que toda esa gente que vive en la economía popular, trabajando en forma unipersonal o en una cooperativa de dos, tres, cuatro personas, va a pasar a estar en relación de dependencia porque hace otra cosa. No va a haber una sola vía a la formalización, parte de esa gente puede pasar a ser trabajador en relación de dependencia y a la otra parte hay que pensar cómo se le formaliza la actividad. Y eso tampoco se intentó mucho.
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-Uno de los argumentos de la reforma laboral es la necesidad de formalizar a los informales, que es donde más presente está el sujeto que vos estudias. ¿Este tipo de reforma sirve para eso? ¿La informalidad puede cambiarse con una reforma legal, laboral, escindida de otras cosas como la economía, el crecimiento?
- Creo que una reforma laboral que vuelva al tránsito entre la informalidad y la formalidad más fácil, más fluido, es necesaria. ¿Es esta la mejor reforma? No porque es una reforma que básicamente está pensando que la herramienta central para formalizar es bajar cargas patronales o bajar costo de despido, y eso en Argentina no funcionó, no creó empleo. No sirve por sí solo, tenés que complementarlo con otras cosas, como que crezca la economía. La reforma laboral puede acompañar, puede hacer más fluido el tránsito de la informalidad a la formalidad cuando la economía genera empleos. Si no lo hace, la reforma laboral no hace magia.
-Hay un consenso sobre la importancia de los sindicatos en la conformación y sostenimiento de las clases medias en todo el mundo. Biden decía que lo sindicatos habían hecho grande a Estados Unidos. ¿Como resolver la aversión de las clases populares con los sindicatos?
-No sé si hay tanta aversión. Estoy coordinando un estudio sobre sindicatos en América Latina y un grupo de autores dentro de este proyecto hizo una encuesta a trabajadores informales en Argentina y Chile sobre qué tan prosindicales son, que muestra una diferencia muy clara entre el asalariado informal y el cuentapropista. El asalariado informal, el que trabaja en una fábrica de manera informal es bastante afín a los sindicatos. Al que le quedan muy lejos son a los cuentapropistas. La aversión que vos decís es cierta, pero más en el cuentapropista, no tanto en el asalariado. Ahora, los sindicatos están muy lejos a la informalidad. En Argentina, a diferencia del Uruguay en los 90, no se ocuparon de los informales, se dedicaron a cuidar su coto de casa en los formales. ¿Qué pasó? Surgieron los piqueteros. Moyano alguna vez admitió que se equivocaron en no ir a buscar a los informales. Entonces, a los sindicatos no les interesa la formalización, no les interesa ir a buscar a ese sector. Así como del lado del cuentapropista informal hay una gran adversidad del sindicato, al sindicato tampoco les interesa el cuentapropista. Y eso es muy cortoplacista porque se les está achicando la base. Y yo lo veo como una falta de visión estratégica de ellos. En los 80 la calle era de los sindicatos, hoy la calle es de los movimientos.